Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Hasta los enemigos del PRI coinciden en que la
designación de José Yunes Zorrilla como precandidato del tricolor a la
gubernatura de Veracruz, fue un acierto que sirvió para unir al resquebrajado
partido.
Otro candidato, el que fuera, hubiera ocasionado divisiones,
recelos y quizá hasta la desbandada de una que otra docena de militantes.
Pero si su candidatura es bien vista por siete de cada
diez veracruzanos, ¿por qué entonces va en tercer lugar en las encuestas?
¿Será por el efecto Duarte?
Imposible; Javier Duarte y José Yunes nunca fueron
amigos y los señalamientos de éste a las constantes metidas de pata del entonces
Gobernador terminaron de distanciarlos.
¿Será porque Pepe es priista?
Pudiera ser. Pero en esta elección la ciudadanía
votará por el candidato más que por el partido. De tan honrado, Pepe no parece
priista y nadie lo compararía con Fidel o con Javier. A éstos los acusaron de
corruptos y bandidos casi desde que empezaron en la política, cosa que no ha
sucedido con Yunes Zorrilla porque no es ni lo uno ni lo otro.
¿Entonces? Quizá la respuesta la tenga el propio José.
Durante su registro como precandidato, hizo un llamado
a todos los priistas a sumarse a su proyecto. Palabras más, palabras menos,
dijo que la suya sería una campaña de inclusión donde todos cabrían.
El problema es que todos, absolutamente todos le
tomaron la palabra. Y en la bola se colaron priistas impresentables e indeseables;
así como quienes ya deberían estar en su casa atendiendo sus achaques y
cuidando a sus nietos.
Entre los impresentables hay resabios del duartismo (algunos
de ellos mal llamados líderes sociales) que siguen medrando en el PRI como en tiempos
de Javier.
Pero también hay indeseables; aquellos que sin dejar
de ser priistas, apoyaron la campaña del actual inquilino de Palacio de
Gobierno a cambio de la promesa de una vida política mejor; pero cuando éste
les dio una patada en el trasero, se mantuvieron con bajo perfil hasta que José
Yunes resultó precandidato y ahora son más pepistas que Pepe.
Cuenta el periodista Federico Arreola que de gira por
Coahuila, el malogrado candidato Luis Donaldo Colosio se enteró que en un
evento al que asistiría, se tendría que sentar a lado de un ex gobernador con
fama de bandido. Colosio ordenó que el tipo fuera retirado o no entraría al
evento.
Y lo retiraron.
Horas después y en charla con gente de su cercanía, el
sonorense manifestó: “Quiero prestigio a mi lado, no desprestigio”.
Bien haría José Yunes en sacudirse a los
impresentables e indeseables que se le han pegado como lapas y desprestigian su
campaña. Mandarlos lejos le serviría para sumar puntos que en estos momentos le
hacen mucha falta.
La herida del duarismo sigue abierta, a flor de piel,
supurando en cada uno de los ocho millones de veracruzanos que fueron engañados
y robados. Nada bien le hace a Yunes Zorrilla pasearse y retratarse con miembros
de esa banda de truhanes.
Tampoco le hace ningún bien el Consejo de Ancianos del
PRI. Tricolores que sirvieron al partido como hampones electorales en tiempos
pretéritos, y que mucho le ayudarían dejándole los reflectores en lugar de
estorbarle con su protagonismo.
En política hay sumas que restan y la presencia de individuos
como Carlos Brito, Gonzalo Morgado Huesca y otros de esa camada, le quitan
prestigio al precandidato. Si en verdad lo quieren ayudar, deben hacerlo con su
ausencia.
El peroteño multiplicará sus posibilidades de triunfo
si reúne en su entorno a colaboradores de probada honestidad. La probidad es
una de las mejores cartas de presentación de todo candidato ante el electorado.
Ojo; ni manejo ni pretendo manejar la campaña de Pepe
Yunes por lo que mis argumentos pueden valer sorbete. Pero como simple
ciudadano, veo con preocupación que un político sin mácula como él ande rodeado
de sujetos que lo pueden hacer perder. Incomodando y estorbando a cada paso, y restándole
simpatías, adhesiones y votos con su indeseable presencia.