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miércoles, 22 de julio de 2020

La política ambiental del péndulo


Adalberto Tejeda Martínez
 El de Rafael Hernández Ochoa (1974-1980) fue el primer gobierno estatal con una política ambiental: instituyó, antes que cualquier otro estado, una Dirección de Asuntos Ecológicos; inauguró el parque ecológico Macuiltépetl en Xalapa; en colaboración con el Conacyt fundó en 1975 el Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos, Inireb, que funcionó trece años y al disolverse heredó algunos de sus profesionales, proyectos e infraestructura al actual Inecol, que llegó de la Ciudad de México; la Universidad Veracruzana, con financiamiento de la OEA fundó la Licenciatura en Ciencias Atmosféricas también en 1975; el Servicio Meteorológico y Climatológico estatal adquirió un instrumento de vanguardia con las correspondientes licencias de la NASA: una estación terrena receptora de información satelital para el pronóstico meteorológico, que, por cierto, el siguiente gobernador, Agustín Acosta, condenó al abandono.
     Tuvieron que pasar un sexenio y dos gobernadores más -Fernando Gutiérrez y Dante Delgado- para que la Dirección de Asuntos Ecológicos volviera a tener relevancia, en el gobierno de Patricio Chirinos y bajo la dirección de Francisco Morosini, pero el gobierno de Miguel Alemán Velasco la envió a un rincón del organigrama en el sector de las obras públicas, supeditada a la dependencia estatal a la que más debía vigilar, y sin más desapareció el Servicio Meteorológico y Climatológico del Gobierno del Estado y su archivo de datos climáticos se fue a la basura.
     Al final del gobierno de Fidel Herrera la oficina del medio ambiente pasó a ser Secretaría. Aunque parezca increíble, en el sexenio de Javier Duarte hubo una atípica atención a los problemas ambientales. La Secretaría de Medio Ambiente (Sedema) impulsó, a contracorriente del resto del gabinete, políticas de protección al medio y de prevención ante el cambio climático. En una administración de cuyo desastre financiero no tiene caso abundar, la Sedema se valió de fondos externos para varias de sus acciones. Particularmente, la Fundación Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ) y otras, patrocinaron proyectos para mitigación o adaptación al cambio climático por un monto cercano a los cien millones de pesos, que no es poco si se considera que en rigor el gobierno estatal de entonces y los dos subsecuentes le han dedicado cero pesos.
     El péndulo de las políticas ambientales ha oscilado de una administración a favor (Hernández Ochoa) y dos en contra (Acosta Lagunes y Gutiérrez Barrios+Dante Delgado), otra a favor (Chirinos) y una y media en contra (Alemán y Herrera) seguida de una y media a favor (Herrera y Duarte). Vino el bienio bisagra de Miguel Ángel Yunes, que no hizo mayor cosa por corto en el tiempo y en las miras, y desembocamos en un gobierno que transcurrido más de un cuarto de su ejercicio no ha mostrado más que indiferencia absoluta a las cuestiones ambientales.