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lunes, 30 de mayo de 2016

Ser periodista una razón para vivir, una identidad....

Por Irene Arceo
Grandes maestros de este interesante oficio han sido nuestros guías y orientadores para conducirnos de la manera más profesional posible y hacer que nuestro trabajo sea productivo y redituable; respetable y digno.
Vivir y sostenerse económicamente de ser periodista es una tarea difícil ya que en el periodismo son indispensables el estudio, la actualización y la capacitación constantes, toda vez que nuestro trabajo consiste en investigar y describir el mundo contemporáneo, inmerso en un cambio continuo, profundo y dinámico.
 Ser periodista es una manera y razón de vivir, una profesión para toda la vida, una identidad. Y es que nosotros convivimos con esta profesión las veinticuatro horas al día. Un reportero, debe conocer gente, sumergirse en culturas, investigar sucesos, aprender del mundo y tener una curiosidad inagotable.
Cada vez que los periodistas platicamos entre sí, lloramos en nuestros hombros por las constantes frustraciones que ponen prueba nuestra entereza. La queja es:  se trabaja mucho por un salario muy bajo, luego, de pronto se pierde el empleo y difícilmente se consigue otro.
 El escritor y periodista internacional Ryszard Kapuscinski   quien nació en Bielorrusia en 1932 (entonces parte de Polonia) y falleció el 23 de enero de 2007, comentaba que antes, el periodismo era una misión practicada por unas pocas personas con amplios conocimientos de cultura e historia. Lamentablemente ahora ha pasado a ser una profesión de masas en la que no todos son competentes y piensan que puede abandonarse mañana, si no rinde los frutos económicos esperados.
Algunos reporteros   prefieren enfocarse más en el dinero y la fama a costa de la calidad. Conviene señalar que en los primeros pasos reporteriles es preferible centrar las miras en la calidad, aunque no pueda ganarse mucho dinero. Si al inicio se elige ganar menos, al final el periodista sale ganador. Porque nuestro oficio no arroja resultados inmediatos. Hay que trabajar muchos años sin desesperarse para lograr reconocimientos, la paciencia debe ser una de nuestras virtudes.
 Y es que, en el trayecto de esta carrera, aprendemos que nuestros lectores, oyentes, telespectadores son personas muy justas, reconocen enseguida la calidad de nuestro trabajo y, con la misma rapidez, empiezan a asociarla con nuestro nombre del cual van a recibir un buen producto. Ése es el momento en que se convierte uno en un periodista estable. No será nuestro director quien lo decida, sino nuestros lectores.
 Kapuscinski decía que, para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias, su destino. Ponerse en la piel de otro, en psicología se denomina «empatía», sólo con humildad se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera los problemas de los demás.
 La revolución tecnológica ha creado una nueva clase de periodista. En Estados Unidos les llaman media torcer. Los periodistas al estilo clásico son ahora una minoría. La mayoría no sabe escribir. Este tipo de periodistas con poco sentido ético o profesional, ya no se hace preguntas. Ahora la mayoría de estos media jokers cambian constantemente de trabajo; durante un tiempo hacen de periodistas, luego trabajan en otro oficio, … No se identifican con su profesión.
 El verdadero periodismo se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. Busca Informar, educar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento y el respeto del otro.
Los reporteros deben ser buscadores de contextos, de las causas que explican lo que sucede. La contextualización en las informaciones lo da el reportaje o la crónica. Sin esos elementos, los periódicos resultan aburridos y por ende   pierden ventas y lectores. Hay que decir que el arte del reportaje o la crónica no es el fuerte de los egresados de comunicación, sino está más vinculado a las letras y la literatura y se va a los libros porque ya no cabe en los periódicos, tan interesados hoy día, en las noticias breves, intrascendentes y sin contexto.
La entrevista es un valioso recurso en materia de periodismo subjetivo o de interpretación, porque permite al lector adentrarse en un diálogo que abre varias fuentes de información. El trabajo del reportero consiste en rescatar lo verdadero e interesante al escuchar al entrevistado en una atmósfera de confianza.
