Palabra de Mujer
Billie Parker
Para las Ciencias sociales, en cualquier
institución circula un discurso hegemónico que recrea a la sociedad de acuerdo
a la línea que la define. En la vertiente patriarcal, ese discurso reproduce la
discriminación y las desigualdades entre los géneros y lo más grave, normaliza
la subvaloración de las mujeres.
Instituciones como las escuelas,
medios de comunicación, Iglesias, Instituciones de Gobierno, agencias de
publicidad, transporte público y en cualquier ámbito de las relaciones humanas
y de producción cultural, las personas construyen, crean y reproducen mensajes,
iconos, modelos a seguir y patrones estereotipados, sin tener conciencia plena
en la mayoría de las veces.
Con motivo del cuestionamiento que
se le hace a un caricaturista en Veracruz, en la plataforma change .org, donde
se le emplaza a ofrecer una disculpa pública a las veracruzanas por la
violencia simbólica que ejerce contra ellas, se abre un área de oportunidad
para debatir sobre la libertad de expresión y su vinculación con la este tipo
de agresiones que se ejercen contra las mujeres.
Se concluye reiteradamente
que la “libertad de expresión” se acota cuando se daña o lesiona
derechos humanos de las otras u otros, no sólo con la comisión de delitos como
pornografía infantil, trata de personas, Bullying, por citar algunos, como bien
reflexiona la especialista Laura Coronado, en el espacio de Ana Lilia
Arellano y Paco Rodríguez, sino en la promoción de agresiones que
conforman la violencia simbólica. Misma que se hace evidente en el incremento
alarmante de las cifras de asesinatos, feminicidios, violaciones, etc.
La “violencia simbólica”, es un
concepto ideado por el sociólogo francés Pierre Bourdieu en la década de los
70, que describe aquellas formas de violencia que no se ejercen físicamente, ni
de modo directo, sino “mediante la configuración de sujetos dominantes que
imponen a sujetos dominados estructuras mentales, valores, principios y hasta
modos de ver y entender la vida”.
La violencia simbólica contra las
mujeres, para que quede claro, se constituye por la emisión de mensajes, iconos
o signos que transmiten y reproducen relaciones de dominación, desigualdad y
discriminación que naturalizan o justifican la subordinación y la violencia
contra las mujeres en la sociedad y contribuyen a la comisión de mayores y más
atroces violencias.
El feminismo la ubica en tres
principales ejes: 1) el desprecio y la burla por lo que son y/o hacen las
mujeres; 2) el temor o desconfianza por lo que son y/o hacen las mujeres, y 3)
la justificación de la subordinación femenina y /o de la violencia contra las
mujeres.
Para quienes tienen estudios de
género, más allá de la gramática y filias y fobias personales, resulta
lamentable que se tolere y hasta celebre la publicidad, caricaturas, discursos
y chistes que subordinan, ridiculizan o que promueven la violencia hacia ellas
por el hecho de ser mujeres. Por veces resulta entendible, pero no aceptable,
ya que la mayoría no alcanza a ver que estas complejas violencias invisibles
que se utilizan de manera inconsciente como parte de la “normalidad” de la
identidad cultural, de las tradiciones, o de las prácticas cotidianas, generan
una sociedad violenta.
Violencias que están naturalizadas
y por ello son incuestionables, tanto para los sujetos dominantes tanto
como los dominados, quienes, sin saberlo, pasan a ser “cómplices de la
dominación a la que están sometidos” (Bourdieu, 1994).
La academia sostiene que esa
violencia simbólica es un mecanismo de control social y de reproducción de las
desigualdades sociales y de género dado que se disemina masivamente en la
sociedad, y alcanza un arraigo en valores religiosos y familiares.
La reacción de los
detractores al cuestionamiento que le hacen las veracruzanas a Mike, el
caricaturista, exhibe la existencia de un grupo que no está dispuesto a
la transformación de las violencias simbólicas, sino que considerar natural
vender con el lenguaje misógino, lo que contribuye a que la ola de violencia
crezca contra las mujeres y se reproduzca, tarde o temprano en otros segmentos
vulnerables.
Si la gente se ríe de
ridiculizar, violentar y agredir a las mujeres, el producto mediático es
similar para garantizar que los destinatarios se sientan plenamente
identificados, reproduciendo lo “aprendido y, por lo tanto, aumentando su
consumo y generando mayores ingresos, que es en última instancia, el interés
principal del sistema capitalista”, refieren las activistas en innumerables
ensayos.
En los medios de comunicación, se
considera violencia simbólica todo lo que refuerza los estereotipos, pues están
poniendo a cada uno “en su sitio” y en el caso de las mujeres se trata de
ubicar a la mujer en un plano de inferioridad, discriminación y desigualdad
respecto al hombre, en distintos ámbitos sociales. ”Cuanto menos persona se es,
menos derechos y más susceptible se vuelve uno a los abusos en todas las
esferas”.
“Se representa a las mujeres de
forma indigna, bien utilizando particular o directamente su cuerpo o partes del
mismo como un objeto sin relación directa con el producto que se pretende
promocionar o usando su imagen asociada a comportamientos estereotipados y
tradicionalmente asignados a las mujeres”.
Lo que hay que indagar es el motivo
por el cual la SEGOB no tiene sanción si legisladores y legisladoras de nuestro
país acordaron incluirla para este tipo de violencia en el contenido de la Ley
Especial para una Vida Libre de Violencia de las Mujeres. *
BillieParkerNoticias.com