Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Este jueves arrancan las precampañas y con ellas la
difusión de 59 millones 731 mil 200 spots que se transmitirán durante los
próximos doscientos días, es decir, hasta la víspera de las elecciones del próximo
1 de julio.
Cada día seremos acribillados por 298 mil 656 spots;
cada hora serán 12 mil 444 y cada minuto 207.
Qué bárbaros, ni Joseph Goebbels, el jefe de
propaganda de Adolfo Hitler, ni el mismo Führer recurrieron a una campaña de
difusión tan brutal.
A partir de este jueves, incluso en los canales de
paga, verás lector a decenas de sujetos y sujetas prometiéndote el paraíso y
sus encantos si votas por ellos.
¿De quién fue esta idea? Pues de los diputados federales,
de quién más. ¿O es que alguien conoce a personas más obtusas?
Debido a que en el 2006 la gente de Andrés Manuel
López Obrador se quejó de que su gallo había perdido la elección, entre otras
cosas, porque la iniciativa privada pagó unos spots donde afirmaban que era un
peligro para México, los diputados idearon y aprobaron una reforma electoral
que prohíbe a partidos políticos y particulares comprar espacios en medios de
comunicación para hacer proselitismo electoral.
La Ley, como casi todas las que hacen los diputados, fue
hecha sobre las rodillas y establece que ahora los tiempos oficiales en los
medios los maneje “de manera equitativa” la autoridad electoral.
¿Y quién da el dinero a la autoridad electoral? Pues
los mexicanos que pagan sus impuestos.
Lo paradójico de esta situación es que mientras
pegamos de gritos porque un sujeto sectario y racista llamado Donald Trump, nos
quiere poner un muro en la frontera norte y exige que lo paguemos, guardamos
vergonzoso silencio cuando literalmente nos están obligando a pagar más de 59
millones de spots infumables y vomitivos, que no nos van a redituar
absolutamente nada.
En 2012 y 2015 tuvimos una probada de la mentada
equidad partidista y quedamos hastiados y asqueados. Y a partir de este jueves
nos la van a volver a aplicar.
Y es aquí cuando uno se pregunta, ¿se necesita esa
cantidad de spots para que un ciudadano reafirme o cambie su intención del
voto?
Cada vez que uno interroga a un funcionario del INE sobre
el fenomenal dispendio para las elecciones, invariablemente contesta que es porque
la democracia cuesta caro, pero eso es una falacia.
Hace 2 mil 500 años, los atenienses que fueron los
inventores de la democracia, hacían sus elecciones votando con piedras. En
cestos de paja ponían una piedra blanca si querían que los gobernara el
candidato Fulano, o una piedra negra si deseaban que fuera Zutano. Y nadie
votaba dos veces, es decir, no había carruseles, ratones locos o urnas
embarazadas.
En países de la Unión Europea como España, la gente
vota con su licencia de manejar si olvidó su credencial de elector. Y ese voto
cuenta.
Es una vergüenza que en este país se gasten miles de
millones de pesos en unas elecciones presuntamente súper vigiladas, si al final
terminarán dilucidándose en los tribunales electorales, con lo que el voto
ciudadano habrá valido sorbete lo mismo que los miles de millones de pesos
gastados en las campañas.
Este atentado visual y auditivo que estamos a punto de
padecer durante los próximos doscientos días, debe ser revisado y condenado. No
es posible que se permita una situación de esta naturaleza.
Esto debe cambiar y si no lo promovemos los
ciudadanos, los zánganos mantenidos que tenemos en el Congreso Federal seguirán
cometiendo babosadas como la de avalar más de 59 millones de spots para un
proceso electoral.
Pero mientras eso sucede, acomódate en tu sillón
favorito, lector, y prepárate a recibir una millonaria andanada de mensajes
insulsos e idiotas que ningún bien le hacen a la democracia de este país.