Desde el Café
Luego de los torrenciales aguaceros que cayeron en
Tabasco en noviembre anterior, en que por orden del presidente López Obrador
las aguas de la presa Peñitas fueron desviadas a las comunidades más pobres (a
fin de evitar inundar Villahermosa, según dijo el propio mandatario), los damnificados
mandaron al diablo la sana distancia e hicieron tumultos para recibir 10 mil
pesos de “ayuda para rehabilitar sus viviendas”.
Apenas anunciaron en apoyo, miles de hombres y mujeres
hicieron una kilométrica fila que culminó en el Parque Tabasco de Villahermosa,
con la esperanza de recibir un dinero que no fue para todos. Por más de cinco días
aguantaron los solazos tabasqueños y durmieron a la intemperie con sus hijos de
brazos a fin de no perder su turno, todo para que al final les dijeran que no
aparecían en el padrón.
Más de la mitad se quedaron sin la ayuda cacareada y
obviamente muy furiosos.
Sin ocultar su fastidio López Obrador les prometió que
“en breve”, no sólo les darán el dinero sino se les apoyará con artículos domésticos
como refrigeradores y estufas “para que se vuelvan a levantar”.
Esta vez nadie le aplaudió. “Nuestras urgencias son
ahorita, nos urge la ayuda señor presidente” le dijo una mujer. Pero Andrés
Manuel no la oyó.
La semana que pasó un aguacero bárbaro inundó varias
colonias de Moloacán y Agua Dulce en la entidad veracruzana. Este segundo municipio
fue el más afectado ya que el río Agua Dulcita se desbordó provocando estragos entre
la población. De acuerdo con datos de Protección Civil fueron al menos 2 mil
las viviendas afectadas y hubo 8 mil damnificados. Algunos lo perdieron todo.
Como sucede en estos casos elementos del Ejército y Marina
estuvieron en el sitio haciendo trabajados de limpieza y atendiendo a los
damnificados.
En contrapunto y desde la comodidad de Palacio de
Gobierno, el gobernador Cuitláhuac García anunció que se instalaron cuatro
cocinas móviles en la Casa de la Cultura de Agua Dulce donde se prepararon 6
mil raciones de alimentos para la población afectada. Es decir, hizo caravana
con sombrero ajeno ya que las raciones las proporciona el Ejército como parte
de la ayuda que brinda, sin necesidad de pedirle permiso al gobernador.
Cuitláhuac no se dignó pararse por la zona afectada seguramente
porque no se puede mojar nomás para la foto, qué tal si se moja y se enferma.
Uta no, ni Dios lo mande.
¿Habrá apoyos para los damnificados que perdieron sus
enseres? Por supuesto que no, el apoyo nomás es moral. Los que perdieron sus
utensilios que se rasquen con sus uñas.
Ayer 21 de diciembre dos aviones Hércules de la Fuerza
Aérea Mexicana despegaron rumbo a Honduras cargados de víveres, medicinas y
utensilios domésticos, para ayudar a los hermanos hondureños que se vieron
afectados por los huracanes Iota y Eta el pasado noviembre.
Entre ambas aeronaves transportaron 21.6 toneladas de
ayuda; ayuda que aterrizó ayer mismo en la Base Aérea coronel Enrique Soto
Cano, en la zona de Comayagua.
Los viajes comenzaron desde el 12 de diciembre y los
aviones suman tres vuelos en los que han transportado cerca de 40 toneladas de
ayuda humanitaria.
Ah qué con Andrés Manuel; marro para soltar apoyos a
sus paisanos afectados por fenómenos naturales, pero bueno como candil de la
calle.