Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Que un sujeto que se dice político cambie de chaqueta
para brincar a otro partido, no es ni noticia ni novedad. Y menos en tiempos
electorales.
Un caso emblemático es el de los perredistas que se
fueron en bola a Morena. Con ellos se fueron personajes como René Bejarano que
tras servir hasta de tapete de Andrés Manuel López Obrador, fue abandonado por éste
cuando lo enviaron a la cárcel por recibir dinero para el propio Andrés Manuel.
También se fue a Morena la esposa de René, Dolores
Padierna, que junto con su marido sufrió la indiferencia y abandono del mesías.
A pesar del olvido y los desaires, ambos personajes se
adhirieron a la causa del tabasqueño a ver si con eso les hace la caridad de
voltearlos a ver de vez en cuando.
Son tantos los chaqueteros que uno más no hace bulla.
Que un señor que se llama Sebastián Reyes Arellano haya
brincado de Morena al PAN, no es para que nadie pierda el sueño.
Pero que diga estupideces, eso si es noticia.
Reyes Arellano, abogado de profesión, salió de la nada
y llegó a la curul plurinominal gracias a la tómbola que organizó Morena para
escoger a sus candidatos. Antes de eso al tipo no se le conocía ninguna
actividad política.
En febrero renunció a Morena y anduvo un tiempo como legislador
independiente, hasta que los panistas le hablaron bonito al oído y lo
incorporaron a sus filas.
Sebastián Reyes ha tenido dos momentos destacados en
el Congreso; el primero fue cuando se encadenó por espacio de diez minutos a la
tribuna como protesta porque no lo incluyeron en la orden del día, y el segundo
fue cuando pidió la palabra para anunciar que le habían robado su celular.
Convertido en férreo defensor de las políticas
implementadas por Miguel Ángel Yunes para combatir la inseguridad, Reyes
Arellano culpó a los medios de comunicación de magnificar la violencia en la
entidad.
En conferencia de
prensa manifestó: “Ya lo dijo el señor gobernador, la pugna es entre cárteles
rivales, la ciudadanía no se queja de esa situación, los que se quejan son los
medios de comunicación, y lo digo con todo respeto. Pero la ciudadanía no se ha
quejado de la inseguridad. Yo no he escuchado quejas al respecto”.
Para dar más fuerza a sus palabras agregó: “Yo veo una
región sur tranquila, vivo en Coatzacoalcos y la veo tranquila. Leo periódicos,
pero los medios de difusión magnifican este tipo de hechos”.
Úchale, ahora resulta que los cinco decapitados en
Tlapacoyan, más los cuatro de Sayula y los nueve desmembrados en Xalapa, son
culpa de los medios de comunicación que cometieron el pecado de dar a conocer
esos crímenes.
En plan de seguir justificando la inoperancia de las
autoridades estatales, Reyes Arellano dijo que ni los gobiernos más avanzados
del mundo tienen la capacidad de frenar este tipo de delitos.
Optimista ante todo, indicó que la delincuencia no
afecta ni afectará la imagen del gobierno estatal ni las elecciones ya que
-volvió a reiterar-, en Veracruz se vive con tranquilidad y la violencia es
cosa de los medios de comunicación que la magnifican.
Santo Dios… y pensar que con esa estrechez de criterio
y gracias a una tómbola, este tipo se convirtió en representante popular.