Las noticias de Veracruz en Internet

martes, 10 de noviembre de 2009

INVITAN A REVERENCIA CERMÁMICA MARIANA VELÁZQUEZ



EL GOBIERNO DEL ESTADO DE VERACRUZ

A TRAVÉS DEL INSTITUTO VERACRUZANO DE LA CULTURA


Invitan:


CERÁMICA
MARIANA VELÁZQUEZ


INAUGURACIÓN
SÁBADO 14 DE NOVIEMBRE 12:00 HRS.


GALERÍA DE ARTE CONTEMPORÁNEO DE XALAPA
XALAPEÑOS ILUSTRES 135


DEL 14 DE NOVIEMBRE DEL 2009 AL 17 DE ENERO 2010


REVERENCIA

Mariana Velázquez rinde tributo, es decir, agradece haciendo reverencia a la naturaleza, con esta colección de instalaciones y piezas que, como la misma sabia naturaleza, han visto en la armonía su motivo esencial de existir, y también una necesidad, la de representar la vocación humana del agradecimiento. Y agradecer creando objetos de finura estética, generando selvas de belleza inmaculada y bosques de figuras trascendentes es darle al medio ambiente, al cuerpo vegetal y mineral que nos rodea, un reconocimiento que se eleva a mucha mayor altura de la que puede alcanzar la voz que grita agradecida. Esta «Reverencia» es, antes que solemne o antisolemne, respetuosa, simbólica, delicadamente sincera, artísticamente humana.
¿Qué hay detrás de este homenaje ideal a la naturaleza, al ámbito en el que vivimos y del cual somos parte?
Primero que nada, la lección elemental que nos ha dado la tradición, a partir de la experiencia humana. Y habrá que observar que esta tradición proviene del hombre en su más nítida y profunda representación: la del hombre que comparte su vida con la vida del campo mismo, el hombre que ha echado raíces junto a las raíces, inclusive aéreas, de las yerbas, de las flores más frágiles, pero que de igual modo cohabita y se interrelaciona con las férreas raíces de árboles frondosos, imposibles de abarcar con nuestros brazos, pero que nos brindan salud, compañía, sombra fresca, hermosura y concordia. Pero el hombre también comparte su vida con aquellos otros frutos que, además del sustento físico y corporal, alimentan espíritus, almas, sentimientos, instantes y eternidades.
Mariana Velázquez ha tocado fondo en sus reflexiones sobre lo que nos rodea en el planeta. Ha visto que la lección la ofrece el hombre que comulga con la naturaleza, y que ese hombre al natural, armónico con los panes de la naturaleza, retribuye los dones recibidos compartiendo su energía y formulando sus rituales. El hombre que siembra, agradece tanto como el hombre que caza, como aquel hombre que pesca y vive de los frutos del agua y de los manjares de las profundidades agradece en su estilo, y con su propia devoción, tanto como el hombre que caza y el hombre que cosecha después de haber sembrado.
Mariana Velázquez sabe que, en lugar de aquello que no existe, o sea, lo fantástico y lo fantasmagórico, la reverencia se torna en acto posible, y que si bien resulta de un impulso individual, en términos simbólicos se convierte en representación colectiva. Ocurre, asimismo, que la reverencia de Mariana Velázquez proviene, antes que del rito elemental, de un acto de profunda reflexión artística.
Sus tributos –sus piezas únicas y sus instalaciones– se han generado a partir de elementos tangibles, que además tienen valencias reales, metafóricas y simbólicas: son figurativos, representan la vida, tienen rasgos verdaderos, estilizados, permanentes, pero son y aspiran, en su composición simbólica, a la pureza, y a través de la pureza y del movimiento, al homenaje fuera del espectáculo temporal. Así, la multiplicidad cromática se transfigura, aglutinándose, en la suma de las tonalidades. La albura se combina con lo eterno, con la fiesta y el duelo, con la novedad y lo irrenunciable. La albura salvadora lucha con sus valores categóricos y culturales: lo mismo es inocencia eterna que interminable ceremonia de agradecimiento.
Y, de la misma forma en que el espacio opera en el ámbito de la naturaleza y en sus escenarios, la disposición del grupo de piezas y del grupo de instalaciones, es decir, la propuesta escenográfica del performance, reproduce un universo en germen, con movimiento dialéctico y armonía dinámica, tal como ocurre con el desarrollo íntimo de la naturaleza. En este sentido, también es un acto creativo, que siendo producto de la mentalidad artística retoma, singularmente, los valores intrínsecos de la atmósfera que revivifica y representa.
Con «Reverencia», colección de piezas e instalaciones figurativas y simbólicas, Mariana Velázquez continúa su trayectoria de búsqueda estética y mensajística. «Reverencia» aporta, indudablemente, formas sustantivas que al mismo tiempo son sustancias de vida, compromiso con el arte y representación del mundo trascendente.

ÁNGEL JOSÉ FERNÁNDEZ
NOVIEMBRE 2009