Mutatis mutandis
Por
Rafael Arias Hernández.
Evidencia
tras evidencia, se muestran y acumulan
pruebas para calificar y distinguir
buenos, malos y peores comportamientos gubernamentales.
¿Tenemos
los gobiernos que merecemos? ¿Distinguimos
y separamos, unos de otros? ¿Quiénes son los responsables?
Del
dicho al hecho, caben desastres y retrocesos.
Insultante
conformarse. No más minutos de silencio, ni pésames mañaneros, ni velorios
virtuales, epitafios convenencieros y lastimosas condolencias. Sin excusas ni
pretextos. Antes que todo, atención real
y protección efectiva, a la salud y la vida humana.
Hacer
lo necesario y prever lo previsible, para evitar errores, pérdidas y
retrocesos; reducir costos y riesgos, y aprovechar ventajas, potencialidades y
oportunidades. Reconocer alcances y apoyar esfuerzos, porque hay quienes si
cumplen con sus obligaciones y hacen su trabajo, llenos de limitaciones y
sacrificios.
Empezar
por otorgar más atención, a Salud, Seguridad, Educación y, desde luego, a
Economía y Finanzas Públicas.
No
proseguir intentando justificar, lo injustificable.
Del
dicho al hecho aumentan muertos,
homicidios de inseguridad y sacrificados
de insuficiente salud. Cientos se convierten en miles; y, en un dos por tres,
alcanzamos los primeros lugares mundiales, de la desgracia y el
infortunio.
Lamentable.
Somos ejemplo de administraciones y políticas públicas fallidas, insuficientes
e ineficientes. ¿Cuál información real y confiable? ¿Cuál evaluación
actualizada y objetiva, que distinga al buen gobierno?
La
sociedad no puede hacerlo todo. No basta repetir y extender sana distancia, respetuosa
separación, forzoso aislamiento en aumento, limitada atención y extendida parálisis,
como respuesta. ¿Cómo se sostienen, millones y millones que viven del día a día,
de su esfuerzo? ¿Qué del aumento de pobreza, hambre, inseguridad y salud
insuficiente? ¿Hasta cuándo aguantaran los millones de afectados y sacrificaos,
por las crisis? ¿Sobrevivir en desempleo, sin ingresos ni prestaciones?
De
pronto, sin pensarlo ni desearlo. La vida se convierte en una lenta agonía, en
la que miedo, incertidumbre y engaño aumentan de intensidad y tamaño.
La
Economía se debilita y se reducen las oportunidades de obtener apoyo a
soluciones y remedios. Se pierde o reduce, capacidad de respuesta social y gubernamental,
eficiente y oportuna, para atender necesidades básicas y resolver problemas
apremiantes.
La
Economía no se entiende ni atiende, bien y a tiempo. Urge gobernar al gobierno,
para asegurar estabilidad y certidumbre, con
más recursos públicos y mejores apoyos institucionales.
Para
ello, es impostergable regresar y someter a los gobiernos a su origen y
destino; esto es, promover e impulsar, la permanente e imprescindible participación
y evaluación ciudadana y social, para fortalecer la representación pública, en todas sus formas y a
todos sus niveles.
Hay
que hacerlo bien y cuanto antes, porque mientras, mentira y engaño,
entretenimiento y distracción, y múltiples formas de simulación, sigan caracterizando ocupación y comunicación diaria;
e incluso, se desvíen atribuciones y recursos públicos, para el aprovechamiento
personal, familiar o de grupo.
Mientras
no entienden que no entienden, a pesar de que bien saben que no saben y se
mantienen en el poder, incluso sin poder con su trabajo, ni ofrecer buenos
resultados. Es natural que aumenten inconformidad, malestar y sacrificio
social.
Cuál
honestidad de llegar al poder, para no poder y caracterizarse por hacer poco o
nada bueno, oportuno y pertinente. Y para dedicarse a enajenar, limitar y
sacrificar a las mayorías; entretenidos en justificar su mediocridad o
perversidad, al llenar de excusas y pretextos, provocaciones y distractores, la
comunicación y el ambiente, para ocultar su pobre y perjudicial presencia y
desempeño oficial, con cargo al presupuesto.
Ni
para engañar o auto-engañarse. Las correspondientes preguntas se hacen
inevitables e inocultables. ¿Los servidores públicos sirven? ¿Cumplen y hacen
cumplir la ley? ¿Hacen y prevén, lo que tienen obligación de hacer y prever?
INFORMAR
Y FISCALIZAR. PARTICIPAR Y EVALUAR.
No
más rehuir a lo obvio. Entendamos magnitud y trascendencia de los cambios
contemporáneos. Aceptemos que no hay vuelta hacia atrás, que estamos ante una
nueva realidad, en muchas formas más difícil y adversa; volátil y desconocida,
en algunos aspectos.
Absurdo
y contraproducente conformarse y repetir que no pasa nada; que lo peor ya pasó,
que nos va a ir bien y viene lo mejor. Recuperación y
superación se hacen, no solo se desean.
Necesario
identificar y señalar problemas y buscar sus mejores soluciones; definirlos, conocerlos y analizarlos. No
ignorarlos o minimizarlos; suplantarlos
o deformarlos.
Elemental,
empezar por contar con información pertinente, actualizada y confiable;
incluyendo errores y aciertos, logros y pendientes, avances y retrocesos.
Determinar origen y destino, inercia y movimiento, causas y efectos, acciones y
consecuencias; y desde luego, medios y fines, objetivos y metas, ideales y
congruencia.
Además
de verdadera transparencia, y acceso a la información pública, se debe insistir
en la puntual rendición de cuentas y la fiscalización efectiva. No más
simulación, con rendición de cuentos y fiscalización “carnal”, cómplice y
encubridora.
Y
lo más importante. Evaluar todo y a todos en los gobiernos, sean del color o
sabor que sean.
Evaluar,
para empezar, cuando menos en formas:
1.-
Normativa. 2.- Operativa. 3.- De eficiencia y efectividad. 4.- De previsión y
prospectiva. 5.- De consolidación e innovación.
Con
la transformación pertinente. Estamos ante la oportunidad de deshacer la Historia
de siempre, la que padece y perjudica, limita y sacrifica a las mayorías
empobrecidas y hambrientas.
No
más gobiernos dedicados al rollo del desarrollo, a posponer y engañar, simular
y entretener, como uso y costumbre.
En
fin. Importante sostener, ampliar y mejorar cambios positivos iniciados; y
abordar otros, pendientes y rezagados.
Tiempos
de reaccionar y despertar, de arreglar y acomodar lo que somos y, en verdad,
transformarnos en otros, en los que debemos ser. Oportunidad de conservar lo
favorable, cambiar lo inservible, y lograr lo que beneficia, sostiene y sustenta nuestra
existencia.
Empezar
por identificar lo bueno y saber quiénes cumplen, hacen su trabajo y rinden
buenos resultados. Reconocerlos en los hechos y apoyarlos en sus derechos. Hay
buenos servidores públicos que sirven y ponen todo su esfuerzo en cumplir,
avanzar y mejorar.
El
reto es identificarlos y apoyarlos.
Crítica
objetiva y propositiva, valioso recurso disponible
-Académico. IIESESUV Twitter @RafaelAriasH, Facebook:
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