Por Lorena Piñón Rivera
El PRI perdió en el 2018 porque se
lo merecía. Este fenómeno conjugó dos factores esenciales: En un frente, la
élite en el gobierno federal fue incapaz de comunicar con eficacia sus aciertos
iniciales y se fue desmoronando ante escándalos de corrupción que no pudieron
revertirse. En política percepción es realidad y el mal humor social se fue
agudizando en contra del PRI por las omisiones y muestras de soberbia de muchos
integrantes del Gabinete que no supieron moderarse en sus excesos.
El segundo factor es que la cúpula
de dirigentes nacionales maniobró para excluir a la militancia de los órganos
de gobierno del PRI. La Asamblea Nacional 21 dirigida por César Camacho sirvió
para cercenar por la mitad al Consejo Político Nacional (cerca de 700
consejeros fueron eliminados), que es el órgano de dirección deliberativo más
activo del PRI. Un ejemplo lamentable de “damnificados políticos” es la
Organización de Jóvenes y Mujeres que ahora solamente tienen espacios para 25
integrantes de todo el país y cada estado sólo puede proponer a 5 consejeros
territoriales.
Con esa reforma estatutaria,
Camacho dirigió la operación para reducir la calidad de la representación tanto
del consejo nacional como de los homólogos estatales que al ver reducidos los
espacios, en los hechos se impidió que todas las corrientes internas estuvieran
incorporadas, por lo que al ser menospreciadas se les facilitó que buscaran horizontes
en otros partidos donde si fueron valorados.
Pero si César Camacho descafeinó a
los consejos políticos, Enrique Ochoa Reza dirigió la 22 Asamblea Nacional para
anular lo valioso de la carrera partidista. En este mes de marzo de 2019,
realizando un análisis exclusivo del texto estatutario -sin ningún tipo de
valoración de los personajes que fueron nuestros candidatos-, la conclusión
escandalosa es que así como están nuestros documentos básicos puede afirmarse
que para ser postulado por el Partido Revolucionario Institucional vale más no
estar afiliado que ser militante.
Tengo claro que durante la 23
Asamblea Nacional, tendremos que anular todo lo que haga ver como sospechosos a
nuestros propios militantes y como inmaculados a rostros que se enmascaran por
conveniencia como activistas sociales sin Partido.
Por compartir estas razones con
tantos priistas indignados, es como me presento con respeto ante la militancia
para solicitarles su apoyo: quiero ser Presidenta del Comité Ejecutivo Nacional
del PRI, para encabezar un movimiento renovador que haga que nuestra base en
los seccionales recupere su entusiasmo en militar y que logremos colocarnos
como eje del debate de los asuntos públicos, porque por ahora el PRI es una
oposición que la mayoría de las veces es silente y en otras dispersa en sus
propuestas. La cúpula tuvo su momento y nos traicionó, pensaron que había
“militontos” en lugar de militantes. Ahora la consulta directa hará posible que
la militancia tome el control democrático del PRI. Te necesito en el proyecto,
contáctame en @lorenapignon