Por
Billie J Parker*
Columna Palabra de Mujer
El
incremento de la violencia política contra las mujeres es directamente
proporcional al aumento de su participación política en los espacios de poder
pública del país. El patriarcado no conciben que una mujer acceda a los
espacios políticos sino es bajo su tutela y mando. Las mujeres empoderadas por las
pasadas elecciones, Congresos, Gabinete, Órganos autónomos de la nueva
administración, deberán estar alertas y establecer un pacto de sororidad, más
allá de colores o ideologías para avanzar en la agenda de género.
El
progreso en México de la presencia femenina en las diputaciones federales,
locales y presidencias municipales ha sido notoria, así como el desbordamiento
de las violencias hacia las mujeres, que no sólo la ejercen los hombres, y ese
es el problema. La necesaria sororidad (pacto de unidad entre mujeres) se ve
impedida por la construcción patriarcal de las mujeres, forjada para
dominarlas.
En
una sociedad machista, todos y todas ejercen la violencia como manera de
relacionarse hasta que no toman consciencia de ello. El “machismo Invisible” (Marina
Castañeda), se convierte en una manera de someter a las mujeres que no se
pliegan a las órdenes del macho o mujer “alfa”. El machismo, según los estudios
de género dentro de la antropología, es una serie de creencias y conductas
individuales que aplican inequidades y agresión en los ámbitos, personal,
social, económico y político.
“La
activista feminista Yadirah Hidalgo explica al concepto “Violencia
Política de género”, compuesto por dos conceptos, violencia política y
violencia de género, como la interferencia y obstaculización de los derechos y
la participación política de las mujeres, sólo por el hecho de ser mujeres;
basándose en las creencias de inferioridad, incapacidad y no pertenencia al
espacio público de las mujeres, de acuerdo a las ideas, usos y costumbres
inherentes en el pensamiento de una sociedad machista, androcéntrica y
misógina.
Si
bien son múltiples violencias las que se han incrementado, que van desde el
asesinato hasta la difamación, pasando por el insulto, el acoso, la descalificación,
las amenazas, el maltrato, dentro de una lucha de poder, sobresale la del
ámbito político, dónde ahora son utilizadas. Han sido utilizadas para su
propia división, como juanitas, manuelitas y todo indica que hoy las mandan a
tribuna a dirimir conflictos ajenos o, imponerse ante los otros, aprovechando
la falta de un pacto entre ellas para detener su cosificación.
El
machismo se manifiesta en una interacción social que no se limita, a la
relación entre hombres y mujeres, es el modelo de relación entre partes
subordinadas o no, entre gente con poder- no necesariamente institucional- sino
arropados por los “patrones”, sean estos empleados, maestros, alumnos, médicos
y pacientes, asociaciones, adultos y niños y que ha dado pie al “mobbing”. Una
práctica que habrá que ponerle marcaje personal en los congresos.
El
“mobbing” es una violencia institucionalizada invisible en México. Actualmente
se debate una iniciativa para tipificar la violencia política en razón de
género, con sanciones específicas contra los agresores, pero el mobbing como
delito no se ha legislado.
El
machismo constituye la expresión autoritaria, privilegiada en nuestra sociedad
y basta ver su impacto al revisar los casos que han generado en el pasado
proceso electoral en México, el más sangriento de la historia del país. Los
organismos pro derechos hicieron un llamamiento a frenar los asesinatos de
candidata/os a cargos de elección popular, pero fue insuficiente y las cifras
son dramáticas. Un alto costo pagaron las mujeres y sus equipos, en el momento
justo en que una acción afirmativa les permitió acceder a las candidaturas.
Hasta ahora ningún crimen ha sido resuelto y en el lugar de las asesinadas
llegó, casualmente, un hombre a ocupar su lugar.
Hay
quienes tratan de minimizar la violencia política de género desviando la
atención a un tema personal sin importancia política. Vemos como atacan hombres
y mujeres a la esposa del virtual Presidente, juzgándola como no se juzga a
hombres. Es decir, la estructura machista continúa replicando la violación de
los derechos políticos y humanos de las mujeres, aprovechando el no
desmantelamiento de esa estructura discursiva machista, arraigada entre las
personas de sexo femenino.
Lo
personal es político, o lo privado es político, es un argumento feminista de
Carol Hanisch utilizado como lema del movimiento estudiantil y de la segunda
ola de la lucha de las mujeres1960 y 1970. La frase exhibe las conexiones entre
la experiencia personal y las grandes estructuras sociales y políticas. Ello
aterriza también en la conducta cotidiana de las mujeres que descalifican lo
que hacen las otras por cultura patriarcal.
Lo
personal refleja el status quo político, con la contradicción de que lo
personal debe ser analizado para proveer una comprensión de lo político. Lo
personal sirve al status quo político, uno puede tomar decisiones personales en
respuesta a, o de protesta, contra el status quo político y de ello deberán
estar conscientes las mujeres empoderadas.
Las
mujeres deben tomar decisiones congruentes con la política y la vida personal
porque, mientras no se entienda que sus conductas con otras mujeres no sea
sorora, que construya un pacto para erradicar al patriarcado y desmantelar sus
mecanismos para dividirlas, seguirán repitiendo conductas del macho alpha, que
incluso viven en su propio hogar o, cuando lleguen a la cúpula de los machos
alpha-alpha, serán aplastadas con la misma moneda.
Cómo
refiere la activista Julia Cámara, el proceso de reconocerse mujer llega de la
mano del descubrimiento de la opresión machista, y dos son los conceptos que
articulan esta politización primaria e intuitiva surgida de la propia
experiencia: patriarcado como problema, sororidad como respuesta, porque el
avance es colectivo.
Sin
embargo para deconstruir las estructuras patriarcales necesarias para abatir
las violencias de género pasarán varias generaciones para que la mujeres
patriarcales, jóvenes y adultas, dejen de recircular el discurso que las formó
para destruirse unas a otras, en una lucha, no por el poder, sino para
distraerlas de sus metas de género. *Directora general de billieparkernoticias.com