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domingo, 29 de septiembre de 2019

Comunicado Dominical. Arquidiócesis de Xalapa

DEGRADACIÓN DE LA PERSONA.

El pasado 25 de septiembre de 2019, el Congreso de Oaxaca con 24 votos a favor y 10 en contra, aprobó una reforma al Código penal de ese estado. Con la aprobación de esa reforma al Código Penal en Oaxaca se da licencia para que una madre pueda asesinar al bebé que lleva en su vientre, siempre y cuando sea antes de la semana 12.

Extrañamente el Congreso de Oaxaca pasó por encima de su Constitución, pues el artículo 12, protege la vida desde la concepción hasta la muerte natural. A la vista de todos, quienes juraron respetar su constitución son los primeros en violarla. ¡Qué contradicción! No se necesita ser un gran jurista para reconocer que estamos frente a un acto ilegal que no puede proceder. A no ser que se inviertan las cosas, "al mal se le llame bien y al bien se la llame mal".

El proceso legislativo estuvo marcado con muchos vicios que se esperaría ya se hubieran superado en esta nueva etapa en la que nos encontramos. Hoy se sabe que hubo amenazas a diputados locales por parte de funcionarios federales e incluso por extranjeros que están operando en este país, se cayó el sistema y lo más grave fue aprobar la reforma del Código Penal, en un sentido contrario a su Constitución.

Esto es un duro golpe a la sociedad mexicana, sobre todo después de que una semana antes, el día 21 de septiembre, más de 600 mil personas en más de 100 ciudades del territorio mexicano, salieron a las calles para manifestar un rotundo Sí a la vida, y que en la misma ciudad de Oaxaca, la gente pidiera a sus legisladores la defensa de la vida de los no nacidos. Si de verdad se escuchara o representara al pueblo, no se cometerían estas barbaridades. ¿A quien quieren complacer estos mercenarios de la muerte? ¿Realmente escuchan a la sociedad o una vez que alcanzaron un lugar en el Congreso, se vuelven sordos de sus propios electores, venden sus conciencias y siguen línea de grupos que se han empoderado.

"Hacer leyes que promuevan la muerte de los no nacidos, causa un grave deterioro moral, se van deformando nuestros valores, no se protege al indefenso, ni se defiende al débil, ya en la encíclica Evangelium Vitae de San Juan Pablo II se nos decía del valor inviolable de la vida y nos insistía a cada uno ¡respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana! Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad, (EV 5). Desde esta perspectiva, nos manifestamos en contra de estos enfoques legales que son claros signos de muerte. No queremos que el hermano mate a su hermano, que la madre mate a su hijo, deseamos que valorándonos, busquemos lo que nos haga hombres y mujeres de bien. Necesitamos leyes que combatan la pobreza, que apoyen el campo, que superen toda clase de violencia" (Mensaje de Mons. Pedro Vázquez Villalobos, Arzobispo de Antequera Oaxaca, sobre la despenalización del aborto).

La consecuencia de esta reforma es prácticamente LEGALIZAR LA VIOLENCIA contra los más indefensos. En este acto criminal e inhumano esto es lo que sucede cuando se practica un aborto: "inyectar al bebé con veneno, cortar su medula espinal, aplastar su cráneo, desgarrar sus extremidades una a una y vender partes de su cuerpo con fines de lucro". Esto es violencia pura. Esto no se puede festejar como un triunfo o una conquista, es más bien una degradación de la persona de la que nos deberíamos avergonzar. Realmente lo lamentamos.

Es falso que el aborto sea seguro, lo único seguro es que se asesina a un bebé y se pone en riesgo la vida de la madre. Es falso que sea gratuito pues se paga con los impuestos de los contribuyentes. Es falso que sea una interrupción, pues con el aborto se extermina a un hijo o una hija. No existe el derecho a matar.

Es obligación del Estado proteger los derechos humanos, en este caso el primero de los derechos, el derecho a la vida, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. No es un tema de mayorías o minorías, ni se pueden invocar falsos derechos para arrebatarle la existencia a un ser humano, mucho menos al más indefenso.

Pbro. José Manuel Suazo Reyes.