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miércoles, 29 de octubre de 2014

INEFICIENTES Y DELINCUENTES.

Mutatis mutandis

Por Rafael Arias Hernández.

Demasiados Partidos políticos convertidos en franquicias, acusados de propiciar delincuencia electoral, incluyendo la compraventa de candidaturas, votos y actas.

Numerosos Presidentes Municipales mañosos o mafiosos. Cuestionados y señalados Gobernadores de ineficientes o encubridores. Gobierno federal plagado de similares o peores defectos. Simplemente, póngale nombres y apellidos.

Excepciones aparte. Fácilmente se concluye que muchos titulares, con sus empleados y cómplices deben ser despedidos y hasta procesados y castigados. Bien por ineptos, porque dicen que no saben ni se dan cuenta de nada, “dejan hacer y dejan pasar”; o bien por corruptos, porque saben y participan de beneficios y ventajas de acciones delictivas. Todos amparados en la impunidad oficial, del “no le muevas”, “paga el que viene”, “no barras para atrás”. Iniciados y practicantes de complacencia y complicidad.

Experiencias y lecciones abundan y se extienden por todo el país. En algunos Estados, Municipios y Ciudades con mayor intensidad que en otras, pero ahí van, a reserva de empeorar.

Lo sucedido en Guerrero, Estado de México, Michoacán, Tamaulipas, Veracruz y otros estados trasciende fronteras, gracias a nuevas tecnologías de comunicación, de una sociedad más alerta y participante, y de contados medios con compromiso social e interés profesional.

A decir verdad, como en otras partes del mundo, en México no hay tregua ni descanso, sobre todo para quienes sufren y padecen cualquier forma de delincuencia. Lucha de todos los días que no termina en ampuloso y pretensioso discurso, en foto del repetido y faraónico acto oficial, ni en cremoso boletín que nadie cree ni acepta. Caro e inútil negar lo obvio; inapropiado y contraproducente refugiarse, en el hacer como que se hace y simular con cargo al presupuesto.

DE VERDAD, FORTALECER ESTADO DE DERECHO.

Si la Economía está en el centro de la vida cotidiana. El Derecho está en todas partes, todo el tiempo.

Derecho y obligación son partes inseparables. Constituyen un binomio que no puede quedarse únicamente en el decir; imprescindible pasar al hacer, convertir declaración en acción, en hecho.

Simplemente cumplir y hacer cumplir la Ley, para que no se convierta sólo en enunciado y, en el peor de los casos, en recurrente justificación o pretexto de simulación oficial, del desgastado discurso futurista del “vamos a hacer”, pero no hacen o lo hacen mal y peor.

La realidad real, es más de hechos, de resultados, de obras, acciones y omisiones. Así que, ineficientes y delincuentes siguen en la representación pública y en el gobierno, debilitando instituciones y favoreciendo crímenes, uso y abuso, saqueo y pérdidas de recursos públicos. “Dinero no falta, sobran ladrones”

De la simulación al cinismo. Sexenios, trienios y años de historias que se repiten: al delito de acción, obra y omisión, le sigue el de palabra y simulación, para concluir en impunidad.

A la tragedia cotidiana se agrega la absurda posición oficial de negar problemas, ocultar o manipular información al respecto, silenciando o comprando al mayoreo o menudeo, algunos medios y comunicadores. De ahí, sigue la simulación, pasándose al hacer como que se hace, en costosos y repetidos actos y sus reproducciones audiovisuales, fotos, spots, mensajes y acciones gubernamentales que repiten y aseguran, que enfrentan y

resuelven los problemas antes negados o tergiversados, pero que la real realidad no tarda en comprobar que ni se enfrentan ni se resuelven y más bien crecen y se complican.

Así, tarde o temprano se llega al cinismo de la impunidad, en el que no se niegan los problemas, ni se simula que se atienden y resuelven, manipulando estadísticas y resultados. No. En su lugar, simplemente se deja que crezcan y compliquen, para perversamente administrarlos y sacar provecho, como en conocidos programas de desarrollo social y asistencial.

TAPAOS LOS UNOS A LOS OTROS.

Así, en muchas formas coinciden ineptos y corruptos, ineficientes y delincuentes: en aferrarse al cargo público, sea por elección o por designación.

Para hacerlo necesitan de la complacencia, complicidad y participación de quienes, como ellos, están encargados de quehaceres gubernamentales que se interrelacionan y hasta corresponsabilizan. La impunidad en todo caso, es la aspiración final y, para ello, recurren a cualquiera de sus formas. Fomentando opacidad, manipulando información, difundiendo mentiras o medias verdades; incrementando pasividad, desinterés, y falta de participación ciudadana y social, con costosas distracciones y recreaciones, cortinas de humo y escándalos sobre cualquier tema; y, desde luego, alargando procesos, haciendo cansada, lenta, llena de obstáculos e inefectiva, la administración y procuración de justicia, especialmente en casos de presuntos y comprobados responsables, prófugos potenciales e intocables hampones gubernamentales.

Contralorías, Órganos de simulación superior, auditorias fiscalizadoras y otras burocracias de la función pública, como es costumbre, se convierten en tapaderas, encubridoras y hasta remediadoras con múltiples formas de auxilios y apoyos, para ocultar y corregir innumerables faltas administrativas y delitos cometidos.

NO A PACTO DE IMPUNIDAD

Inevitable y obligado hablar del tema.

Por cierto, tema siempre de actualidad, de causas y consecuencias y, ahora, de escándalo internacional. Lo de dentro, también se sabe afuera; de una y muchas formas trascienden mala fama, corrupción e impunidad.

México es hoy conocido no por sus buenos aspectos, ventajas y reformas, sino por sus deformaciones, atrocidades e incontables fosas, símbolos del imperio del abuso y la injusticia, del crimen dentro y fuera de los gobiernos. Bien se sabe, de las innumerables relaciones, compromisos y beneficios que unen a unos con otros, a ineficientes y delincuentes gubernamentales con hampones comunes y corrientes.

Hay que tener siempre presente, que todo tipo de gobierno democrático, debe estar al servicio de la sociedad y del ciudadano, no al revés. Gobierno del, para y con el pueblo, no en su contra.

En el caso del Estado Democrático de Derecho, la cuestión es simple y sencilla, quienes gobiernan están obligados a cumplir y hacer cumplir la ley; y también, a obtener aceptables y mejores resultados, a rendir buenas cuentas.

Nada de disculpar y perdonar ineptos y corruptos, nada más porque son conocidos, amigos, familiares o socios. Inaceptable la impunidad como forma de gobierno. Reconocimiento a los contados buenos servidores públicos.

+AcadémicoIESSES-UV@RafaelAriasH