María Elena Ferral
El periodismo, por inherencia, nunca ha sido una labor fácil, en
la actualidad es aún más difícil, pues en el presente el ser periodista pesa y
más, si se es mujer, sobre todo en zonas donde el hostigamiento, la amenaza, y
los índices de asesinatos de comunicadores y feminicidios es alto.
Es de reiterar que ser periodista y ser mujer, es mucho más que
riesgoso, en un entorno en donde a pesar de que se habla del respeto y apertura
a la libertad de expresión, así como de los Derechos Humanos, un supuesto fomento
a la equidad de género, toda vez, que todo ello, cada día va quedando en un
discurso hueco y falto de credibilidad, pues las acciones de Estado, políticas
y las delincuenciales, así lo evidencian.
Hubo un tiempo, en que la mujer que optaba por dedicarse al
verdadero ejercicio del periodismo, era reconocida, ya que se sabía a la
cantidad de obstáculos y tribulaciones a las que se enfrentaría al tomar ésta
noble tarea, que es la de informar.
Hoy en día, si ejerces la crítica o eres la voz del pueblo por medio
de tu pluma, para ciertos actores políticos y sectores, ya representas una
amenaza, lamentable, por lo que comienza la discriminación, y hasta el
ostracismo, por parte de los egoístas que no pueden ver más allá de lo que
pueden sostener sus manos, ignorando la realidad, la realidad del pueblo, de
toda una sociedad.
A décadas de distancia, es innegable ver que aún la mujer aún
sigue librando una ardua batalla por la inclusión del género dentro del
periodismo, en donde a pesar, a través de los años, que ha conquistado espacios
y obtenido invaluables logros, existe la desigualdad y el flagelo del
estereotipo.
Al parecer existe un “machismo periodístico”, pues abundan quienes
prefieren a las reporteras calladas, sumisas, a las órdenes incondicionales de
sus directivos o de la clase política, mientras que las que a través de sus
letras, llegan a ejercer o alcanzar un nivel de decisión u opinión o hasta para
sus lectores, ser una voz femenina entre la sociedad y la democracia, parecen
estorbar, sólo basta ver cualquier medio y ver cuantos espacios tienen los
columnistas varones, en comparación con las mujeres.
Según las estadísticas, tan sólo en el 10 por ciento de las
noticias que se generan en todo el mundo, las mujeres son el foco central, sus
voces y puntos de vista tienen una presencia marginal en los medios y la
información, es decir, estamos su representadas en 17 por ciento.
También, solamente el 16 por ciento del protagonismo de las notas
es femenina, porcentaje que de ninguna manera es representativo de la población
femenina, que es del 52 por ciento, ni del que representa la fuerza laboral
femenina a nivel nacional, de un 38 por ciento, por lo que se puede observar
que aún, los protagonistas en éste contexto son los varones.
Otra de las consecuencias del ejercicio periodístico de la mujer,
es enfrentarse a la violencia de género, para lo cual, hay que citar cifras
aportadas por la organización en pro de la libertad de Expresión, Artículo 19,
en donde expone que:
“En los últimos siete años, se documentaron 356 agresiones contra
mujeres comunicadoras, siendo el 2015, el más violento para las periodistas,
del total de agresiones, 84 se registraron ese año.
Las entidades con mayor registro, de 2009 a 2015, son la Ciudad de
México, con 76, Veracruz, con 52 y Oaxaca, con 27, además, las agresiones que
más incidencia presentaron fueron ataques físicos/materiales, con 147,
amenazas, con 82 e intimidaciones, con 53, cabe destacar que los principales
agresores son funcionarios, señalados como responsables en 157 casos.
La violencia contra las mujeres ha ido en aumento, sobre todo en
el ámbito digital. El año pasado, 9 casos de violencia de género ocurrieron en
redes sociales, es en este contexto donde se observa un patrón claro de ataques
con uso de lenguaje violento, sexual, discriminatorio y misógino, muchas veces
desde el anonimato, sin que haya consecuencias legales o la atención necesaria
para evitar la normalización de estas agresiones, lo cual termina inhibiendo a
muchas mujeres en su ejercicio del derecho a la libertad de expresión.
Desde el 2000, 7 mujeres comunicadoras han sido asesinadas y otras
3 permanecen desaparecidas, ante este contexto, es urgente entender la
violencia de género para evitar que siga siendo minimizada, el acoso y el miedo
son armas que en las redes se dirigen y apuntan de manera estratégica y
organizada para callar voces necesarias en una sociedad plural e informada”.
No basta con sólo buscar “los mejores protocolos de seguridad para
los periodistas en otras entidades”, hay que crearlos, sobre todo, ir más allá,
adecuando nuestras leyes, para que quienes atenten, de cualquier forma, contra
el ejercicio periodístico, sea debida y enérgicamente castigado.
En el presente, con el nuevo cambio de poderes y legislatura, el
Estado de Veracruz, tiene una oportunidad para dar un paso al frente y
redimirse con el gremio periodístico, para tomar un papel realmente activo y no
sólo de palabra, sin promesas de una justicia, que cada día queda muy lejana.
Por lo que una propuesta, de conformar una Comisión Especial, pero
de verdaderos periodistas, para la adecuación de las Leyes, así como otras
normas para nuestra protección y garantía del libre ejercicio de nuestra labor,
debería ser tomada en cuenta, con comunicadores realmente al servicio de la
pluma y no del Estado.
Termino mi intervención, recordando que existe una premisa
aportada por el escritor, dibujante y humorista español, Jaume Perich Escala,
sobre lo que para él fue la libertad de expresión y que en México, así como en
Veracruz, aún falta para que se concrete, “Gracias a la libertad de expresión,
hoy ya es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada y
al gobernante tampoco”.