Por Rafael Arias Hernández.
“Aquí se arriesga la vida, y se respeta
al que gana…!
Inocultable el homicidio persiste y los
muertos aumentan. Más de 35 mil sacrificados al año ya colocan a los mexicanos
en indeseable fama mundial; y eso que no se toman en cuenta, desaparecidos y no
denunciados.
De muchas formas, la inseguridad pública
aumenta, afecta y está presente ocasionando daños, pérdidas y víctimas. Desalienta
la paz social, la convivencia civilizada e incrementa la incertidumbre. Las
consecuencias se hacen sentir; entre otras, se frena o aminora el desarrollo económico y
social; y el gobierno pierde credibilidad y confianza.
La cuestión simple, sencilla y directa
es que esta lamentable situación de vida o muerte, no puede ni debe ocultarse o
negarse, haciendo evidente su carácter prioritario y obligatorio, de los que
dicen gobernar o ser servidores públicos responsables.
Más rápido y evidente de lo que se
pretende ocultar o distraer, se sabe y comprueba si no pueden, si resulta
perjudicial su incapacidad, presencia y desempeño.
Sin excusas, ni pretextos; sin
simulación ni evasivas o disculpas.
Estado y todo tipo de gobierno, están ineludiblemente obligados a asegurar,
sostener y mejorar la seguridad de la vida y patrimonio de las personas.
En un
contexto más amplio, es necesario y oportuno advertir y señalar,
que también perturban y aquejan otras situaciones
o formas de sucumbir, salir herido o lastimado; formas en las que se extingue
la vida poco a poco, en largas esperas, en obligadas pérdidas de tiempo.
Otros miles y miles más, también pierden
la oportunidad de vivir, o pasan de mal o en peor, porque no cuentan con servicio médico
oportuno y apropiado; porque no pueden adquirir los medicamentos; o porque los
necesarios tratamientos son inaccesibles.
Y desde luego. Hay también millones que se
mueren de hambre, o padecen los efectos de una mala o nula alimentación,
nutritiva y puntual.
El caso es que, nadie duda, que todo esfuerzo
por sobrevivir, individual o colectivo, es constante y requiere de
conocimientos, disciplina, atención y cuidado.
Desde otro enfoque, puede decirse breve
y rápidamente, que sobrevivir, exige
ganar tiempo, en toda situación (sobre todo de peligro) y asegurar las
condiciones apropiadas, para seguir en la gran experiencia existencial.
Morir es simplemente acabar, para
siempre, tiempo y oportunidades.
Importante destacar, que también hay
otras formas que exigen atención; como aquellas en las que se pierde la vida poco a poco, en una rutina
que aplasta, condiciona y limita hasta volverse práctica o costumbre; y también
las hay, que puede ser, imprevistas o
accidentales.
El caso es que la experiencia de vivir,
es finita y limitada, con principio y fin, porque tiene un tiempo máximo que
tarde o temprano concluye o termina; por lo que hay que aprovecharlo, hasta el
último momento. No dilapidarlo, malgastarlo o perderlo,
EN XALAPA SE PIERDE LA VIDA…O UNA PARTE.
Breve y rápido, oportuno comentar que como
en muchas otras urbes, miles y miles de habitantes tienen que padecer daños y
consecuencias, de los ya frecuentes embotellamientos viales, por congestión
vehicular, bloqueos del tráfico, y las largas pérdidas de tiempo, en espera de
que se resuelva la lenta y desordenada
inmovilización.
¿Nos hemos preguntado cuanto tiempo se
pierde en estas múltiples formas de congestionamiento y parálisis de
comunicación y transporte cotidianos?
Una estimación conservadora, de cómo se
dilapida parte de la vida, permite
señalar que el problema crece y se complica a ciertas horas y en lugares de
confluencia o aumento de circulación, al grado tal que miles y miles de personas, sobre todo los que
entre semana, van y vienen a sus centros de trabajo, a los de atención y
obtención de servicios, o a los de acopio y mercado, pierden cotidianamente
entre el 15 y 20% de su vida activa potencial; esto es, desperdician de hora y
media, hasta más de dos, de sus 12 horas disponibles diariamente.
Cifras que, acumuladas dan una idea más
clara de cómo se fuerza, a malgastar y perder tiempo en obligadas, agotadoras y
conflictivas esperas. ¿Estamos obligados
a perder parte de la vida, por la falta de viabilidad?
Ciertamente el problema no es fácil y
rápido de atender. Las deformaciones de la vialidad urbana y regional son
acumulativas y, si no se hace nada, lo único seguro es que empeoran.
Más cuando se tienen factores de alta
influencia, como la creciente presencia de un parque vehicular que inunda y
obstruye las supuestas vialidades.
De ahí
que llaman la atención informaciones y opiniones al respecto. Como la publicada
recientemente, de Juan José Beltrán Valdez, profesional dedicado al fomento de
la cultura vial, :
“El
Municipio de Xalapa está ubicado en el segundo lugar nacional por el número de
vehículos per cápita, desde hace un año y medio, solo superado por el municipio
de San Nicolás de los Garza, Nuevo León, que ocupa el primer lugar nacional y
un lugar arriba de la Ciudad de México, que se ubica en el tercer lugar…Tenemos
un severo problema de vialidad en la ciudad de Xalapa. Todos somos responsables
de ese problema y todos debemos poner un granito de arena para solucionar dicha
situación…” (BillieParkerNoticias.150220)
Por
lo pronto, como en muchos otros lugares, en la supuesta “Atenas veracruzana”,
donde abundan los que piensan, circulan
más vehículos per cápita que en la Ciudad de México, acentuando la lenta y perjudicial falta de buena movilidad, que causa
múltiples pérdidas. En todo caso, vale la pena preguntar y preguntarnos:
¿Qué debemos hacer, si el problema de vialidad
crece y se complica en el entorno que habitamos?
Permitir
y soportar perder la vida, poco a
poquito…total, como dice la canción, “la vida no vale nada”
Importante
informarse, conocer, participar y apoyar
esfuerzos…