Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
El presidente López Obrador estuvo este domingo en Dos
Bocas y ahí anunció que la refinería será inaugurada el 1 de julio del 2022,
para conmemorar el cuarto año de su triunfo en las elecciones del 2018. La secretaria de Energía, Rocío Nahle, le
comentó que ya se concluyó la primera etapa de la obra. Y como el tabasqueño desconoce
el verdadero avance aceptó sin chistar lo que le dijeron.
“Vamos a inaugurar esta refinería en el 2022. Quedamos
que se va a inaugurar el 1 de julio cuando los mexicanos decidieron en 2018,
decir basta al régimen de corrupción, al régimen de la impunidad, de
injusticias, de privilegios y con mucha sabiduría nuestro pueblo dijo ‘basta’ y
vamos por la transformación de México”, indicó entusiasmado.
Ándele pues.
Aunque de aquí a ese 1 de julio pueden pasar muchas
cosas; la primera es que la refinería no esté terminada. Y también habrá que
ver cómo estará México por esas fechas.
Si las cosas van a seguir como hasta ahora lo más
seguro es que llegue a la inauguración sin la mayoría de Morena en el Congreso,
lo que deslucirá la ceremonia, porque querrá decir que buena parte de quienes sufragaron
por él en 2018 cambiaron de opinión para votar por la oposición.
Pero eso como que le vale gorro al señor presidente
que sigue con sus utopías.
La semana anterior aseguró que ya se recuperaron más
de 120 mil empleos que son una bicoca comparados con los más de cuatro millones
que se perdieron por la pandemia. Pero mintió; quienes se están empleando lo
hacen por un sueldo que es, en la mayoría de los casos, 40 y hasta 60 por ciento
menor de lo que percibían en sus empleos anteriores. Y no son tantas, son menos
de 120 mil las personas que de una u otra manera se recontrataron.
Lo cierto es que el trabajo escasea; las únicas obras prioritarias
que no tienen problemas de financiamiento son la refinería, el tren Maya y el
aeropuerto de Santa Lucía. Lo demás pertenece a lo secundario y en este terreno
entran hospitales, clínicas, medicamentos, además de niños con cáncer, enfermos
de VIH, campesinos, estudiantes y maestros. Todos ellos que se jodan y más si
no compraron un cachito para la rifa del avión.
Con 1, 410 fallecimientos registrados hasta los
primeros días de octubre, México tiene el deshonroso primer lugar mundial en
muertes de médicos, enfermeras, camilleros y químicos por Covid-19. Pero eso
qué importa si en dos años tendremos una refinería.
Antes de que llegue el 2022, el presidente deberá
decirle al pueblo de México por qué no pudo erradicar la violencia en 2019 como
lo prometió. Y por qué tampoco pudo en este 2020 cuando concluya la prórroga de
un año que pidió. Con 64 mil homicidios dolosos hasta septiembre ¿cómo va a
justificar que su gobierno esté resultando el más violento de la historia?
De los desaparecidos ni hablar. López Obrador ha
puesto un empeño especial en aclarar la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa,
pero se ha olvidado de los miles de desaparecidos cuyos familiares (madres y
esposas, principalmente), los buscan sin descanso y sin el apoyo que prometió
brindarles.
Y ni qué decir de los feminicidios o de las mujeres agredidas
a las que ha maltratado con su desdén y desprecio, indignos de un Jefe de
Estado.
¿Cuántos familiares de esos agraviados, de esos
enfermos, de esos muertos, de esas mujeres asesinadas y agredidas lo acompañarán
en 2022 a cortar el listón en la refinería? ¿Cuántos familiares de los 17 periodistas asesinados
en lo que va de su sexenio le gritarán vivas entusiastas ese día?
¿Cuántos le agradecerán por haber acabado con la corrupción,
la impunidad, las injusticias y los privilegios, cuando en sólo 22 meses su
gobierno está resultando uno de los más corruptos debido a las injusticias que
cometen impunemente la pandilla de leguleyos privilegiados que tiene en puestos
de primer nivel?
A López Obrador se le comienza a desmoronar el país de
las maravillas y no lo quiere ver así. Piensa que en serio somos un pueblo
feliz cuando esa felicidad tiene rato que se transmutó en ira y frustración
porque no está respondiendo a los problemas como presidente, sino como un
peleonero de callejón que para colmo no actúa solo, sino con su pandilla de las
redes sociales.
Nadie querrá acompañarlo (de hecho estoy seguro que
casi nadie irá por su gusto), a inaugurar un montón de fierros que terminarán
oxidados. Lo que los mexicanos desean inaugurar con su presidente es un México
donde haya trabajo, salud, educación, seguridad y bienestar para todos.
Un México que por su ceguera, terquedad y
autoritarismo, Andrés Manuel ni siquiera imagina, porque está muy lejos del
país bananero que se empeña en edificar todos los días.