Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
El miércoles anterior y al conocer que más de 2 mil
hondureños habían ingresado a su país ilegalmente en tránsito a los Estados
Unidos, el presidente de Guatemala Alejandro Giammattei les dijo: “El Gobierno
mexicano nos advirtió que no los va a dejar pasar. Van a poder llegar a la
frontera con México pero de ahí en adelante se van a topar con un muro que no
lo van a poder penetrar”.
¿Existió esa advertencia? Sí, si existió. La víspera,
el canciller Marcelo Ebrard que asistió como representante de AMLO a la toma de
posesión de Giammattei, se la hizo saber y la aderezó con futuros apoyos al
gobierno de Guatemala a cambio de que ese país contuviera y regresara a los
migrantes.
Agarrado en la maroma, el presidente López Obrador se
apresuró a señalar: “Tenemos más de 4 mil empleos en la frontera sur para los
migrantes, desde luego albergues y atención médica, todo. Pero también trabajo
en nuestro país, se ofrece eso y lo mismo para nuestros connacionales. Hay
manera de que tengan trabajo. Mi ideal es: empleo pleno, trabajo a todos”.
Como se puede apreciar, el discurso de AMLO es de
cuando anduvo en campaña porque como presidente sabe que no lo podrá cumplir. El
número de desempleados durante el primer trimestre del 2019 fue de 1 millón 900
mil personas. Y entre noviembre y diciembre hubo 500 mil desempleados más. A
esto hay que agregar que en su primer año de gobierno la generación de empleos
cayó en un 50 por ciento. ¿De dónde carajos va a crear 4 mil empleos para los
migrantes en entidades como Tabasco y Chiapas donde la falta de trabajo es agobiante?
A López Obrador se le están acabando y bien pronto las
“Cajas Chinas” porque no las ha sabido dosificar. La última, la rifa del avión
presidencial, ha sido la más exitosa y gracias a las redes sociales fue
tendencia mundial, pero ¿qué onda con lo demás?
No hay inversión privada y menos inversión pública, no
hay crecimiento, no hay un sistema de justicia que dé certeza a la ciudadanía
(la reforma judicial que piensa implementar será muy similar a la de la URSS de
José Stalin). Gracias a su política de repartir directamente los insumos al
campo, no habrá seguridad alimentaria este año porque un tercio de las cosechas
se perdieron. ¿Y en salud qué? No pues en salud estamos graves, más que una
vergüenza, el Insabi está resultando una tragedia nacional.
Bastó con que el presidente dijera que la violencia
“bajó ligeramente” y eso le daba esperanzas, para que los delincuentes se
pusieran a trabajar y este enero amenaza con ser más violento que enero anterior.
El México real comienza a hacer crack, es decir,
comienza a resquebrajarse. Pero el señor presidente anda en otro canal. No hay
poder humano que le haga entender que el aeropuerto de Santa Lucia no
funcionará como aeropuerto internacional, que la refinería de Dos Bocas jamás
refinará un barril de aceite, y que el Tren Maya terminará en trenecito de
feria.
Andrés Manuel quiere pasar a la historia y lo va a
lograr, pero no como él piensa.
Si sus tres obras faraónicas están condenadas al
fracaso, su postración ante Donald Trump lo ha convertido en la vergüenza de la
izquierda latinoamericana. Nadie, ningún presidente de México, se había
humillado ante un presidente gringo como lo ha hecho López Obrador.
En el hipotético caso de que el avión presidencial se
rife, los mexicanos lo habremos comprado dos veces y la segunda vez nos lo van
a empujar más caro.
El aparato fue adquirido en 2012 a un precio de 218
millones de dólares cuando el peso estaba a 13 por dólar, es decir, tuvo un
costo de 2 mil 834 millones de pesos que pagó el pueblo. Ahora Andrés Manuel nos
lo quiere volver a ensartar mediante una rifa de 6 millones de cachitos a un
precio de 500 pesos cada cachito. Esto es, nos va a vender un avión usado en 3
mil millones de pesos, 166 millones más caro que cuando se lo compramos nuevo a
Peña Nieto.
En 2012, 50 millones de mexicanos que pagábamos impuestos
en ese año (ahora somos 68 millones) contribuimos con 57 pesos por cabeza para
la compra del avión. Ahora seis millones pagarán 500 pesos (443 pesos más) y
esos 3 mil millones serán para saldar lo que se debe del aparato y no para
llevar agua a las poblaciones indígenas de Hidalgo como lo asegura AMLO.
Reitero, si el avión se rifa el pueblo lo habrá
comprado dos veces con lo que lo habrán esquilmado por partida doble. Y otra
cosa, el presidente va a rifar algo que es de México porque el avión es
propiedad del pueblo mexicano que lo pagó con su dinero.
Vaya vaya con el fenomenal chanchuyo.
Si bien es cierto que la gente se cansa de tanta
pinche transa, también se cansa de los presidentes pasados de lanza. Y Andrés
Manuel tiene rato que se está pasando de lanza con la noble y aguantadora raza.