El gran autor estadounidense Ernesto Hemingway aplicaba la Teoría del iceberg-también conocida como la Teoría de la omisión-  en su estilo de escritura como reportero y corresponsal de guerra.  Esto es, centrar la redacción de artículos periodísticos en los hechos, omitiendo material superfluo. Al convertirse en un escritor, conservó este estilo minimalista, centrándose en los elementos de superficie, Hemingway creía que, si un escritor en prosa conoce lo suficientemente bien aquello sobre lo que escribe, puede silenciar cosas que conoce, así el lector tendrá de ese texto una sensación tan fuerte como si el escritor lo hubiera expresado, esto cabe en los entrelineados de información, porque el periodista conoce todo el iceberg y sólo muestra la punta.
Mi generación de periodistas, ahora veteranos, se formó leyendo a Armando Matear quien llegó desde Bélgica a América Latina, y en el último tercio del siglo XX su obra proporcionó otros ojos críticos para ver e imaginar la comunicación colectiva dentro de los procesos de reproducción y transformación social. Con la construcción de estos planteamientos conceptuales, Matear introduce una muy provocadora visión teórica, política y metodológica de la comunicación que dio origen a una nueva línea de análisis dentro de la sociología de la comunicación y la cultura. Apoyado en una metodología marxista de interpretación de los fenómenos sociales, originó una nueva escuela de pensamiento crítico en la región que se convirtió en un eje epistemológico fundamental para analizar la comunicación latinoamericana durante varios años.
 En nuestra formación como periodistas en la década de los 70s y 80s, destaca   el filósofo, erudito y educador canadiense Herbert Marshall Mechan, uno de los fundadores de los estudios sobre los medios y gran visionario de la presente y futura sociedad de la información. Mechan acuñó el término Aldea Global para describir la interconexión humana a escala global generada por los medios electrónicos de comunicación. Es famosa su sentencia "EL MEDIO ES EL MENSAJE".
Mechan es el creador de conceptos que interpretan a los medios de comunicación como extensiones de nuestro cuerpo y mente. La computadora o el celular, serían una extensión de nuestro sistema nervioso central.  Calificó a la TV como «el gigante tímido» (o la caja Idiota) y pretendía generar conciencia acerca de su enorme poder. Sostenía: SOMOS LO QUE VEMOS. FORMAMOS NUESTRAS HERRAMIENTAS Y LUEGO ÉSTAS NOS FORMAN.
Medio y mensaje funcionan en pareja: comprometidos. Por ello el contenido de cualquier mensaje resulta menos importante que el medio en sí mismo. El mensaje no se limita al contenido o información, porque de esta forma se excluiría una de las características más importantes de los medios: su poder para modificar el curso y el funcionamiento de las relaciones y las actividades humanas.
Cuando Mechan murió, la televisión por cable aún no era una realidad mundial, los habitantes de la 'Aldea Global' aún poco sabían sobre interactividad en red, e-booms, multimedia, videoconferencias... pero su obra ha dejado un marco teórico que permite estudiar y comprender la naturaleza de estos nuevos medios que han revolucionado la historia de la comunicación de la humanidad.
Para finalizar esta exposición me referiré a la masa. Este tema es magistralmente abordado en el libro Masa y Poder escrito por Elías Cañete, premio Nobel de literatura en 1981 que aborda el tema de la relación entre los diversos tipos de "masa" y las estrategias de control y poder en la opinión pública.
 La masa siempre quiere crecer y no existe ningún límite preestablecido que circunscriba el número de integrantes. En el interior de la masa siempre reina la igualdad: las diferencias entre los individuos se diluyen en pos de la fuerza común; se trata de un cuerpo en el que todos los elementos son iguales en la medida en que están fundidos, unificados y su proximidad y los hace sentir seguros.
La masa siempre necesita una dirección y una meta común e inalcanzada que esté por encima de las metas individuales de los integrantes, en tanto se sostiene y prevalece el sentimiento de igualdad como elemento de cohesión.
Cañete escribió: “Si las gacelas tuviesen religión, si el león fuese su dios, le podrían- para saciar su avidez- entregar por propia iniciativa, una gacela. Exactamente eso es lo que ocurre entre los hombres: del estado de miedo masivo deriva en ellos el sacrificio (religioso) que detiene la carrera y el hambre del peligroso poder por un tiempo”.
Por todo eso, resulta tan complejo formar opinión pública inteligente, madura, informada, si las masas están dosificadas con informaciones controladas desde los esquemas de poder y económicos, para estandarizar gustos comerciales, culturales y hasta preferencias electorales. Por todo eso –insistimos- la labor de un periodista es educar, informar.