Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
En días pasados se registró un incendio que afectó
comunidades cercanas al municipio de Las Vigas; el fuego arrasó con 500
hectáreas de un bosque de pino considerado ejemplo mundial de reforestación.
Brigadistas, bomberos, soldados y marinos auxiliados
con pipas y helicópteros, lucharon durante 72 horas para sofocar el fuego y
sacar de la zona de riesgo a los habitantes de la reserva natural de San Juan
del Monte y el ejido Tloxtlacoaya.
Pero el gobernador Cuitláhuac García Jiménez no fue
para darse una vuelta por el sitio siniestrado y palmear el hombro de los
afectados, aunque fuera para la foto. Lo único que hizo fue tuitear una
recomendación a la población de no acercarse al fuego.
De ahí en fuera no hubo más; ni siquiera unas palabras
de agradecimiento a quienes con su esfuerzo evitaron una tragedia mayor.
Quinientas hectáreas quemadas de bosque le pasaron de
noche al mandatario estatal.
El viernes anterior, después de la refriega entre
policías y delincuentes en Tierra Blanca, se apersonó en ese municipio. ¿Fue a
coordinar las labores de seguridad? No. Fue a comerse unos tacos, a charlar
brevemente con los reporteros, a tomarse unas selfies y listo.
Sobre esto el periodista Pablo Jair Ortega comentó:
“La llegada del gobernador a Tierra Blanca se antojaba para algo más grande y
contundente: era para que la sesión del Consejo de Seguridad se hiciera en esa
ciudad ya sitiada por fuerzas federales y estatales para así dar tranquilidad a
los habitantes”.
Pero no hubo nada de eso. En Tierra Blanca también
faltaron unas palabras de aliento para los policías de la SSP que con equipo y
vehículos deficientes, se jugaron el pellejo contra delincuentes mejor armados.
Nada dijo en Poza Rica sobre la inseguridad y prefirió
hablar de la Cumbre Tajín que inaugurará mañana. Nada sobre los 20 asesinados
ni sobre las 48 horas de violencia del fin de semana.
Nada ha dicho tampoco (y a estas alturas menos) sobre
la entrevista que el periodista Alejandro Aguirre le hizo al vocero presidencial
Jesús Ramírez. En ella el vocero sugiere que Cuitláhuac siga el ejemplo de AMLO
y se ponga a trabajar. Jesús jamás hubiera hecho ese comentario a título
personal, tuvo que ser con la anuencia o por orden del Presidente, pero a García
Jiménez el mensaje, aviso o advertencia también le pasó de noche.
Cuitláhuac sigue con el discurso que ya tiene harto a
los veracruzanos: “Nos dejaron un estado deplorable, en bancarrota e inseguro”
que no es otra cosa que una muestra de incapacidad y de falta de razonamiento.
Si Veracruz fuera seguro, boyante y fuerte económicamente, jamás hubiera ganado
la gubernatura.
Nunca como en Cuitláhuac se aplica la frase que acuñó
don Fernando Gutiérrez Barrios: “Gobernar es un oficio superior que no deben
desempeñar los improvisados”.
A más de 100 días aún no se siente el peso o la mano
del gobernador que da la impresión de no saber ni dónde está parado. Le falta
presencia, empaque, don de mando, carisma, inteligencia y madurez política para
sortear los problemas de un estado que evidentemente le queda grande.
Lo anterior me lo corroboró un viejo político. “Algo
muy malo hicimos donde los tres últimos gobernadores nos salieron bastante
ladrones. Y en el caso de Cuitláhuac, digamos que ahora nos tocó un gobernador pequeño,
y no me refiero a la estatura. Cuitláhuac García es un gobernador chiquito para
Veracruz”, me dijo.
Y creo que no le falta razón.
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