Por Irene Arceo
Grandes maestros de este
interesante oficio han sido nuestros guías y orientadores para conducirnos de
la manera más profesional posible y hacer que nuestro trabajo sea productivo y
redituable; respetable y digno.
Vivir y sostenerse
económicamente de ser periodista es una tarea difícil ya que en el periodismo son
indispensables el estudio, la actualización y la capacitación constantes, toda
vez que nuestro trabajo consiste en investigar y describir el mundo contemporáneo,
inmerso en un cambio continuo, profundo y dinámico.
Ser periodista es una manera y razón de vivir,
una profesión para toda la vida, una identidad. Y es que nosotros convivimos con
esta profesión las veinticuatro horas al día. Un reportero, debe conocer gente,
sumergirse en culturas, investigar sucesos, aprender del mundo y tener una
curiosidad inagotable.
Cada vez que los periodistas
platicamos entre sí, lloramos en nuestros hombros por las constantes
frustraciones que ponen prueba nuestra entereza. La queja es: se trabaja mucho por un salario muy bajo,
luego, de pronto se pierde el empleo y difícilmente se consigue otro.
El escritor y periodista internacional Ryszard
Kapuscinski quien nació en Bielorrusia
en 1932 (entonces parte de Polonia) y falleció el 23 de enero de 2007, comentaba
que antes, el periodismo era una misión practicada por unas pocas personas con
amplios conocimientos de cultura e historia. Lamentablemente ahora ha pasado a
ser una profesión de masas en la que no todos son competentes y piensan que
puede abandonarse mañana, si no rinde los frutos económicos esperados.
Algunos reporteros prefieren enfocarse más en el dinero y la fama
a costa de la calidad. Conviene señalar que en los primeros pasos reporteriles
es preferible centrar las miras en la calidad, aunque no pueda ganarse mucho
dinero. Si al inicio se elige ganar menos, al final el periodista sale ganador.
Porque nuestro oficio no arroja resultados inmediatos. Hay que trabajar muchos años
sin desesperarse para lograr reconocimientos, la paciencia debe ser una de
nuestras virtudes.
Y es que, en el trayecto de esta carrera,
aprendemos que nuestros lectores, oyentes, telespectadores son personas muy justas,
reconocen enseguida la calidad de nuestro trabajo y, con la misma rapidez,
empiezan a asociarla con nuestro nombre del cual van a recibir un buen
producto. Ése es el momento en que se convierte uno en un periodista estable.
No será nuestro director quien lo decida, sino nuestros lectores.
Kapuscinski decía que, para ejercer el
periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer. Las malas
personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede
intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus
dificultades, sus tragedias, su destino. Ponerse en la piel de otro, en
psicología se denomina «empatía», sólo con humildad se puede comprender el
carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera los
problemas de los demás.
La revolución tecnológica ha creado una nueva
clase de periodista. En Estados Unidos les llaman media torcer. Los periodistas
al estilo clásico son ahora una minoría. La mayoría no sabe escribir. Este tipo
de periodistas con poco sentido ético o profesional, ya no se hace preguntas.
Ahora la mayoría de estos media jokers cambian constantemente de trabajo;
durante un tiempo hacen de periodistas, luego trabajan en otro oficio, … No se
identifican con su profesión.
El verdadero periodismo se fija un objetivo e
intenta provocar algún tipo de cambio. Busca Informar, educar de manera que
ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe
servir para aumentar el conocimiento y el respeto del otro.
Los reporteros deben ser
buscadores de contextos, de las causas que explican lo que sucede. La contextualización
en las informaciones lo da el reportaje o la crónica. Sin esos elementos, los
periódicos resultan aburridos y por ende
pierden ventas y lectores. Hay que decir que el arte del reportaje o la
crónica no es el fuerte de los egresados de comunicación, sino está más
vinculado a las letras y la literatura y se va a los libros porque ya no cabe
en los periódicos, tan interesados hoy día, en las noticias breves,
intrascendentes y sin contexto.
La entrevista es un valioso
recurso en materia de periodismo subjetivo o de interpretación, porque permite
al lector adentrarse en un diálogo que abre varias fuentes de información. El
trabajo del reportero consiste en rescatar lo verdadero e interesante al escuchar
al entrevistado en una atmósfera de confianza.
