El peritaje sobre la Línea 12 del Metro dado a conocer el miércoles por la empresa noruega DNV volvió a la vida a la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, ya que el colapso se debió a una falla estructural asociada a varias deficiencias en el proceso constructivo, es decir, nada tuvo que ver la falta de mantenimiento de la que por cierto, adolecen todas las estaciones.
En este primero de tres informes, DNV destacó fallas
en el proceso de soldadura de los pernos Nelson, porosidad y falta de fusión en
la unión entre el perno y la trabe, así como falta de pernos en las trabes que
conforman el conjunto del puente. Un ejemplo lector, había trabes que debían
llevar 12 pernos, pero sólo les pudieron tres y uno no se explica cómo no
colapsó antes ese tramo.
Claudia no sólo resucitó, sino que el Presidente López
Obrador le dio públicamente otro espaldarazo al manifestar una vez más, que la
Jefa de Gobierno cuenta con todo el apoyo de la Presidencia de la República. Es
decir, la señora es nuevamente la candidata de Andrés Manuel a sucederlo en el
cargo.
Quien está frito es Marcelo Ebrard que de esta no se
va a levantar.
Marcelo hizo un excelente papel como Jefe de Gobierno
del DF, pero quiso pasar a la historia con su Línea Dorada y le falló todo.
De acuerdo con Israel Navarro, reportero de Milenio, el
10 de agosto del 2012 el gerente jurídico del Sistema de Transporte Colectivo
Fernando Cervantes Ramírez, reportó al director del Metro Francisco Bojórquez,
que en la línea “se sentían bamboleos en los trenes y en las soldaduras”, amén
de que había “tres mil aspectos que debían corregirse”.
Esto dio pie a que Bojórquez le dijera a Marcelo que
la obra no estaría lista para la fecha prevista. Pero el jefe de gobierno insistió,
visitó la Línea 12 con frecuencia, estuvo en las juntas de trabajo con los
ingenieros, presionó, forzó, comprometió y se salió con la suya.
El 30 de octubre, ocho meses antes de lo previsto y a
cinco días de dejar la Jefatura de Gobierno, Marcelo Ebrard subió a los vagones
al Presidente Felipe Calderón, a miembros de su gabinete, a Carlos Slim, a fotógrafos,
camarógrafos y periodistas e inauguró su Línea Dorada, mientras los ingenieros rezaban
porque no ocurriera una tragedia.
Y no, la tragedia vendría después y junto con ella saldría
a flote la corrupción de la que apenas se asoma la punta del iceberg.
La semana anterior el periodista Carlos Loret dio a
conocer la existencia de un fideicomiso secreto en Asia, concretamente en
Singapur, hasta donde llegaron recursos por 1,100 millones de pesos presuntamente
vinculados a la construcción y operación de la Línea 12.
Otra: los trenes para esa Línea que en el mercado
cuestan 420 millones de dólares, fueron rentados, sí rentados al gobierno
capitalino en 1,580 millones de dólares. Es decir, al triple de su valor
nominal.
¿Quién se prestó a tamañas transas?
Tanto el fideicomiso como la estratosférica renta de
los trenes deberán ser aclarados por el líder nacional de Morena, Mario
Delgado, que en ese entonces era Secretario de Finanzas del gobierno
capitalino. ¿Será que al menos lo llamen a declarar?
Ahora, todo esto tuvo que pasar por el escritorio de
Marcelo Ebrard, ¿o no pasó? Si no lo supo malo, pero si lo supo e hizo como que
le habló la Virgen pésimo y funesto para el Canciller.
Si el trenazo lo dejó en automático fuera de la
carrera presidencial, el pus de corrupción que salga de las cloacas de la Línea
12 lo pondrá en serios predicamentos. Lo mismo que a su alfil Mario Delgado.
Marcelo es un cadáver político que está en el hoyo, su
tren rumbo a la Presidencia se le fue literal, el 3 de mayo en la estación
Olivos, pero difícilmente pisará la cárcel.
Sigo insistiendo en que el chivo expiatorio contra
quien caerá todo el peso de la injusticia que se va a cometer, será el pobre trabajador
que soldó la malhadada trabe. Él será el que pague por los muertos, los heridos
y por el tramo que se desagració. Y quizá lo acompañe en su pena el Director
Responsable de la Obra. No más.