- Se encuentra en la Basílica de la Virgen de Guadalupe
- Miles de peregrinaciones llegan al santuario de El Dique
- La historia de las apariciones de nuestra Señora a Juan Diego
Por Miguel
Angel Cristiani Gonzalez
Son miles las peregrinaciones y muchos más el
número de peregrinos que desde mediados del mes de noviembre, empiezan a llegar
de día y de noche a la Basílica de Guadalupe en la ciudad de Xalapa, en el
barrio de El Dique, para agradecer y celebrar este 12 de diciembre a la Virgen
de Guadalupe.
Resulta difícil tener una cifra precisa de las
peregrinaciones de todos tamaños, que llegan a la Basílica del Dique, pero
nuestro amigo el padre José Manuel Suazo Suárez, vocero del Obispado de Xalapa,
nos comenta que son alrededor
de 1100 las peregrinaciones y un poco
más de 600 mil peregrinos.
Vienen de prácticamente todas las poblaciones
vecinas a la capital del estado, cada quien, por sus propios medios, llegan a
pie, en vehículos y en grupos de marchistas que hacen el recorrido desde sus
comunidades hasta el santuario Guadalupano.
El padre José Manuel Suazo Suárez nos compartió la historia de las apariciones de nuestra señora
de Guadalupe:
PRIMERA
APARICIÓN En la
madrugada del 9 de diciembre de
1531, un indio converso, Juan Diego, se dirigía a Tlatelolco a oír misa, cuando
pasaba al pie del cerro del Tepeyac vio una luz brillante en lo alto del cerro
y oyó música celestial. Lleno de admiración se quedó quieto. Luego oyó una voz
femenina que le pedía que subiera. Cuando llegó a la cumbre vio a la Santísima
Virgen María de pie entre luz gloriosa, vestida con esplendor celestial. La
belleza de su aspecto juvenil y su tierna mirada llenaron a Juan Diego de
indescriptible felicidad cuando escuchaba las palabras que le decía en su
lengua indígena. Le dijo que ella era la Inmaculada Virgen María, Madre del
verdadero Dios y la hizo saber de su deseo de que se construyera un templo ahí,
donde ella pudiera manifestar su amor, su compasión, su socorro y protección.
“Pues yo soy una madre misericordiosa”, dijo “tuya y de todos los que habitan
esta tierra; que me amen, confíen en mí e invoquen mi ayuda”. Por lo tanto, ve
a donde se encuentra el obispo de México y dile que Yo, la Virgen María, te ha
enviado a ti para hacerle saber mi gran deseo”.
SEGUNDA
APARICIÓN El
obispo no creía la historia que el mexicano le decía. Así que Juan Diego
regresó al Tepeyac donde encontró a la Santísima Virgen esperándolo y le contó
su fracaso.
Ella
le pidió que regresara nuevamente. Cuando lo hizo, el obispo le pidió que la
Señora le diera una señal. Juan Diego informó a la Señora, quien le prometió
darle lo que solicitaba a la mañana siguiente. El no pudo acudir a la cita
debido a la repentina enfermedad de su tío, Juan Bernardino.
TERCERA
APARICIÓN Dos
días después, el 12 de diciembre,
cuando Juan Diego se dirigía a la Iglesia de Tlatelolco a traer a un sacerdote
para su familiar moribundo, al pasar por el Tepeyac, la Santísima Virgen se le
apareció en su camino. Escuchó la disculpa de Juan Diego por no haber venido el
día anterior. Cuando terminó de hablar ella dijo: “Esta bien hijo mío, el más
pequeño y más amado, pero ahora escúchame: No permitas que nada te aflija y no
temas a ninguna enfermedad, accidente o dolor. ¿Acaso no estoy aquí yo que soy
tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y protección? ¿Necesitas alguna otra cosa?
Tu tío no morirá ten la seguridad que ya está bien”. Al oír estas palabras, se
regocijó y le suplicó que le diera la señal que debía llevar al obispo. Ella le
pidió que subiera a la cima del cerro donde la había visto y le había hablado
anteriormente. Le dijo que encontraría muchas flores, que tenía que cortar y
traerle. Juan Diego hizo lo que se le ordenó, aunque en esta cumbre rocosa
nunca antes había habido flores. Encontró un rosedal, jardín milagroso. Cortó
las rosas como Nuestra Señora le había dicho, y se las llevó. Ella las arregló
en su tilma, diciéndole que las llevara luego al obispo, que esa era la señal
que lo convencería para cumplir sus deseos.
CUARTA APARICIÓN Cuando
Juan Diego, radiante de felicidad estuvo ante el obispo, Fray Juan de Zumárraga
y le contó de su último encuentro con la Virgen, abrió su tilma para mostrarle
la señal que le había pedido, y las flores cayeron como cascada al suelo. Para
asombro del obispo y sus acompañantes, sobre la burda tela de la tilma de Juan
Diego y tal como la había descrito previamente, apareció el retrato de la
Virgen María maravillosamente pintado con los colores más exquisitos.
QUINTA APARICIÓN Ese
mismo día 12 de diciembre muy
temprano también se le apareció al tío de Juan Diego y le devolvió la salud,
tal como se lo había dicho. Juan Diego y Juan Bernardino… fueron de los
primeros nativos que renunciaron a su religión pagana. Fueron bautizados en
1525, solo cuatro años después de la conquista.
LA
TILMA DE JUAN DIEGO La
Tilma sobre la cual se halla la imagen de la Santísima Virgen está tejida a
mano con fibras de maguey. Esta tela normalmente tiene una duración de veinte
años. Mide seis pies y medio de largo por cuarenta y dos pulgadas de ancho y
tiene una costura en el centro.
Directamente
sobre la burda tela está la exquisita y delicada imagen de Nuestra Señora, la
que mide cuatro pies y ocho pulgadas de alto. Esta imagen de la Virgen María es
su único retrato auténtico, y ha permanecido fresco y adorable por más de
cuatro siglos. Puede verse y venerarse en la Basílica de Nuestra Señora de
Guadalupe en la Ciudad de México, donde ocupa un lugar de honor sobre el altar
principal.
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