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lunes, 5 de abril de 2021

Aún no hay pase a la historia


En medio de factores negativos, que llevan a malos augurios o 
a, por lo menos, pensar que sean unas elecciones como las que siempre han predominante en México, han arrancado las campañas electorales.

No puede mucho optimismo pues el Presidente, con su partido y seguidores, ha chocado contra el árbitro haber electoral en una “guerra” con final impredecible; el crimen organizado, prácticamente intacto, se entromete en el proceso y ya han ocurrido asesinatos de políticos que aspiraban a llegar a un puesto de elección popular; la pandemia sigue costando vidas y la judicialización de algunas candidaturas amenaza también con llegar a situaciones violentas. Esto no es lo que desean los electores, quienes demandan muchas cosas, pero principalmente trabajo, estabilidad económica, seguridad y salud.

Los reclamos de los mexicanos persisten y son los mismos que los exigidos hace muchos años.

Así es como llegamos a las elecciones más grandes de la historia de México, en la que casi 95 millones de ciudadanos podrán elegir a quienes representarán en más de 21 mil cargos.

Es mucho lo que está en juego, para empezar el control de la Cámara de Diputados, en donde se puede hacer real contrapeso al Poder Ejecutivo o firmarle una carta en blanco a sus proyectos; lo mismo en 30 congresos locales. También se decidirá quiénes gobernarán en 15 estados y quiénes serán los alcaldes en mil 926 ayuntamientos.

Y sea cual sea el resultado de las votaciones el 6 de junio, México será otro con la decisión de los votantes.

Lo será porque de mantener el control de la Cámara de Diputados, ganar más gubernaturas y liderar la mayor parte de los congresos locales, el presidente López Obrador ahondará en sus proyectos. No lo dice, pero es claro que sabe que no ha dado los resultados que quiere y la gente exige.

Con lo hecho hasta ahora no puede pasar a la historia y la cuarta transformación quedaría como una frase publicitaria que en unos años más sería olvidada. Necesita ir más allá y para eso requiere de manera vital el control de la Cámara de Diputados, como lo tiene ahora.

Y de perder ese control, contar con menos gobernadores aliados y congresos locales adversos, México será otro a lo que se perfila bajo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Los mexicanos analizarán la actuación de su Presidente, de su respectivo gobernador y alcalde y de sus diputados, razonarán y emitirán su voto en total libertad.

Claro que para llegar a las casillas, dentro de dos meses, viviremos un proceso como los que hemos vivido en los últimos tiempos… o tal vez más complicado, porque a la inseguridad, la pandemia y la mala economía hay que agregarle el hecho de que el Instituto Nacional Electoral y el Presidente de la República están enfrentados y esto puede llevar a cabo un escenario nunca antes visto.

Ya veremos cómo son resueltas las diferencias, mientras tanto los mexicanos tendremos dos meses para observar, calificar y luego votar.