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viernes, 18 de mayo de 2018

Qué calamidad con Hipólito


Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
El martes de la semana anterior, una persona de la tercera edad increpó acremente al alcalde xalapeño Hipólito Rodríguez Herrero durante la sesión del Cabildo.
Sin duda esto fue la continuación del escándalo que armaron los xalapeños en redes sociales al enterarse que su austero alcalde gana un sueldazo, lo mismo que sus regidores.
Queriéndose congraciar con sus gobernados, Hipólito anunció que se bajaría el salario de 130 mil a solamente 60 mil pesos.
Pero en lugar de aplausos lo que recibió fue un estentóreo: “¡Qué bruto, pues qué es lo que hacen!” de este ciudadano que se hizo de palabras con el munícipe. “Es vergonzoso. Es peor lo que nos están haciendo a que nos mentara usted la madre” le dijo, mientras se ponía de pie y agitaba unos documentos delante del alcalde.
Este hombre se refería a un problema que hay en su colonia y que Hipólito se ha negado a resolver. Lo que sí hizo el alcalde fue tratar de callarlo: “Usted no tiene derecho a hablar en esta sesión”.
-Ah caray, entonces soy un cero a la izquierda aquí. Qué tristeza, yo soy un ciudadano”- espetó el hombre, a lo que Hipólito contestó con sorna: “Ya tendrá derecho de hablar. Y no se entristezca”.
Evidentemente furioso e impotente el hombre se sentó, pero mientras lo hacía, tuvo la osadía de levantar el brazo derecho con el puño cerrado en un ademán  que desde tiempo inmemorial conocemos como una mentada de madre.  
Qué tristeza que un sujeto con los blasones universitarios que tiene este nativo de Xochimilco y que llegó a la alcaldía de Xalapa más por hartazgo ciudadano que por méritos propios, no pueda resolver los problemas de una ciudad como la capital veracruzana.
Y más tristeza es que los xalapeños que creyeron en él y le dieron su voto le estén perdiendo el respeto.
Sin duda el hombre que estuvo en el Cabildo es uno de ellos.
En otro pleito, el que tuvo el alcalde con el gobernador Yunes Linares por negarse a la instalación de unas cámaras de videovigilancia, llegó a feliz término gracias a la presión de empresarios y la ciudadanía y no a sus buenos oficios.
Al parecer, los empresarios amenazaron con cerrar sus negocios por 24 horas, no pagar impuestos y organizar una megamarcha, si Hipólito se empecinaba en negar el permiso para poner las dichosas cámaras, por lo que tuvo que doblar las manos.
Duro debió haber sido para él asistir este miércoles a Palacio de Gobierno a escuchar la filípica de Yunes Linares sobre la manera en que resolverá el problema de la inseguridad en Xalapa.
Pero además de esa existen otras contrariedades que Hipólito no ha podido resolver.
En cinco meses de gobierno no ha pavimentado una calle, no ha reconstruido un aula, no ha ordenado obras de drenaje, no ha llevado agua potable a colonias de la periferia, no ha mejorado los mercados, no ha limpiado los parques y jardines y no ha cumplido decenas de promesas a las que se comprometió como candidato.
Lo que sí ha hecho es pelearse aquí y allá con quien se le pone enfrente. Se ha peleado con los trabajadores del Ayuntamiento, se niega a dar apoyos en zonas marginales, les niega espacios a los vendedores ambulantes y se ha desentendido de la seguridad que exigen los xalapeños. Aunque al parecer este problema ya se lo van a resolver.
Si creyó que con portar la camiseta de Morena las broncas de Xalapa se acabarían como por encanto, se equivocó completamente. Como se equivoca si piensa que con esos desplantes le abonará votos a su candidato a gobernador, Cuitláhuac García.
Si en tiempos de Duarte la Plaza Lerdo estaba colmada de manifestantes, ahora esas manifestaciones se han trasladado a Palacio Municipal.
Hipólito Rodríguez se ha convertido en una calamidad porque no dialoga, no consensa y no concilia y así no se puede gobernar.
Vaya que han sido duros estos cinco meses para los xalapeños con el alcalde que les tocó en suerte. Pero más duros deben ser para el propio Hipólito y su ego. Sobre todo, cuando le van con la noticia de que su antecesor Américo Zúñiga Martínez goza del respeto, gratitud y aprecio de quienes fueron sus gobernados, en cualquier punto de Xalapa donde se para.
Esto debe ponerlo lo que le sigue a histérico.