Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Cuando se trató el tema del aborto en Italia, España,
Francia e Irlanda hubo charlas, conferencias, debates, discusiones, posturas a
favor, posturas en contra y protestas. Pero una vez que la mayoría aprobó que
las mujeres podían interrumpir su embarazo, la vida ha seguido su curso en esas
cuatro naciones.
Acá de este lado del Atlántico la Santa Madre Iglesia
ha convertido la interrupción del embarazo y los matrimonios igualitarios en
asuntos muy tóxicos.
En Veracruz ha lanzado una campaña despiadada contra
el aborto en la que acusa de asesinato a las mujeres que por alguna razón (y
ninguna lo hace por su gusto), se ven en la necesidad de malograr su embarazo.
La Iglesia las ha criminalizado, las ha puesto al nivel de los más despiadados
asesinos y muchas han ido a la cárcel.
La presión ha sido tan fuerte que la propuesta de ley en
ese sentido está en la congeladora del Congreso local.
Ahora la bronca es con los matrimonios igualitarios.
Grupos defensores de la familia se han opuesto
ferozmente a las uniones entre personas del mismo sexo porque –aseguran-,
atentan contra los más sagrados principios de la familia como se concibe desde
hace siglos: hombre-esposo-papá; mujer-esposa-mamá y los hijos de rigor.
Qué bueno que piensen así y qué bueno que defiendan su
postura. Pero por favor, dejen en paz a quienes desean formar un hogar donde el
esposo sea un hombre y la esposa otro hombre. O donde el esposo sea una mujer y
la esposa otra mujer.
Si desde su perspectiva estas personas están pecando,
déjenlas que pequen. Si se van a ir al infierno, déjenlas que se vayan a donde
quieran; lo que no se vale es que las descalifiquen y amenacen.
La diputada Mónica Robles Barajas, presentó una
propuesta para reformar el Código Civil de Veracruz a fin de que se incluya el
matrimonio entre personas del mismo sexo. Para ello ha organizado foros en
Orizaba y Coatzacoalcos que le han reventado integrantes del Grupo Pro Vida.
En Orizaba le armaron un pleito. El Coatzacoalcos la
legisladora aguantó estoica durante más de una hora los improperios de los
manifestantes y cuando quiso dar sus puntos de vista la callaron a gritos. Y el
foro programado para este viernes en Boca del Río, corre el riesgo de
suspenderse porque los organizadores fueron amenazados con que “va a correr
sangre”.
¿Dónde está el respeto y tolerancia que exige la
propia Iglesia?
Lo que llama la atención de la Santa Madre, no es que
se oponga a los matrimonios igualitarios, sino la impiedad que utiliza para
descalificarlos. Impiedad que da pauta a sus sectarios seguidores para gritar,
amenazar y atacar en el entendido de que Dios les pondrá un 10 en Moral y
Buenas Costumbres.
Pero Robles Barajas no se amilanó y contestó: “Lo sucedido
el día de hoy (este lunes) en Coatzacoalcos, durante el Encuentro por la
Igualdad y No Discriminación, que tenía el propósito de informar a la
ciudadanía sobre el contenido de la Reforma al Código Civil que estaremos
votando próximamente en el Congreso Local, refuerza mi convicción para seguir
trabajando por construir la sociedad pacífica y armoniosa que todos anhelamos.
“Hoy vi, de primera mano, la manipulación e
intolerancia de quienes, ante la falta de argumentos, recurren a la violencia.
Dejarme hablar, permitir que la gente se forme un criterio informado, les
representa descubrir las mentiras y prejuicios que sustentan su postura. Cuánto
dolor habrá en sus vidas para ver como una amenaza a otro ser humano, tan solo
porque vive una orientación sexual diferente”.
Y luego vinieron las palabras que deberían poner a
pensar a esos fanáticos intolerantes: “Una sociedad que discrimina, que humilla
y denigra, se aleja irremediablemente de las enseñanzas de Jesús, a quien tanto
dicen venerar… Porque la paz nace desde la transformación interior, en el
corazón de cada persona, seguiré este camino de respeto, de inclusión y de amor
al prójimo que se demuestra en los hechos y no solo en los discursos”.
Al final, la propuesta será aprobada, ya lo verás
lector. Más temprano que tarde pero será aprobada. Llegará el día en que veamos
como algo normal y natural que nuestros vecinos hombres o nuestras vecinas
mujeres formen parte de los matrimonios igualitarios.
Lo mismo pasará con la propuesta de interrupción del
embarazo.
Y todo esto… a pesar de la Santa Madre.