Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Si bien es cierto que terminaron las precampañas,
ahora tendremos que soplarnos las intercampañas que no son otra cosa que la
misma guerra de lodo, sólo que con otros protagonistas y que tendrán una
duración de 45 días.
Un ejemplo de estas intercampañas es la acusación que
la diputada Eva Cadena, lanzó contra tres legisladores de Morena a los que señaló
de ser los autores de orquestar el montaje de unos videos, donde se le ve
recaudando dinero presuntamente para la campaña de Andrés Manuel López Obrador.
Los legisladores embarrados son Amado Cruz Malpica,
coordinador de la bancada de Morena; la diputada federal, Rocío Nahle y el
también diputado federal, pero además abanderado de ese partido a la
gubernatura, Cuitláhuac García.
Eva Cadena ofreció una conferencia de prensa en la Ciudad
de México, donde dijo que este jueves presentará una denuncia ante la Fiscalía
General de Veracruz contra estas tres personas por el delito de delincuencia
organizada.
Ni Eva ni los tres presuntos inculpados son peritas en
dulce; cada uno tiene su cola bien larga para que se la pisen. Pero ese no es
el caso, sino el hecho de que Miguel Ángel Yunes Linares ya estaría comenzando su
guerra para bajar de las preferencias electorales a Cuitláhuac García y
favorecer a su hijo en la lucha por la gubernatura.
Al menos así lo aseguran los acusados quienes dijeron que
Yunes es la mano que mece la cuna de Eva Cadena.
Si esto es cierto, el gobernador está recurriendo a
rudeza innecesaria porque es bien difícil que Cuitláhuac gane la elección de
julio.
El pobre chavo es un cero a la izquierda cuando no está
cerca de él su maestro AMLO.
Cuando el tabasqueño dejó de asistir a los mítines de
Cuitláhuac, estos se convirtieron en juntas vecinales. Y es que su pupilo no
trae nada en la cartuchera como para inquietar a los abanderados del PAN y del
PRI.
En síntesis, si Andrés Manuel desea de verdad que
Cuitláhuac gane la gubernatura, lo va a tener que acompañar incluso a votar el
día de la elección. De otra manera poco es lo que podrá hacer el muchacho.
A quien sí puede pegarle de manera directa la
acusación de Eva, es a Rocío Nahle, con la que trae pleito personal y no piensa
soltarla hasta verla en la lona.
Rocío Nahle era la consentida de AMLO en Veracruz (en
el buen sentido de la palabra, hago la aclaración pertinente) hasta antes de
que llegara la ex panista Eva Cadena a incorporarse a las filas de Morena.
Prácticamente de la noche a la mañana, Eva se
convirtió en la predilecta del mesías que la hizo diputada y la impuso como candidata
a la alcaldía de Las Choapas a pesar de las protestas de los mismos morenos.
Todo esto despertó los celos de Rocío, quien según la
propia Eva, fue la que filtró los videos y pidió su expulsión del partido, “aunque
se violaran mis derechos políticos y mi presunción de inocencia. Y fue la
primera en asegurar, dolosa y falsamente, que yo era parte de un plan del PAN y
del PRI para afectar la imagen de López Obrador”.
El pleito entre estas mujeres, así como el mal inicio
de los alcaldes de Morena en la entidad (que hasta el momento no han dado una),
beneficiará sin duda la candidatura del panista Julen Rementería a la senaduría por Veracruz
en detrimento de Rocío.
Pero irse contra Cuitláhuac es -insisto-, rudeza
innecesaria. No hay necesidad de empujarlo para que se caiga.
El joven aspirante solito se está descarrilando.