Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Con la pandemia del coronavirus a todo lo que da y el
casi nulo apoyo del gobierno federal a los más necesitados, se está haciendo
costumbre ver en los medios de comunicación a personas que son detenidas cometiendo
actos de pillaje con tal de llevar algo de comer a sus hogares.
Y no te creas lector que esto es privativo de quienes
viven en extrema pobreza. Hace unos días en un municipio de Guerrero, una mujer
fue detenida después de sustraer de una tienda de conveniencia, artículos de primera
necesidad para llevarlos a sus hijos que tenían más de 72 horas sin probar alimento.
La mujer había trabajado como secretaria en una
oficina burocrática, pero debido a la austeridad republicana fue despedida sin
liquidación hace tres meses. Quiso emplearse en otros oficios pero le fue
imposible porque las fuentes de empleo comenzaron a escasear y otras de plano
cerraron.
Sola, con dos hijos pequeños y desesperada, se metió a
la tienda de donde sustrajo (de acuerdo con la nota periodística) medio cono de
huevos, arroz, aceite, frijol, dos chocolates, dos refrescos embotellados; metió
todo en un bolso y pegó la carrera… pero la atraparon.
Como esa historia hay cientos en Veracruz y miles en
el país.
Casi desde que comenzó la pandemia la diputada federal
del PRI, Anilú Ingram Vallines, pidió al gobierno federal ayuda para los que
menos tienen o viven en una situación de precariedad por falta de trabajo.
Anilú impulsó en el Congreso la propuesta de un Ingreso
Único Vital, consistente en un apoyo de 3 mil 746 pesos mensuales a
trabajadores informales que no cuentan con acceso a la Seguridad Social y a personas
que perdieron su empleo en la economía formal. El apoyo sería durante tres
meses… Pero.
El grupo parlamentario de Morena se negó en redondo a discutir
el tema en la sesión extraordinaria del miércoles 22. ¿Por qué? hay dos
teorías. Una es que la propuesta no la presentó el señor presidente sino una legisladora
de la oposición. Y la otra es que cuando se trata de soltar cantidades de
dinero no presupuestadas, a López Obrador le da taquicardia y la presión
arterial se le va al cielo.
Ya en serio, ¿qué argumentos opuso Morena para no
discutir el planteamiento de la diputada?
Oficialmente ninguno, pero extraoficialmente porque de
seguro tenían cosas más urgentes que atender.
¿Acaso hay algo más urgente que saciar el hambre?
No, evidentemente no. Pero Andrés Manuel no quiere
darse cuenta que con su recurrente y miserable pichicatería le está jalando los
bigotes al tigre de la hambruna que no tarda en soltar el zarpazo.
A pesar de lo mucho que cacarea sus programas
sociales, México es el país de la OCDE que menos apoyos brinda; sólo el 5 por
ciento de la población los recibe. Esto es inconcebible e imperdonable cuando el
52 por ciento de los mexicanos no ganan lo suficiente para comprar los productos
de la canasta básica.
La propuesta de Anilún Ingram va en el sentido de
paliar un poco la situación de carencia y miseria que vive más de la mitad de
la población. Pero simplemente no pasó.
Quienes sugirieron que su idea es partidista y
electorera no tienen perdón de Dios. La propuesta de la legisladora es con
profundo sentido humano y no debe desdeñarse de una manera tan absurda.
De acuerdo con Anilú, la implementación de un Ingreso
Único Vital debe ser la respuesta al cierre masivo de negocios, los despidos en
cascada y las proyecciones de economistas que calculan que habrá 12 millones
más de pobres en México.
“Lo anterior toma mayor peso cuando cruzamos las
cifras de desempleo presentadas hace unos días por el Instituto Mexicano del
Seguro Social y la incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo del Sistema
Nacional de Seguridad Pública, una combinación muy peligrosa”, alertó.
Quizá por eso los robos como el que cometió esa madre
de familia en Guerrero; quizá por eso los que se cometen en Veracruz y en el
resto del país. Robos que no se justifican porque ninguno es justificable, pero
que se comprenden cuando son por hambre.
Aguas, jugar con el hambre de un pueblo es jugar con
fuego y eso es lo que están haciendo López Obrador y sus legisladores.
De ahí al estallido social nomás hay un brinco.