Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Casi a principios del siglo anterior (e incluso desde antes),
cuando los ríos Mixcoac, Churubusco, La Piedad y los canales de La Viga
comenzaron a llenarse de porquería, a alguien se le ocurrió entubarlos en lugar
de limpiarlos. ¿La razón? Es que salía más barato meterles tubos y convertirlos
en caños, que invertirles un poco más y sanearlos.
No pasó mucho tiempo hasta que a otro genio se le
ocurrió cubrirlos de cemento y transformarlos en calles y avenidas. Debido a
semejante estupidez, esos ríos y canales se convirtieron en saturadas vías de
comunicación donde los automovilistas pierden más de cuarenta minutos en entrar
y salir.
México (junto con algunos países jodidísimos de
África), es una nación que entuba sus ríos en lugar de limpiarlos, y donde la
cultura de cuidarlos, protegerlos y no contaminarlos es casi nula.
En tiempos de María Canica, cuando el río Tuxpan
comenzó a transformarse en basurero, el entonces alcalde mandó limpiar de
maleza toda la ribera y puso letreros donde advertía que habría cárcel de dos
meses (inconmutables) y multas de hasta 5 mil pesos (de aquellos), para aquel
sujeto o sujeta que fuera sorprendido tirando basura en el río.
Como en ese entonces no
rifaba el Nuevo Código de Justicia Penal, los fulanos sorprendidos eran
exhibidos en el diario local con foto, nombre, apellido y tras las rejas. Y
aparte de la vergonzosa balconeada, tenían que pagar la multota.
Pero desde hace años el río es otra vez depósito de lo
que desecha todo mundo.
Hace poco, viendo una enorme mancha de inmundicia
flotando sobre su cauce, un amigo pronosticó patibulario. “Nosotros ya no lo
veremos, pero seguro nuestros nietos serán testigos de la pavimentación de este
río”. Estuve a punto de contestarle con un “no mames”, pero al recordar lo que
pasó con los ríos de la Ciudad de México mejor me abstuve.
Veracruz tiene 16 ríos de los cuales nueve están
contaminados y siete nomás medio contaminados. Y es que todos sin excepción han
sido convertidos en basureros a cielo abierto en algún punto de su cauce. De
las lagunas y esteros mejor ni hablar; casi todos están en estado lamentable.
La bronca es que el mal ejemplo cunde. Ahora no sólo son
los ríos, sino los océanos los que peligran.
De acuerdo con Sarah Kollar, jefa de extensión del
“Programa Internacional de Limpieza Costera, Mares sin Basura”, dentro de seis
años, por cada tres toneladas de peces que naden en los océanos, habrá una
tonelada de plástico en el fondo de los mares.
Pero a la raza humana eso la tiene sin cuidado y sigue
aventando plástico y porquería y media donde caiga.
Si sigue la desidia y no nos preocupamos por limpiar
mares, ríos, océanos, esteros, lagos y lagunas, dentro de algunos lustros
podremos viajar a Europa, Asia y África por carretera, aunque ladremos por la
falta de agua.
El mensaje de los propios cuerpos de agua contaminados
es claro: no optemos por lo facilito, como lo hicieron los corruptos, ladrones
y huevones gobernantes mexicanos con los ríos de la CDMX.