Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Lo bueno del mensaje de Miguel Ángel Yunes Linares
tras entregar su primer informe de gobierno, es que fue breve. Quitando los
saludos al respetable duró apenas 39 minutos. Nada en comparación con las
kilométricas peroratas de sus antecesores.
De ahí en fuera aquello fue un compendio de lugares
comunes, desde el clásico “recibimos un estado en ruinas”, hasta el no menos
clásico “Veracruz va por el camino correcto”.
Pero ¿qué tuvo de destacado el mensaje? La verdad
nada.
Como aprendiz de reportero que soy, me tocó releer su
discurso, convertirlo en nota informativa y ponerle una cabeza atractiva. Todo lo
cumplí a excepción de la cabeza atractiva porque el mensaje nomás no dio para
eso.
Una cabeza atractiva hubiera sido: Disminuyen las
ejecuciones durante el primer año de gobierno de MAYL. Otra: Veracruz ya no
está entre los diez estados más inseguros del país. Otra más: Aumenta el
turismo en Veracruz; se crean nuevas fuentes de empleo. Y en el balazo:
Visitantes extranjeros aplauden el clima de seguridad y paz que se vive en la
entidad.
¿Obras? Pues pocas, muy pocas. Una escuelita por aquí
(aún no terminada); un hospitalito por allá (que se está reconstruyendo); una torre
pediátrica que la banda de Duarte hizo de plastilina y que también se está
reconstruyendo, y una autopista cuyo dinero provino de la Federación y no del
gobierno estatal, como se anduvo cacareando.
¿Promesas? Muchas. Estas son algunas: “Tendremos más
empleo. En breve empresarios nacionales anunciarán una importante inversión en
la entidad. Veo el 2018 como el año del relanzamiento de Veracruz” y así por el
estilo.
Pero algo más palpable y tangible no lo tuvo el
mensaje de Yunes Linares que sigue viendo un Veracruz muy por encima de la
percepción que tienen la gran mayoría de los veracruzanos.
Y a falta de argumentos más sólidos volvió a arrearle
a Duarte y su banda, volvió a hablar de las 6 mil cámaras de video que harán
(ahora sí) más segura a la entidad, de la renegociación de la deuda y del Túnel
Sumergido que no sé por qué lo incluyó en su mensaje, cuando ya estaba
terminado el 1 de diciembre del 2016 y lo único que hizo fue cortar el listón
inaugural.
¿Y cómo ayudarlo cuando los indicadores de eficacia,
eficiencia y transparencia están peor que cuando llegó a la gubernatura? ¿Cómo
tener su optimismo cuando el índice de desempleo sigue a la alza? ¿Cómo creer
en el relanzamiento de Veracruz y en empresarios que invertirán sepa Dios
cuántos millones, cuando los índices delincuenciales no han bajado un ápice en
sus once meses de gobierno?
Pero el señor gobernador estuvo contento (o al menos
eso aparentó), a pesar de que por primera vez en muchísimos años el presidente
de la República no envió un representante personal a escuchar el mensaje, y no
hubo acarreados, ni matracas, ni bulla de la buena. Acaso leves aplausos de
cortesía y nada más.
En síntesis, fue un discurso sin nada digno de
escribir a casa, como decía el maestro de la narración boxística Jorge “Sonny”
Alarcón, después de una pelea más aburrida que ver caminar un caracol.
El tiempo pasa y Yunes Linares ya quemó 350 de los 730
días que tendrá su gobierno. Es decir, le faltan 380 y no se ve por dónde
Veracruz vaya a salir del atolladero.