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sábado, 21 de diciembre de 2019

EL REGALO MÁS GRANDE

Comunicado Dominical. Arquidiócesis de Xalapa

El 24 de diciembre celebramos la navidad, el nacimiento de Jesús. La navidad es el regalo de Dios más grande para la humanidad porque a través de él se nos manifiesta la salvación. Dado que en la navidad Dios nos ha hecho el regalo de su hijo es como surge la tradición de intercambiar regalos en este periodo. Ciertamente los regalos más significativos son aquellos que involucran nuestra existencia. No se trata solo de dar cosas, sino de aprender a dar parte de nosotros mismos.

Frente al nacimiento del hijo de Dios estamos llamados a contemplar el amor de Dios hecho realidad. Por medio del nacimiento de Jesús (regalo divino) se nos revela la misericordia y la gloria divinas. La Sagrada Escritura dice: "La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros y hemos contemplado su gloria" (Jn 1, 14).

La celebración del nacimiento de Jesús nos permite comprender la pedagogía divina: Dios se acerca a la humanidad desde lo pequeño. Él se aproxima a nosotros a través de un niño recién nacido para que también nosotros nos acerquemos a él, con humildad y desde nuestra fragilidad, provocando la experiencia del encuentro, experimentando su amor y llenándonos de su ternura.

El hecho de que Dios se acerque a nosotros en la Navidad, desde la figura de un recién nacido, nos revela también cómo "lo pequeño" es una mediación apropiada para descubrir su presencia. Dios se manifiesta en la humildad de la carne; los pequeños y los indefensos revelan el rostro de Dios. Los pequeños son la vía más segura para llegar a Dios.

En este sentido, la celebración de la navidad nos impulsa también a solidarizarnos con quienes sufren situaciones de dolor, miseria o hambre, así como con los más vulnerables, entre ellos los niños no nacidos, los enfermos, los adultos mayores, los migrantes y los desocupados. De ahí que en la navidad muchas personas se involucren en verdaderas iniciativas de caridad que les lleva a compartir con los necesitados.

Recordemos además que nadie viene a este mundo por casualidad, la vida es un regalo maravilloso de Dios y por lo tanto toda vida humana es amada y dignificada por el creador. Para Dios no existen niños no deseados, él ama a toda vida que viene a este mundo. La concepción y el nacimiento de Jesús dan dignidad a toda vida humana, desde que se concibe hasta que llega a su desenlace natural. La navidad es el sí de Dios a la humanidad; con la navidad Dios decide caminar con nosotros para enseñarnos el camino que nos conduce a él.

Teniendo en cuenta estas reflexiones sería bueno considerar algunos desafíos contemporáneos como son la concordia, el tiempo para los demás y la repercusión de la experiencia de fe.

LA CONCORDIA. Vivimos en una sociedad fragmentada, lastimada y dividida. El nacimiento de Jesús ha traído la concordia, ha generado la experiencia del encuentro, en el portal de Belén cabemos todos. La experiencia de navidad debe ayudarnos a superar todo aquello que nos divide como para buscar juntos el bien común, ayudarnos unos a otros crear mejores condiciones de vida y a dejar atrás discursos que sólo envenenan a la sociedad y la dividen entre buenos y malos. México necesita cultivar la concordia.

TIEMPO PARA LOS DEMÁS. En este mundo contemporáneo vivimos muy ocupados y distraídos en nosotros mismos, y se corre el riego de descuidar lo que da sentido a nuestras vidas, necesitamos dedicar un poco de tiempo a los demás: a la familia, a los hijos, a los pobres, los inmigrantes, los descartados… Necesitamos celebrar la navidad superando ese modo de vivir para salir de nosotros y acercarnos a los demás sobre todo a los que sufren y padecen necesidad.

LA PROYECCIÓN DE NUESTRA FE. En la fiesta de la navidad se escucha por primera vez el cántico angelical: "Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad" ( Lc 2, 14). Con ello se reconoce la grandeza de Dios. Dios es amor, es la verdad y la luz. Necesitamos acercarnos a él para proyectar también estos valores. Este reconocimiento de la grandeza de Dios lleva también un compromiso de paz. Quien lo reconoce está llamado también a promover la paz. Pues el olvido de Dios lleva también al descuido de la paz. Cuando nos olvidamos de Dios nos olvidamos también de los demás.

Que la celebración de la navidad nos lleve a dar un lugar a Dios y a los hermanos. Celebrar la navidad es reconocer la cercanía de Dios y su misericordia. La vida del hombre se hace más difícil cuando uno se olvida de Dios. La navidad es una bella ocasión para dejar entrar a Dios en nuestra vida y al mismo tiempo ser constructores de paz.

¡FELIZ NAVIDAD!

Pbro. José Manuel Suazo Reyes