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sábado, 25 de abril de 2020

LA PAZ, LA ALEGRÍA Y EL ESPÍRITU SANTO

Comunicado Dominical.
Arquidiócesis de Xalapa.
26/04/2020.

El pasado 23 de abril de 2020, el Arzobispo de Xalapa, Mons. Hipólito Reyes Larios, luego de consultar a su consejo episcopal, envió un comunicado a sus feligreses con ocasión de la declaración de la tercera fase del Covid-19 para complementar las indicaciones de la circular N° 3/2020, del 27 de marzo de 2020.

Tomando como elemento iluminador la experiencia pascual de los discípulos, el mensaje del arzobispo resaltó tres elementos importantes que nos ayudan a todos a ser personas de esperanza en este tiempo de cuarentena que estamos viviendo. Estos tres elementos son la PAZ, EL ESPÍRITU SANTO Y LA ALEGRÍA.

La noche del día de la resurrección, Jesús se apareció a los discípulos que estaban en el cenáculo (Jn 20, 19-31). Ellos se habían retirado ahí por miedo a los judíos y estaban enclaustrados. A pesar de tener las puertas cerradas, Jesús entró y se puso en medio de ellos. Él los saludó con la Paz, sopló sobre ellos el Espíritu Santo y ellos se llenaron de alegría.

EL DON DE LA PAZ. Jesús resucitado es el portador de la Paz, más aún, "él es nuestra paz" (Ef 2, 14) porque él nos ha reconciliado con Dios. Los discípulos estaban en una situación de inquietud, de preocupación y de miedo; luego de saludarlos, Jesús les mostró la fuente de la paz: "él les mostró las manos y el costado", es decir, sus santas llagas. Esto nos recuerda que la pasión de nuestro Señor Jesucristo es lo que nos ha traído a todos el don la paz. También nosotros en este tiempo de contingencia sanitaria necesitamos estar en paz y reconocer que la verdadera paz solo nos la ofrece la relación con Jesucristo y por eso debemos fortalecerla.

LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO. El segundo elemento es la fuerza del Espíritu Santo. Gracias a la Resurrección de Jesús, nosotros también hemos recibido el soplo del Espíritu Santo en el momento de nuestro bautismo. Por medio de su Espíritu, Dios no nos abandona nunca, porque es nuestro Padre providente, él nos acompaña y fortalece por medio de su Espíritu Santo. Esto nos recuerda siempre aquellas palabras de la Sagrada Escritura: "no tengas miedo, yo estaré contigo" (Is 41, 10).
EL DON DE LA ALEGRÍA. Gracias al soplo del Espíritu Santo, los discípulos enclaustrados en el cenáculo, experimentaron una hermosa transformación, pues junto con la Paz, Jesús resucitado les hizo experimentar el don de la Alegría" (Jn 20, 20). La alegría cristiana no se reduce a una emoción positiva, es fruto de reencontrarse nuevamente con el Señor resucitado. Este reencuentro se realiza al escuchar su santa Palabra, hacer oración, participar en los sacramentos y vivir la caridad.

La experiencia de la Paz que viene de nuestra relación con Dios, el auxilio del Espíritu Santo y la experiencia de la alegría cristiana, son tres realidades que nos ayudan a mantenernos fortalecidos para hacer frente a la pandemia del Covid-19. Esto significa que un cristiano no solo debe observar medidas higiénicas para no contaminarse, también necesita echar mano del recurso de su fe, para salir triunfante ante esta contingencia.

El hecho de que una persona cristiana, no pueda por ahora reunirse en los templos católicos para celebrar su fe, no significa que se encuentre desamparado. La experiencia de confinamiento nos ha llevado a fortalecer otras formas de comunicación y acompañamiento. El hogar es ahora también un espacio sagrado para seguir recibiendo catequesis, talleres, celebraciones litúrgicas, oraciones y muchas otras iniciativas que se han estado llevando a cabo gracias a los medios de comunicación y a las plataformas digitales.

La Iglesia sigue acompañando a sus feligreses, por eso todos los días celebra la santa eucaristía, mantiene los templos abiertos, sigue ofreciendo servicios en sus oficinas, asiste a los enfermos y promueve la vivencia de la caridad para salir en ayuda de nuestros hermanos más vulnerables. No cabe ninguna duda que durante este tiempo de contingencia, la fe cristiana nos está ayudando a mantenernos de pie y a dar la batalla.

Nuestro reconocimiento y gratitud a todos los médicos, enfermeras y personal sanitario que están atendiendo a los enfermos en los hospitales; también a nuestros obispos, sacerdotes, religiosas y laicos que a través de sus múltiples servicios están atendiendo con sabiduría el bien espiritual de nuestros feligreses. ¡La paz y la alegría que viene de Dios estén siempre con todos!

Pbro. José Manuel Suazo Reyes