PERSISTE TRANSPARENCIA FARAÓNICA.
Por Rafael Arias Hernández.
Faltan 683 días,
para rescatar a Veracruz y cumplir con lo prometido.
Quedan también 74
días, para saber de los alcances del “cheque en blanco”, otorgado para precisar y presentar el obligado presupuesto
anual, por ahora cuestionado y pospuesto.
Mientras, gozan del
ejercicio del gobierno estatal, los partidos políticos antes opuestos, pero ahora aliados y corresponsables,
PAN y PRD, con sus cómplices o domesticados
agregados; frente a frente con MORENA, como indiscutible oposición creciente.
Unos en el rápido
deterioro del no poder, de sus errores y sus circunstancias; y el otro, cada
vez más identificado con la inconformidad y el hartazgo social.
Del PRI ni hablar,
da pena, literalmente rumbo al despeñadero.
Los de los
comprometedores discursos y repetidas promesas, ahora prueban y comprueban que
no es, ni será fácil asumir las responsabilidades adquiridas y cumplir.
Continúan
nombramientos, operaciones e instalación
del nuevo y breve gobierno; siguen ajustes y
transformaciones, con algunos anuncios esperanzadores de acciones e
inversiones oficiales por hacer y consolidar, como las de recuperar y
fortalecer capacidad de servicio del sector salud y de seguridad pública. Mucho que lograr y más por
esperar del cambio que no cambia.
Por lo pronto. En
Veracruz desempleo, pobreza, hambre e inseguridad persisten y hasta se
incrementan, influenciados por contextos
nacional y mundial cada vez más difíciles, complicados y adversos.
Desde siempre. Importante
identificar y reconocer esfuerzos, así como los contados logros y avances. Urgente
erradicar perversidades y atrocidades,
que abundan; y apremiante apoyar intentos serios y consistentes, si los hay. Siempre tener presente, que se insistió e
insiste: no más de lo mismo o peor.
En fin, hay que dar
unos días más, a la oportunidad oficial y empezar a evaluar hechos y resultados, basados en cumplir y hacer cumplir
las leyes; los comprobables logros y avances prometidos; y la alternancia del cambio real, no
simulado.
Y ni modo, hay que
seguir preguntando: ¿En dónde están los miles de millones de pesos
desaparecidos? ¿Siguen y seguirán impunes los mega saqueadores? ¿Quiénes ahora
son cómplices?
OPACIDAD, RAPACIDAD E INEFICIENCIA.
Si bien para la
cultura democrática, es necesario dar tiempo a la oportunidad de la
alternancia, para que muestre lo que tiene, inicie lo que sabe, e intente lo
que puede y debe
Es claro y
evidente, que desde el principio, hay que insistir en lo trascendente y
fundamental, como asegurar transparencia y rendición de cuentas, fiscalización
y evaluación social. No hay tiempo, Veracruz padece demasiados daños y no puede
esperar o arriesgar a que se repitan y
profundicen.
En lo poco o mucho
que se haga, hay que informarse e involucrarse, aprovechar pertinencia y oportunidad para ejercer
derechos y libertades, para participar
responsable y permanentemente, en todo asunto público.
Transparentar, no
aparentar. Acceso a la información real.
¿Estamos y vamos
bien? ¿Para quién, cómo y con qué resultados trabajan y concluyen, los que gobiernan, tanto electos, como impuestos o nombrados?
Evidente y
creciente distanciamiento entre decir y hacer gubernamental. Historia nacional
y estatal, de interminable simulación y
manipulación, de repetir y redundar, con lo mismo y peor, reflejado en catastróficos
resultados oficiales, en limitaciones y sacrificios para demasiados.
Ritual hecho
costumbre, que se reproduce básicamente en tres aspectos: primero, en cuanto a
qué y para quién; segundo, en la forma o cómo hacerlo; y tercero, en resultados
de pérdida o beneficio, para sacrificados o favorecidos.
Así seguimos. Disciplinados
a escuchar el discurso gubernamental, que asegura e insiste que lo que se hace,
es y está dirigido a atender
prioritariamente rezagos, necesidades básicas y mejorar bienestar de la población; y al mismo tiempo, para resolver problemas y
conflictos sociales, viejos y nuevos.
Adiestrados para experimentar y soportar, conocidas y repetidas
formas, medios y procedimientos oficiales, que caracterizan el cómo y la manera
en que operan y funcionan los diversos ámbitos de gobierno.
Y acostumbrados a
obtener y padecer más o mayores pérdidas, fracasos y retrocesos en similares o
iguales resultados, que una y otra vez muestran que se va de mal en peor.
Historia repetida
hasta el cansancio. Persistir en el error, resulta inexplicable o raro, hasta que se sabe quiénes son o resultan ser los beneficiados.
De ahí que es urgente
cambiar, transformar ritual y forma. Insistir en desplazar obsoletas,
infructuosas y hasta contraproducentes costumbres, procedimientos y respuestas gubernamentales.
Señalar y denunciar
que, además de perjudiciales y costosas, son formas de contribuir a aumentar problemas y agravarlos. Porque también implican
apoyar o fomentar ineptitud y corrupción,
ineficiencia y delincuencia gubernamental, que fortalecen o benefician a intocables y
reciclables, bajo la seguridad de la
continuidad de complicidad e impunidad.
Repetir e insistir,
que urge transparencia y acceso a la información, fiscalización y evaluación
social. De lo contrario, resignarse a padecer y pagar las consecuencias.
En Veracruz,
injustamente sigue pendiente la actualización y armonización al Sistema
Nacional Anticorrupción, de acuerdo a la reforma constitucional de 2014.
“Toda la información en posesión de cualquier autoridad, entidad, órgano y organismo
de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, órganos autónomos, partidos políticos, fideicomisos y
fondos públicos, así como de cualquier
persona física, moral o sindicato que reciba y ejerza recursos públicos o realice actos de
autoridad
en el ámbito federal, estatal
y municipal, es pública…”
“En la interpretación de
este
derecho deberá prevalecer el principio de máxima publicidad. Los sujetos obligados deberán documentar todo acto que derive del ejercicio de sus facultades, competencias o
funciones…”
Imposible ignorar o
minimizar, que con variantes, seguimos prisioneros
de la tradicional, conocida y padecida transparencia faraónica.
Forma comunicativa oficial dominante,
que preferentemente exalta acto y discurso, foto o video, boletín y mensaje, con
frecuencia apoyados en pago por entrevista o difusión de contenido.
Costosa publicidad y propaganda, de
exaltación y culto a la personalidad, con cargo al presupuesto. Forma obsoleta
y convenenciera, basada en secretismo y discrecionalidad, simulación y engaño,
manipulación y enajenación; y hasta sensacionalismo o terrorismo comunicativo
ramplón o complejo, que impide el derecho básico a información, para la toma apropiada
y oportuna de decisiones, fundamental para evitar o repetir errores.
Continuaremos…
*AcademicoIIESESUV@RafaelAriasH.Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez