Desde el Café
Bernardo Gutiérrez
Parra
El tema de los
matrimonios igualitarios está alcanzando alturas no vistas en Veracruz. Este
domingo el vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, José Manuel Suazo Reyes, se le
fue con todo a la diputada Mónica Robles Barajas a la que acusó de “secuestrar”
el Congreso local al impedir que un grupo de manifestantes de Pro Vida entraran
al recinto legislativo.
El jueves anterior la
legisladora explicó en el salón Lerdo de Tejada, en qué consiste su propuesta
de reforma al Código Civil que incluye el matrimonio entre personas del mismo
sexo, mientras una veintena de personas le gritaban desde la calle.
En su furibunda misiva dominical
Suazo Reyes dijo que es mentira que la diputada promueva la inclusión, el
diálogo y la no discriminación. “Eso es pura palabrería. De otra manera no
hubiesen cerrado las puertas a los ciudadanos… No se percibió ninguna intención
de escuchar las voces de quienes defienden la familia y el matrimonio natural”.
Quizá porque la ira le
obnubiló su buen juicio, el prelado dijo palabras alejadas de la verdad, ya que
quienes nunca quisieron argumentar, dialogar, discutir e incluso polemizar
sobre el tema, fueron los “ciudadanos” a los que se refiere que reventaron los
foros de Orizaba y Coatzacoalcos, y lo mismo pretendían hacer con el que se
organizó en el Congreso.
¿Acaso él es de los que
dialoga con quien le grita improperios y no lo deja hablar?
Suazo Reyes asevera que
los foros organizados por Mónica Robles fueron “un rotundo fracaso”. Si eso es
verdad, entonces ¿para qué se preocupa?
Afirma que el
matrimonio es por definición entre un hombre y una mujer. Y tiene razón, pero
si miles de hombres y mujeres de Veracruz quieren vivir al margen de esa
definición, ¿por qué se les quiere impedir? Y más allá del impedimento ¿por qué
se les ataca?
“El matrimonio es el fundamento de la familia. La
familia es la base de la sociedad... No existe el mal llamado ‘matrimonio
igualitario’, eso es una ficción jurídica. Sólo existe el matrimonio”, asegura
el prelado y yo insisto en que está en su derecho a pensar de esa manera, como
también lo están miles de hombres y mujeres que desean vivir, convivir y
cohabitar con personas de su mismo sexo.
Lo que no se vale es que se deje llevar por el furor y
amenace; de hecho nunca lo imaginé en ese plan: “La batalla no termina ahí, la
gente seguirá manifestándose, esperamos que los diputados verdaderamente
escuchen la voz de quienes los eligieron. Se ha anunciado que llegará un gran
contingente al Congreso del estado. El pueblo sabio está dándose cuenta de
quiénes lo representan en sus convicciones y en sus valores. El pueblo bueno y
sabio no renunciará a sus principios”.
Ah caray. Más que palabras de un prelado católico,
parecen arengas de un líder setentero.
Sería bueno preguntarle al padre si cuando dice
batalla está sugiriendo que el asunto escalará más allá de las palabras. Es
decir, si habrá violencia y toda la cosa.
¿A qué llegará el “gran contingente”? ¿A pegar de
berridos? Porque si vienen vendrán a eso; a gritar, ofender y amenazar, pero
nunca a argumentar y mucho menos a dialogar.
¿Que el pueblo es bueno y sabio?, por Dios padre
Suazo. El pueblo es una masa informe que se mueve hacia donde les indica el
líder.
Puede que los gritos e improperios del “gran
contingente” y las amenazas de la Iglesia (que para eso se pinta sola), les
provoquen frío a los diputados y dejen de lado la propuesta de Mónica Robles.
Pero al final -insisto, reitero y subrayo- la propuesta pasará porque el mundo
ya es otro. Un mundo divergente pero incluyente donde todos cabemos, incluso
los sectarios de la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana, entidad
que por cierto es mi Iglesia.