LIVIA DÍAZ
XALAPA.- Es martes, es día en que hay sesión de la Legislatura. Siento el fastidio. El cansancio de realizar un trabajo que ya no es oreroso, generoso ni de prestigio. en Veracruz ya la prensa está como en la infancia, brincando la cuerda, el resorte, o haciendo cebollitas.
Allá estará "bueno" como dicen algunos compañeros de oficio. Es día en que querrán elegir, sí o sí, al Fiscal Anticorrupción, uno "a modo", y así fue.
Generalmente la palabra del periodista se cumple, pero al exhibirla en el papel, de la misma la gente difiere. Deberían creer más en el experto, pero están adiestrados a dudar hasta de la imagen, quien esto vió, repitió escenas vistas hace dos años. Otra vez, los guaruras del Congreso le pegaron a Rubén Morales y a Walter, además a José Luis chico y al grande. De repente, la madre y esposa, Maritza Pulido, salió corriendo con la cámara, cuando debió ir con el botiquín de primeros auxilios. Me dí cuenta de todo cuando bajó al anfiteatro, allí los gorilas se esmeraban en aparentar que nada pasó, recorriendo las pesadas cortinas rojas que dividen el lugar de los hechos (la madriza) del resto del recinto en donde, en ese momento había dos tribunas, las de los que tomaron los lugares del cuerpo presidencial de la 64 Legislatura, y la del improvisado, en donde todos los chiquillos de 30 y más, experimentaron, por segunda vez en dos años, lo que es ejercer el poder de poder hacer su santa voluntad con el estado "más próspero". Todo lo retrató Miguel Ángel Carmona, el ídolo del momento, porque ha tenido el acierto de mostrarnos en su trabajo, con una sola toma, que en la realidad, sí se puede creer. Sin embargo, parafraseando el poeta, ante lo que sucede, y ante lo que viene "hay que ser periodista, todavía."
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