Mutatis mutandis
Por Rafael Arias Hernández.
En el presente y futuro inmediato. Imprescindible
más y mejor responsabilidad y comunicación, organización y asociación o unión de actitudes y voluntades.
Mucho que hacer, de parte de quienes
gobiernan; y también, de ciudadanos y sociedad, que son y deben ser parte
central de las decisiones y soluciones que se tomen.
Es hora de admitir, que el nosotros,
también lo forman y conforman los otros. Ni estamos solos, ni somos únicos.
Plural y singular al mismo tiempo, juntos e indisolubles.
La trascendental fuerza de la cultura
humana une esfuerzos, logros y avances de generaciones; y también tiene
presente, faltantes y pendientes, así como
nuevos desafíos y problemas. Viejos y antiguos retos, atraen recurrentemente,
ancestrales e innovadoras enseñanzas. El esfuerzo continúa y nunca se detiene.
Sin duda que, como en otras ocasiones, vamos
a superar daños y consecuencias de la pandemia de nuestro tiempo; en todo caso,
asumiremos pérdidas y reconstrucciones, restauraciones e innovaciones. Todo es
cuestión de partir de lo indispensable, de lo esencial: la salud y la vida
humana.
Por lo pronto, de muchas formas, se
advierte la transformación de lo adverso y difícil, a lo complicado y
peor.
Ante nuevos contextos, necesario señalar
y alertar.
Hoy por hoy, una de las preguntas
centrales es:
¿Seremos capaces de superar las
consecuencias y cambios de contextos que, simultáneamente, se hacen presentes
en muchos aspectos?
Preciso enfrentar y atender, no solo lo
presente y evidente de la pandemia; sino también, al mismo tiempo, considerar y tomar en cuenta el futuro
inmediato, lo que sigue en afectaciones, efectos y cambio o empeoramiento de
situaciones.
Como la inocultable recesión económica; el
aumento de desempleo, subempleo e informalidad; el mayor empobrecimiento y
marginación; la creciente inseguridad y violencia; el debilitamiento
gubernamental, institucional y las crisis de las finanzas públicas; y otros más,
previstos o ya presentes.
¿Qué hacer ignorarlos, minimizarlos, o
exagerarlos? ¿No atenderlos, ni
preverlos?
DIALOGO, PARTICIPACIÓN Y EFECTIVIDAD
Adversidad y desgracia
se hacen presentes; obligan o hacen forzoso, acrecentar y aprovechar al máximo,
fortalezas y oportunidades.
La nueva realidad enfrenta
y reduce capacidades gubernamentales, empresariales e institucionales
instaladas. Pone al descubierto sus alcances y limitaciones; y, en muchos casos,
rebasa conocimientos y disposiciones personales y sociales.
Incluso, por el tamaño
de sus daños y consecuencias causa temor y angustia; y, conduce a recuperar ancestrales
y efectivas formas de enseñanza, que determinan e influyen en la disposición
individual y social, para la organización y
movilización, en la atención de retos y problemas que resolver.
Lo importante se
convierte en urgente; y lo determinante se hace presente en la toma o no, de
decisiones y disposiciones.
El caso es que, como en
pocas veces en la historia de la humanidad, el ritmo y las formas de vida se
detienen, la alarma reclama atención suficiente y oportuna; y, la experiencia
aconseja contar con capacidad de respuesta real y efectiva. Lo primero es lo
primero, la salud y la vida.
Saber lo suficiente es
indispensable, tanto en la identificación y diagnóstico, como en la búsqueda de
propuestas y la aplicación de respuestas. Soluciones viables y pertinentes.
Cualquier acción y
disposición debe partir de lo notorio y conocido, de la suficiente información
comprobable y el objetivo conocimiento, para obtener respuestas, que generen los
necesarios resultados positivos.
Imposible seguir en más
de lo mismo. Presente y futuro inmediato, exigen acciones y reacciones
consistentes
No más distracción
simulación y espectáculo. Hay que pasar
de lo innecesario, superficial y secundario, a lo importante y urgente, a lo
determinante y trascendente.
Se debe entender que los
tiempos cambian. Las condiciones son otras y las perspectivas también.
Lo importante, lo
trascendente crece y se complica, exige atención y respuestas. La situación
presente se acumula, a las innumerables demandas sociales pendientes y a las
conocidas necesidades individuales y sociales, no atendidas. Imposible ignorar tanto
las complicaciones recientes, como los conocidos reclamos de siempre.
Inocultables, aumentan las manifestaciones de malestar, inestabilidad y hasta de violencia.
Si algo distingue y
caracteriza a la forma de vida contemporánea es el de la velocidad. Todo marcha
rápido. Las distancias se reducen en tiempo y el que llega primero tiene algunas
ventajas. Tal parece que los acontecimientos dominan y hasta determinan las
decisiones. No pensar o hacerlo poco, es
lo más cómodo.
Presionados por la
rapidez de los acontecimientos, de muchas formas nos vemos obligados a seguir
la inercia y las consecuencias. Se induce a no detenerse a pensar, analizar,
reflexionar y evaluar lo que se quiere, se debe y se puede hacer.
Imprescindible la transparencia, el acceso a la información y la oportuna y
clara rendición de cuentas.
Así, para la estupefacta y afectada población, hay
que hacer algo, pronto y bien. Para las mayorías silenciosas que sólo saben que
no salen de sus problemas, y que más bien estos se agravan, incrementándose urgencia e importancia, no cabe, ni es
aceptable, el dejar hacer y dejar pasar;
mucho menos el lenguaje gubernamental triunfalista, que todo lo justifica o
exagera, entretiene o exalta.
Los nuevos tiempos
reclaman una práctica
imprescindible,
aleccionadora y constructiva:
preciso dar seguimiento y evaluar, tanto lo que se hace bien y a tiempo; como
lo que se hace mal o no se hace.
¿Seremos capaces de
asumir nuestras responsabilidades? ¿Tendremos disposición y capacidad de
superar disentimientos y diferencias, para unificar esfuerzos?
Sin menoscabo de ideas,
opiniones y propuestas plurales y diferentes. En pleno uso responsable y
garantía de derechos y libertades, preciso fomentar y apoyar respeto y
tolerancia, diálogo y participación, solidaridad y cooperación.
Ante la enormidad y
complejidad, actuales y de futuro inmediato, hay que renovar credibilidad y
confianza, organización y unificación de esfuerzos. Valorar y asumir, tanto el
optimismo realista y sustentable, como la esperanza organizada y efectiva.
No propiciar miedo o
temor exagerados, como respuesta o costumbre, Ni al pánico y manipulación, como formas de dominación. Tampoco, fomentar o
auspiciar enfrentamiento, radicalización y polarización política y social. No
privilegiar el divide y vencerás. ¿Nos daremos la oportunidad?
-Académico. IIESESUV Twitter@RafaelAriasH, Facebook:Veracruz
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