Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Este martes, después de que el gobernador Miguel Ángel
Yunes Linares presentara su programa carretero para el 2018, hizo una petición
evidentemente de buena fe: “Quiero pedirles que confiemos en este nuevo
Veracruz, que veamos a Veracruz con optimismo, que dejemos de pensar en el
Veracruz negativo y de noticias malas y hablemos hoy de este Veracruz que está en
franco proceso de desarrollo”.
Esto me llevó al 19 de octubre del 2011 cuando Javier
Duarte dijo a los periodistas: “Veracruz no sólo es nota roja. Yo sé que para
ustedes las malas noticias son buenas noticias. Pero también hay buenas noticias,
y quiero decirles que hay notas importantes como las inversiones, el
crecimiento económico, la generación de empleos y la infraestructura que se
viene haciendo…”.
Duarte habló de las “buenas noticias” un mes después
de que se fugaran casi al unísono, 32 reos de tres penales estatales y de que
fueran tirados 35 cadáveres en la Zona Dorada de Boca del Río, el día que se
realizaría en esa ciudad el XI Encuentro Nacional de Procuradores de la
República.
Este martes Yunes Linares pidió dejar de pensar en
malas noticias, el día que se volvió a recrudecer la violencia con al menos
diez asesinatos repartidos en los municipios de Río Blanco, Tihuatlán, Agua
Dulce, Coatzacoalcos, Cosoleacaque y Pánuco.
En este último municipio aparecieron restos humanos en
tres comunidades y 24 horas antes, el grupo delictivo La Sombra organizó un
festejo de Dia de Reyes a la vista de todos; más que nada para mandar el
mensaje de que en ese pueblo no hay más ley que la de ellos.
¿Cómo hablar de Veracruz con optimismo cuando aparecen
unas mantas amenazantes en el centro de la entidad? ¿Cómo hablar de paz cuando
mataron a otro ex alcalde? ¿Cómo hablar positivamente de nuestro estado cuando
el mismo Gobernador da la nota escandalosa al trenzarse en un duelo verbal con
un sujeto que quiere ser presidente de la República?
Si, en Veracruz se trabaja, se estudia y se construye,
pero en medio de una latente zozobra que nadie puede soslayar y mucho menos
negar.
Los veracruzanos amamos a nuestro estado y hablamos
maravillas de él sin necesidad de que nos aconsejen hacerlo. Y si hablamos así
es porque Veracruz está plagado de gente buena, atenta y educada. Porque
estamos cargados de historia y costumbres que nos enorgullecen a pesar de los
pésimos gobiernos que hemos padecido.
Veracruz era un lugar para presumir hasta que llegaron
políticos sin escrúpulos que nos saquearon y le abrieron la puerta a los
bandidos. Por eso ahora, cuando hablamos (invariablemente bien) de Veracruz lo
hacemos con un dejo de nostalgia.
Al igual que Duarte, Yunes Linares habla de paz en un
estado donde el año anterior se cometieron más de mil 700 ejecuciones y más de
150 feminicidios.
Al igual que Duarte, se empeña en decir que los
índices delictivos han bajado cuando la percepción ciudadana es otra y al igual
que Duarte, habla de cientos de obras y empleos que hasta el momento no hemos
visto.
Por lo anterior, es imposible no recordar a Duarte
cuando nos invita a que dejemos de pensar en el Veracruz negativo.
El problema es cómo, Gobernador; cómo le hace uno para
hablar de ese Veracruz que solo ve usted, sin contradecirnos con la realidad.