Pepe Valencia
Para unos constituyeron un éxito las marchas de ayer domingo
en varias ciudades, incluida la capital de la república (en Xalapa fracasó) para
exigir la renuncia del presidente Andrés Manuel López Obrador. Para otros, estas
manifestaciones le harán lo que el viento a Juárez.
AMLO no renunciará ni pedirá licencia y continuará como va… para bien según sus
simpatizantes y para mal de acuerdo a sus críticos.
Lleva menos de seis meses en el cargo y le llueven los más virulentos
ataques, algo sin precedentes en la historia reciente de los presidentes
mexicanos. En medio de esta vorágine de dimes y diretes ha pasado inadvertido
el comentario de un columnista publicado a fines de abril en El Heraldo de México.
Escribe el periodista Alfredo González que se estaría
cocinando el proponer al presidente Andrés Manuel López Obrador como candidato
al Premio Nobel de la Paz, tomando como pretexto su posición de neutralidad en
el conflicto de Venezuela. Si consiguen que México sea sede de las pláticas de
paz para resolver la crisis venezolana, cuajaría la eventual candidatura de
Andrés Manuel López Obrador, sugiere el columnista.
Argumentarán los adversarios de AMLO que el comunicador no lo
dice en serio, en tanto los obradoristas acusarán que se trataría de una bien
orquestada campaña de conservadores y fifís para exhibir o ridiculizar al
presidente.
Sin embargo, aunque la idea parezca descabellada o absurda,
recordemos que en los años 70 y principios de los 80, se desarrolló una costosa
estrategia diplomática operada por Porfirio Muñoz Ledo, enarbolando la Carta de
Derechos y Deberes Económicos de los Estados, para llevar al presidente Luis
Echeverría Álvarez a la secretaría general de las Naciones Unidas o al Premio
Nobel de la Paz. Para la ONU apenas obtuvo unos cuantos votos y el triunfo se
lo llevó a vara alzada en aquella ocasión el austriaco Kurt Waldheim, reelecto
en 1981. En lo del Premio Nobel, Echeverría ni siquiera figuraría entre los nominados.
Sólo un mexicano, Alfonso García Robles, que precisamente
fuera secretario de Relaciones Exteriores durante el último año del sexenio de
Echeverría, ha recibido el Premio Nobel de la Paz, en 1982.
Todo lo anterior y lo que venga, no significa que
necesariamente el impulsor de la cuarta transformación posea o no los tamaños suficientes
para erigirse en merecedor del valioso galardón internacional. Lo cierto es que
con o sin su anuencia, ya se estarían
moviendo grupos venezolanos y mexicanos para proponerlo, según el analista de El Heraldo de México.
Como en el caso de Luis Echeverría, los principales oponentes
de López Obrador emergerán de México. Nadie es profeta en su tierra y él, como
ávido lector de la Biblia, lo sabe muy bien.
Más de cuatro décadas después de los frustrados sueños y
anhelos echeverristas, Porfirio Muñoz Ledo es presidente de la Cámara de
Diputados y aliado del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Cansada de crear, la historia a veces se repite. ¡Me canso
ganso!