Participar y evaluar, todo y a todos. Elegir y revocar. Reconocer y estimular, o denunciar y sancionar. A cada gobernante y servidor público ponerlo en su lugar.
Imprescindible
saber y entender lo que significa y pretende
la democracia, como organización política y social, que define y
sostiene un sistema de gobierno.
Perjudicial
y lamentable apoyar o negar lo que no se sabe, ni entiende; y peor, respaldar y practicar deformaciones, malentendidos, o lo que es su negación, parcial o total
Empezar
por mencionar, que definir y sostener un sistema de gobierno democrático, es
atribución y derecho, que corresponde tanto a la persona como a la colectividad,
a la que pertenece.
Su
existencia requiere, ineludiblemente y para
empezar, de la participación y acción,
tanto individual como social.
Y,
desde luego, se exige siempre legalidad y legitimidad, así como desarrollo
institucional.
Es
propiamente, una interdependencia permanente entre el todo y las partes que,
debe insistirse, se hace posible con la presencia, participación y evaluación ciudadana.
Participar todos y en todo, exige básicamente
disposición, responsabilidad, información, organización y movilización
individual, de grupo y de la sociedad.
La
Democracia es en sí, un proceso que exige expansión, fortalecimiento,
innovación y mejoramiento continuo.
Llama
mucho la atención, que en demasiados gobiernos supuestamente democráticos,
prevalezca y se practiquen, sin recato ni control: autoritarismo,
discrecionalidad, improvisación y
ocurrencia. Se dilapiden, desaparezcan, malgasten y saqueen recursos públicos;
y ni qué decir del uso y abuso de instrumentos y atribuciones institucionales. Abundan
ineptos y corruptos, en la impunidad.
MUCHO
POR HACER, POR LA DEMOCRACIA PLENA.
Es
más, oportuno comentar, que hay afirmaciones que llaman la atención y deben ser
entendidas y atendidas, cuanto antes. Como la publicada por la BBC New Mundo, hace
unos meses:
Esto es: “Por qué solo hay 3 "democracias
plenas" en América Latina, según The
Economist (y por qué empeoró la
situación en 2020)”
Nota interesante y muy importante, porque a la citada
afirmación inicial, debe agregarse el
conjunto de complicaciones, que trajo
consigo la presencia de la pandemia en el mundo.
En todas partes los gobiernos se vieron obligados a
responder y actuar, a establecer controles y restricciones, y a disponer de
recursos públicos para el apoyo y movilización pertinentes.
Situación urgente que atender por sus efectos y
costos, por sus afectados y sacrificados.
Destaca, para
el tema que hoy nos ocupa, la afirmación, que “La democracia fue
otra víctima de la pandemia de coronavirus alrededor del mundo, de acuerdo a un
nuevo informe de la Unidad de Inteligencia de, The Economist…”
En otras
palabras, a los expuestos, contagiados o
sacrificados; a los innumerables aspectos que exigieron y exigen atención, por
la crisis sanitaria global; a las múltiples medidas tomadas y actividades realizadas por
los gobiernos para enfrentar, atender y erradicar la pandemia mundial de la
covid-19; a lo anterior, habría que agregar la inesperada y creciente demanda
de recursos públicos, así como de acciones y disposiciones gubernamentales,
tanto insuficientes, como improvisadas y hasta inservibles, algunas hechas, por
su urgencia misma, sin consulta ni aviso.
En fin, todo esto y más, ha llevado a una degradación de la democracia.
¿Recuperable, peor o mejor?
Hay muchas formas de medición,
clasificación y comparación. Por ahora, solo abundaremos en la citada.
Esto es, en 2020 se llegó, “al peor puntaje promedio global del
Índice de Democracia, que la citada Unidad de Inteligencia realiza anualmente,
desde 2006.”
"Vimos un enorme retroceso de
las libertades individuales, creo que el mayor jamás emprendido por los
gobiernos en tiempos de paz, y quizá aún en tiempos de guerra", afirma Joan Hoey, autora del citado informe, en una
entrevista con Gerardo Lissardy de la BBC Mundo (NYork.030221)
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-55913877
En este contexto,
el fenómeno global ha afectado a todos: Para Latinoamérica, “la democracia
registra su quinto año consecutivo de retroceso y recibe su puntaje más bajo en
la historia del índice (6,09 promedio sobre 10 puntos posibles)”.
Así, el índice de
Democracia de EIU proporciona una idea, acerca del estado de la democracia,
misma que no llega a la mitad del mundo.
Hay que señalar,
que para obtener el índice, se consideran cinco categorías: proceso electoral y
pluralismo; participación política;
cultura política; funcionamiento del gobierno; y libertades civiles.
De acuerdo a sus
puntuaciones, en 60 indicadores dentro de las citadas categorías, cada país se
clasifica en uno de los cuatro tipos de régimen: democracia plena, democracia
defectuosa, régimen hibrido o régimen autoritario.
https://www.eiu.com/n/campaigns/democracy-index-2020/#mktoForm_anchor
Este
reconocido informe, presenta una clasificación de 167 países:
Democracias: plenas (entre 8 y 10
puntos), solo 24 casos; defectuosas o imperfectas
(entre 6 y 8), con 52 casos.
Regímenes híbridos (entre 4 y 6), con
35 casos; autoritarios (por debajo de 4),
con56 casos.
“Noruega encabeza el ranking 2020 con 9,81
puntos y apenas tres países latinoamericanos clasifican como democracias
plenas: Uruguay (15º con 8,61), Chile (17º con 8,28) y Costa Rica (18º con 8,16).
También habla, que
desde el 2016, han mejorado su puntaje países como: Argentina, Chile, Colombia,
Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Perú, Surinam y Uruguay.
Y que, por otro
lado, tres países de la región son clasificados como autoritarios: Nicaragua,
Cuba, Venezuela.
En el contexto
mundial, según su puntaje, Latinoamérica con (6,09), a pesar de países ejemplo
de regresiones, se caracteriza por un buen desempeño. Mejor que Asia (5,62) y
Europa del Este (5,36).
No hay duda, se
deben hacer esfuerzos por lograr más y mejor Democracia; superar obstáculos y evitar
regresiones.
Los gobernantes
son, de principio a fin, servidores públicos, deben servir y no servirse; por
tanto deben caracterizarse por rendir buenas cuentas, con resultados positivos comprobables.
Ante efectos inesperados,
como los pandémicos, hay que actuar y responder
de inmediato, incluso abandonando o cediendo libertades y derechos, para
confiar y apoyar las acciones gubernamentales.
Los gobiernos deben ser
transparentes, garantizar el acceso a la información, rendir cuentas,
ser fiscalizados y garantizar una amplia participación y evaluación
ciudadana y social.
Por cierto, México
tiene el lugar 72, y es una democracia defectuosa. ¿Avanza o retrocede? Tema
que habremos de abordar.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH, Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH