Bernardo Gutiérrez Parra
Tras las masacres de Minatitlán, Tuzamapan y Acultzingo (estas últimas en menos de una semana) se multiplican las voces que piden la salida de Cuitláhuac García de la gubernatura. No para que se acabe la violencia, lo que raya en lo imposible, sino para ver si con otra cara en Palacio de Gobierno los delincuentes le bajan tantito a su salvaje carnicería.
Cuitláhuac podrá ser buena onda y bien intencionado pero no sabe mandar, decidir, ordenar, opinar; no sabe escuchar, entender, proponer, imponer y para sintetizarlo en tres palabras: no sabe gobernar.
Y como carece de capacidad para ejercer su chamba, la delincuencia y la violencia tomaron su lugar. Y lo han hecho de manera muy eficaz; hay municipios sin vida social o nocturna, antes de que anochezca los taxistas dejan de circular, han quebrado decenas de negocios por el cobro de piso y un ejemplo es Xalapa donde se cierra uno al día en promedio.
Como contraparte hay mal humor, desconfianza, recelo, frustración, coraje, impotencia y unas ganas locas de que un día Veracruz amanezca con la noticia de que Cuitláhuac presentó su renuncia y se fue.
Pero este deseo está muy verde. Cada vez que su pupilo se tambalea por tanta crítica como recibe llega súper AMLO al rescate.
Este martes en Veracruz el presidente dijo: “A Cuitláhuac lo cuestionan un día sí y otro también porque ya no hay la mafia de poder que existía en esta entidad”.
A ver, a ver… a su pupilo se le cuestiona por todo lo
que dije líneas arriba que son la suma de su inoperancia e incapacidad. Y en
cuanto a la mafia del poder, se fueron unos mafiosos pero llegaron otros. Para
ejemplo la compra de 106 patrullas con un sobreprecio de espanto; 208 millones
808 mil 650 pesos. Y el contrato de 36 millones de pesos firmado por el
gobierno estatal con una empresa farmacéutica cuyo dueño es el súper delegado
federal en Jalisco, Carlos Lomelí Bolaños. Empresa que para colmo no ha enviado
los medicamentos, entre ellos antirretrovirales que necesitan con urgencia 10
mil enfermos con VIH-sida.
En apenas seis meses de “gobierno” ya hay dos contratos
más turbios que las aguas de un estero. Ni Duarte en sus buenos tiempos.
Pero el presidente siguió: “El gobernador de Veracruz,
además de ser una persona con convicciones y una gente trabajadora, es un
hombre honesto. Nada que ver con los malandrines que gobernaron en los últimos
tiempos”.
Tanto habla AMLO de la honestidad de Cuitláhuac que
está cayendo en la sospecha. Pero eso no basta, Veracruz no requiere de un
hombre que sea sólo honesto y menos de un malandrín, lo que necesita con
urgencia es un GOBERNADOR, así con mayúsculas, y su pupilo no tiene los tamaños
para el puesto.
Durante la visita presidencial de este lunes hubo en
Veracruz cinco ejecutados, entre ellos un taxista y una mujer en Xalapa; tres jóvenes
desaparecidos y tres secuestrados: un menor de 13 años, un empresario papanteco
y un taxista. Es decir, la delincuencia le dijo bien claro al Primer Mandatario
quién manda en la entidad.
Pero López Obrador siguió con su perorata y soltó una frase
rotunda: “El Ejecutivo estatal va a tener todo mi apoyo; todo mi respaldo”. En palabras llanas: Cuitláhuac se queda y
háganle como quieran.
Nada dijo sobre el respaldo, apoyo y auxilio que piden
desde hace años y con mucha urgencia los veracruzanos.