El gran autor estadounidense Ernesto
Hemingway aplicaba la Teoría del iceberg-también conocida como la Teoría de la
omisión- en su estilo de escritura como
reportero y corresponsal de guerra. Esto
es, centrar la redacción de artículos periodísticos en los hechos, omitiendo
material superfluo. Al convertirse en un escritor, conservó este estilo
minimalista, centrándose en los elementos de superficie, Hemingway creía que, si
un escritor en prosa conoce lo suficientemente bien aquello sobre lo que
escribe, puede silenciar cosas que conoce, así el lector tendrá de ese texto
una sensación tan fuerte como si el escritor lo hubiera expresado, esto cabe en
los entrelineados de información, porque el periodista conoce todo el iceberg y
sólo muestra la punta.
Mi generación de periodistas,
ahora veteranos, se formó leyendo a Armando Matear quien llegó desde Bélgica a
América Latina, y en el último tercio del siglo XX su obra proporcionó
otros ojos críticos para ver e imaginar la comunicación colectiva dentro de los
procesos de reproducción y transformación social. Con la construcción de estos
planteamientos conceptuales, Matear introduce una muy provocadora visión
teórica, política y metodológica de la comunicación que dio origen a una nueva
línea de análisis dentro de la sociología de la comunicación y la cultura.
Apoyado en una metodología marxista de interpretación de los fenómenos
sociales, originó una nueva escuela de pensamiento crítico en la región que se
convirtió en un eje epistemológico fundamental para analizar la comunicación
latinoamericana durante varios años.
En nuestra formación como periodistas en la década
de los 70s y 80s, destaca el filósofo, erudito y educador canadiense
Herbert Marshall Mechan, uno de los fundadores de los estudios sobre los medios
y gran visionario de la presente y futura sociedad de la información. Mechan
acuñó el término Aldea Global para describir la interconexión humana a escala
global generada por los medios electrónicos de comunicación. Es famosa su
sentencia "EL MEDIO ES EL MENSAJE".
Mechan es el creador de
conceptos que interpretan a los medios de comunicación como extensiones de
nuestro cuerpo y mente. La computadora o el celular, serían una extensión de nuestro
sistema nervioso central. Calificó a la
TV como «el gigante tímido» (o la caja Idiota) y pretendía generar conciencia
acerca de su enorme poder. Sostenía: SOMOS LO QUE VEMOS. FORMAMOS NUESTRAS
HERRAMIENTAS Y LUEGO ÉSTAS NOS FORMAN.
Medio y mensaje funcionan en
pareja: comprometidos. Por ello el contenido de cualquier mensaje resulta menos
importante que el medio en sí mismo. El mensaje no se limita al contenido o
información, porque de esta forma se excluiría una de las características más
importantes de los medios: su poder para modificar el curso y el funcionamiento
de las relaciones y las actividades humanas.
Cuando Mechan murió, la
televisión por cable aún no era una realidad mundial, los habitantes de la
'Aldea Global' aún poco sabían sobre interactividad en red, e-booms,
multimedia, videoconferencias... pero su obra ha dejado un marco teórico que
permite estudiar y comprender la naturaleza de estos nuevos medios que han
revolucionado la historia de la comunicación de la humanidad.
Para finalizar esta exposición
me referiré a la masa. Este tema es magistralmente abordado en el libro Masa y Poder escrito por Elías Cañete,
premio Nobel de literatura en 1981 que aborda el tema de la relación entre los
diversos tipos de "masa" y las estrategias de control y poder en la
opinión pública.
La masa siempre quiere crecer y no existe
ningún límite preestablecido que circunscriba el número de integrantes. En el
interior de la masa siempre reina la igualdad: las diferencias entre los
individuos se diluyen en pos de la fuerza común; se trata de un cuerpo en el
que todos los elementos son iguales en la medida en que están fundidos,
unificados y su proximidad y los hace sentir seguros.
La masa siempre necesita una
dirección y una meta común e inalcanzada que esté por encima de las metas individuales
de los integrantes, en tanto se sostiene y prevalece el sentimiento de igualdad
como elemento de cohesión.
Cañete escribió: “Si las
gacelas tuviesen religión, si el león fuese su dios, le podrían- para saciar su
avidez- entregar por propia iniciativa, una gacela. Exactamente eso es lo que
ocurre entre los hombres: del estado de miedo masivo deriva en ellos el
sacrificio (religioso) que detiene la carrera y el hambre del peligroso poder
por un tiempo”.
Por todo eso, resulta tan complejo
formar opinión pública inteligente, madura, informada, si las masas están
dosificadas con informaciones controladas desde los esquemas de poder y
económicos, para estandarizar gustos comerciales, culturales y hasta preferencias
electorales. Por todo eso –insistimos- la labor de un periodista es educar,
informar.