Las noticias de Veracruz en Internet

miércoles, 29 de octubre de 2014

OSX honrará a músicos fallecidos

Altar de muertos “Ninín”

Altar OSX-29

Xalapa, Equez., Ver., miércoles 29 de octubre de 2014.- La Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX) y el Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana (UV) invitan al público en general a visitar el altar de muertos “Ninín”, los días 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre en el Centro Cultural Tlaqná, ubicado en el Campus para la Cultura, las Artes y el Deporte, de 10:00 a 18:00 horas.

Por primera vez en la historia de la OSX se rinde culto a los 133 músicos que formaron parte de la agrupación en diferentes épocas y que contribuyeron decididamente a hacer de este organismo sinfónico una institución estable y de prestigio.

El altar, realizado al estilo tradicional de la región del Totonacapan, ha sido montado por Crescencio García Ramos y Dolores Pineda, integrantes del Instituto de Antropología, con la colaboración de músicos de la OSX encabezados por Adelfo Sánchez.

“Ninín” significa culto a los muertos, es una festividad solemne muy importante entre los totonacas de El Tajín y data de épocas prehispánicas. A la llegada de los españoles en el siglo XVI se produjo un sincretismo cultural y religioso, una fusión de costumbres, tradiciones, creencias y prácticas culturales a la manera totonaca, hispana, africana y de otras culturas nativas de la región, lo cual enriqueció a la tradición.

Parte del mito relata que la muerte es un paso necesario para continuar la generación humana (la sobrevivencia), porque antes al hombre le era permitido resucitar a los pocos días de haber fallecido para vivir eternamente. Pero esta posibilidad le fue negada en una convención realizada entre los animales desde tiempos míticos, el voto decisivo fue de la lagartija: sluluk,

que “los hombres tenían que morir por razones de sobrepoblación del mundo, de lo contrario los animales pequeños serían aplastados”.

Antes de la conmemoración mortuoria entre los totonacas actuales persiste el pensamiento acerca de la vida, el nacimiento, el destino, la muerte y renacimiento de los hombres. Tenemos a las 12 madres abuelas (Natsetni) responsables de la reproducción humana desde el duodécimo cielo, ubicadas al oriente, asistidas por la araña (tukay) en su obra de formación del feto, teje el ombligo de la criatura, así forman la vida y envían el destino de los hombres al mundo terrenal.

Durante y después de la evangelización cristiana estas 12 deidades totonacas fueron convertidas en una sola: La virgen María de Guadalupe.

“Ninín” se realiza en cuatro momentos

San Lucas: 18 de octubre, se honra las almas de los acaecidos de manera violenta o accidental, los asesinados, los ahogados o fulminados por rayo, participan los padrinos de la cruz y el rezandero.

Ninín: es el culto a los muertos, Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos’, del 31 de octubre al 2 de noviembre; el 31 de octubre al mediodía (tastúnut) llegan las ánimas de los niños: laqsq’at’án. La ofrenda consiste en tamales de carne sin picante, pan, cacao, tach’ula (tortillas dobladas de pipián), bollos de anís (saqsiwat) y de elote (tánqolo), totopos (tamaktin), frutas, ropa, dulces y juguetes. Los compadres se visitan e intercambian las ofrendas.

Aktumajat: Nuevamente se reciben las almas porque no se han retirado. El día ocho se despiden las almas de “los chicos” y el 9 de “los grandes”.

San Andrés: 30 de noviembre. Se despide de forma definitiva a las almas: lístaknín, ya no retornarán hasta el año siguiente. Los creyentes respetan la tradición colocando un altar propio junto al de los santos católicos, los despiden con ofrendas y arcos florales, con gran sentimiento, fervor y respeto.

Al exterior de la casa se coloca un altar pequeño para “los difuntos huérfanos” o el “ánima sola”. La creencia es que estas almas ya no entran en la casa principal en los días grandes, pero son incluidos en el culto a todos los vivos y los muertos por esta cadena de eventos rituales.

Esta festividad es un rito dedicado a los fieles difuntos, para celebrar el retorno transitorio a la tierra de los familiares y seres queridos fallecidos; es una tradición muy importante para la población mexicana, declarada en 2003 por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.