Comienza el periodo que el INE llama de reflexión del voto en el que ‘analizaremos’ por cuál de los ladrones que nos prometieron el paraíso vamos a ir votar, como si hubiera mucho qué analizar.
Si al menos en mi distrito hubiera un par de
candidatos honestos, solo un par, entonces sí valdría la pena imitar la pose de
El Pensador de Rodin y me sentaría encuerado sobre una piedra con la diestra en
la barbilla hasta que me caiga del cielo una señal.
Es increíble que en este país de 126 millones de habitantes
no haya hombres y mujeres honestos que se apresten a ocupar las curules del
Congreso Federal, de los congresos locales, las gubernaturas y las alcaldías.
Aunque hay entre los candidatos excepciones alejadas del lodazal y la
porquería, la gran mayoría son el bandidaje de siempre.
El próximo domingo casi nadie votará por el mejor; lo
haremos por el menos ratero, el menos corrupto, el menos indecente. Es decir, escogeremos
entre el pésimo, el malo y el peor.
Quién iba a decirme a mi, que por décadas he atacado a
los corruptos del PRI, el PAN y a esa pandilla de zánganos que medran en el
PRD, que estoy a punto de votar por su candidato porque no tengo otra opción.
¡Quién me lo iba a decir!
Quién me iba a decir que haré con mi voto algo
indecoroso al sufragar por un ladrón que quiere ser diputado federal, pero que
lo haré así porque no quiero que haya una dictadura en mi país.
Y así como yo mi estimado Bernardo, están millones de
mexicanos, deseando que regrese el malo por conocido en lugar de que se
perpetúe el déspota al que estamos conociendo.
Lo anterior me lo dijo ayer un amigo periodista de la
Ciudad de México, con el que platiqué largo y tendido en el puerto de Veracruz sobre
las inminentes elecciones.
Y tiene razón, la disyuntiva de los opositores de la
4T es defender la democracia por metafísica que sea, o dejar que Andrés Manuel
se atragante de poder. El problema es que no hay mucho parque con qué enfrentar
al tabasqueño.
Si por un lado Morena está presentando candidatos con
pésimos antecedentes, la oposición no le va a la zaga porque sigue con sus
mismos vicios al proponer como aspirantes a bandoleros reciclados y a los corruptos
de siempre.
Hay municipios donde los candidatos tienen
señalamientos penales y por esos habrá que votar para evitar que ganen los de
Morena.
Más kafkiano imposible.
Aunque con toda honestidad lector, mal está México como
país cuando por tratar de evitar que Andrés Manuel López Obrador se convierta
en dictador, millones de mexicanos de buena voluntad se verán en la penosa
necesidad de tener que sufragar por quienes los engañaron, robaron, endeudaron
o por lo menos los transaron, pero que les juran por esta cruz que no lo
volverán a hacer.