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sábado, 15 de agosto de 2020

La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María

TODAS LAS GENERACIONES ME LLAMARÁN BIENAVENTURADA

La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María, se celebra en toda la Iglesia el 15 de agosto. Esta fiesta tiene un doble objetivo: La feliz partida de María de esta vida y la asunción de su cuerpo al cielo.
Esta festividad fue implementada por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950.
La Asunción de María inicia al término de su vida terrenal, es decir, que la Madre de Dios fue llevada al cielo, glorificada en cuerpo y alma. La más solemne de las fiestas que la Iglesia celebra en su honor. Donde recordamos que María es una obra maravillosa de Dios, concedida sin pecado original y permaneció libre de pecado.
El Código de Derecho Canónico indica que la fiesta de la Asunción de la Virgen María es una solemnidad en la que el católico debe asistir a Misa. En algunos países es de precepto dominical.
Dios no coronó a María por ser la Madre del Salvador, sino por sus virtudes, su caridad, su sencillez, su humildad, su caridad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre, su perfecto homenaje de adoración, amor, alabanza y agradecimiento.
María cumplió perfectamente con la voluntad de Dios en su vida y eso la hizo llegar a la gloria de Dios.
Al declarar el dogma de la Asunción de María, Pío XII no quiso resolver si la Virgen murió y resucitó enseguida, o si marchó directamente al cielo. Muchos teólogos piensan que la Virgen murió para asemejarse más a Jesús pero otros sostienen la Dormición de la Virgen.
María es ascendida por ángeles, no por sus propios medios como lo hizo Jesús. Lo cual quiere decir que es ascendida por obra y gracias de Dios. Por ello se le retrata rodeada de ángeles que la levantan entre nubes.
Después de Cristo, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida mediante la resurrección de los cuerpos.
En el Cuarto Misterio Glorioso se menciona La Asunción de María al cielo: «Todas las generaciones me llamarán bienaventurada porque el Señor ha hecho obras grandes en mí» (Lc 1, 48-49).
En una homilía en 2010, Benedicto XVI expresaba: “En esta solemnidad de la Asunción contemplamos a María: ella nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra; seguirlo cada día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces resultan pesadas. María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”.