En México, como en otros países padecemos crisis y retrocesos importantes. Injusto negar los esfuerzos que se hacen, y los contados logros y avances que se obtienen; además, imprescindible tener presente el singular programa económico y conjunto de acciones de EEUU, impulsados por el Presidente Biden.
Los
hechos muestran la magnitud del cambio a realizar; y también, la complejidad de
las condiciones y retos a considerar. El reciente ejemplo del fracaso
colombiano, y de su propuesto sistema tributario, muestra cómo se logra unir a
un país, en manifestaciones y protestas, contra su gobierno.
En todo
caso, en principio, se debe insistir, que es necesaria y apremiante, la reforma
fiscal, el nuevo modelo tributario, o como
se le quiera llamar. Se necesitan
gobiernos con capacidad y efectividad reales, que garanticen buenos resultados;
tanto en sustentabilidad de ingresos, como en programación, orientación y pertinencia
del gasto y la inversión públicas.
Gobiernos
que recuerden, que ya no se cuenta, como antes, con cuantiosos bienes e
ingresos públicos disponibles, como el petróleo, ni con facilidad discrecional
para gastar lo que se obtiene, porque se pueden convertir en delincuentes.
Mucho
por hacer, por encima del repetido y triunfalista discurso, así como de la
irresponsable y perjudicial actitud oficial, en todos los ámbitos y niveles, de
difundir y sostener que se cuenta, con gobiernos legales, legítimos y
eficientes, con finanzas fuertes y sanas, favorables y consistentes.
Nacional
e internacionalmente, las crisis
económicas persisten y se prolongan, ante
situaciones y contextos, económico, político y sociales más inestables,
inciertos y complicados.
Continúan
efectos pandémicos y problemas de salud
pública, o aparecen nuevas expresiones,
que agudizan afectaciones,
padecimientos y sacrificios, obligando a las instituciones y aparatos gubernamentales a tomar con
urgencia, más y mejores medidas. Mismas que se desarrollan en contextos y
condiciones donde prevalece la desigualdad económica y social. Pobreza y
hambre presentes y crecientes.
ENFRENTAR
NUEVA REALIDAD.
Lo
mejor es empezar por el principio. Preguntar y comprobar cuál es la situación
actual, condiciones y características de las finanzas públicas; saber de sus
debilidades y riesgos, así como de sus oportunidades y fortalezas, para hacer
de inmediato lo que corresponda, así como prever lo necesario.
Tiempo
de insistir y exigir la verdad, de contar y acceder a información y
diagnósticos actualizados, saber qué
pasa y qué viene, para proceder en consecuencia. Cifras, situaciones,
conceptos, razones, justificaciones y denuncias.
Absurdo
y contraproducente, permanecer en la misma actitud y hasta asegurar que no hay
problemas, que se tienen finanzas sanas, que no pasa nada y que todo va a salir
bien.
O
más claro y directo. Irresponsable y necio, o destructivo y perverso,
refugiarse en un lenguaje triunfalista de fortaleza y grandeza presente y
futura; y también perjudicial y contraproducente, recurrir al lenguaje placebo,
que en cierta forma admite existencia de problemas, para asumir resignación y
conformismo al expresar buenos deseos, mejores intenciones y expectativas
favorables.
En
general, hay que reconocer y tomar en cuenta, que salvo notorias excepciones, en
lo federal, estatal y municipal, prevalece la costumbre, de repetir e insistir
“que no pasa nada y todo va bien”, de negar una realidad inocultable.
Signos
y símbolos acompañan a hechos y acciones. Unos y otros identifican y definen a
sujetos y participes de las situaciones económicas, políticas y sociales de una época.
Vigentes,
algunas preguntas imparables ¿Cuál es el tamaño del daño? ¿Quiénes son responsables de los recursos públicos, del
ejercicio del presupuesto gubernamental? ¿Y los culpables de errores y daños,
pérdidas y retrocesos?
Gobernar
es informar. Quien oculta, distorsiona o manipula la información oficial es un
delincuente.
De
ahí que, hay que vivir el presente. Urge poner la debida atención a la
Economía; necesarias políticas económicas eficientes, oportunas y efectivas; y,
en particular, cambiar y consolidar estructuras y funciones presupuestales
gubernamentales, someterlas siempre a verdadera rendición de cuentas,
fiscalización y evaluación públicas.
LA
NUEVA “NORMALIDAD”
En
consecuencia, entre otros aspectos, el presupuesto gubernamental se debe rediseñar,
controlar y mejorar; pero no solo en
relación a ingresos, sino también
respecto gasto e inversión pública.
Sobre
todo, porque este importante instrumento de administración y gobierno, desde
siempre, lo que se obtiene y dispone es insuficiente y menor, al tamaño de las
necesidades sociales y servicios públicos que exigen atención inmediata y
futura.
Señalar
y recordar, que también desde siempre, con frecuencia se desconoce, cuál es el
Presupuesto gubernamental real. Bien se sabe y asegura, que por conveniencia y
costumbre, se oculta y mal administra;
se desaparece o encubre su aplicación, con presupuestos paralelos, cajas
negras, fideicomisos, subejercicios y sobre ejercicios. No hay verdadero
seguimiento y control; y abunda opacidad, discrecionalidad y abuso. Barril sin
fondo, de endeudamiento asfixiante.
Hoy
por hoy, es imprescindible darlo a conocer y difundirlo, verdadera y oportunamente. Ante nueva realidad, reconfigurar
y ampliar fuentes de ingresos; redefinir y orientar gasto; y, generar más y mejores políticas de
inversión pública, directa o asociada.
Se
conocen y circulan ideas y propuestas de todo tipo. ¿Se incrementarán impuestos, derechos, productos y
aprovechamientos oficiales? ¿Se afectarán patrimonios, fortunas y actividades
hasta hoy privilegiadas? ¿Qué sucederá con el IVA, el ISR, el Predial y otros
conocidos impuestos? ¿Cómo se atenderán pobreza, desempleo e informalidad
creciente?
Fundamental
insistir: erradicar opacidad y fomentar
el acceso actualizado y sistemático de la información pertinente, así
como exigir puntual y correcta rendición
de cuentas y fiscalización pública, correspondientes. Demandar simple y
llanamente, cumplimiento de responsabilidades y
aplicación de las leyes, para reconocer y fomentar buen desempeño; o
para señalar, detener, denunciar y sancionar ineficiencia y delincuencia
gubernamental.
Por
lo pronto, se esperan días de dialogo y
debate intensos, centrados en temas por demás importantes y centrales, como la
reforma fiscal o el nuevo sistema tributario.
Bienvenidas razones y sustentadas proposiciones, en la
construcción y aplicación de políticas gubernamentales justas y eficaces,
convenientes y oportunas, para fortalecer el tipo de sociedad y gobierno que
queremos ser. Crecientes necesidades sociales, servicios públicos y bienestar,
exigen atención real y puntual.
-Academico.IIESESUV
@RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH