Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
El pasado sábado y en lo que se considera la burla nunca
vista para un gobernador en décadas, presuntos miembros del Cartel Jalisco
Nueva Generación que portaban armas de alto poder, repartieron cientos de despensas
en al menos catorce municipios de Veracruz a pleno día, durante varias horas y sin
que la policía estatal los molestara.
Sobre el hecho Noé Zavaleta corresponsal del semanario
Proceso dijo textual: “En un escueto y rústico comunicado, la organización
criminal indicó que entregó ayuda en Cosamaloapan, Carlos A. Carrillo, Tres
Valles, Tierra Blanca, Córdoba, Orizaba, Tezonapan, Paso del Macho, Huatusco,
Cuitláhuac, Yanga, Potrero Nuevo, Atoyac y Cardel, entre otros municipios”.
Dos semanas antes el Grupo Sombra había hecho lo mismo
en la zona norte, concretamente en Pánuco, Tempoal. Tantoyuca, El Higo y
Tuxpan.
Quizá para taparle el ojo al macho, elementos de la
Secretaría de Seguridad Pública detuvieron a cuatro presuntos delincuentes en La
Perla con más de cien despensas que no alcanzaron a repartir. Pero esto no tranquiliza
a una sociedad que ve impotente cómo la delincuencia se adueñó de Veracruz ante
la manifiesta incapacidad de las autoridades.
Rebasado y aturdido, el gobernador Cuitláhuac García dijo
a un portal de noticias que las despensas están manchadas de sangre y tiene
razón, pero nomás en eso. “Todos sabemos muy bien que el modus operandi de los
delincuentes es asaltar un transporte, secuestran al chofer, lo desaparecen y
esa mercancía la venden y lo que les sobra lo reparten. Pero por fortuna, la
gente los conoce muy bien y rechaza esas despensas”.
¿Seguro gobernador? Porque en los videos se advierte que
los beneficiarios hacen hasta cola para recibir el obsequio.
Reitero, con excepción de La Perla, en ninguno de los demás
municipios y en ninguna de las horas que los delincuentes se pasearon con sus
armas, se vio a elementos de la Policía Ministerial inhibiendo a los maleantes.
Y mucho menos a la súper funcionaria Verónica Hernández Giadáns encargada de la
Fiscalía Estatal, atendiendo las denuncias que por redes sociales hicieron los veracruzanos.
Sin duda en otro estado y ante la grosería insolente y
cínica de la delincuencia al gobierno de Cuitláhuac García, Hernández Giadáns hubiera
presentado su renuncia irrevocable. Pero nada de eso, este lunes el gobernador
dijo que la mujer: “Es una persona que ha dado muy buenos resultados”.
Si tantita inteligencia tuviera la señora, haría mutis
para evitar males mayores. Su trabajo al frente de la FGE ha sido cuestionado
como nunca en la historia de esa dependencia. Ser prima hermana de una mujer
acusada de pertenecer a la delincuencia organizada es un lastre para Verónica y
sólo por eso no debería seguir en el cargo.
Por otra parte, tiene una denuncia ante la Fiscalía
General de la República y la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría
de Hacienda por la compra de dos camionetas, una para su uso personal y la otra
para su secretario técnico, Manuel Fernández Olivares. La bronca no es la
compra, sino el millonario sobreprecio.
Señalada por la picaresca veracruzana de pertenecer al
“Cartel de las Primas” y acusada de corrupción, Hernández Giadáns hará su
trabajo a la defensiva si llega a la titularidad de la Fiscalía y esto
ocasionará que cometa errores que serán causales de más acusaciones penales.
Quienes le han hecho creer que durará nueve años en la
FGE es porque no la quieren. Es buen momento de que diga “muchas gracias y ahí
nos vemos” en lugar de que la echen por la puerta de atrás como lo hicieron con
su antecesor.
Sobre todo, está a tiempo de librarse de la pesadilla
que vive Jorge Winckler que lo que más ha de desear es estar en la tranquilidad
de su bufete jurídico, en lugar de dormir con la zozobra de que un mal día le
echen el guante sin remedio.