RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS
En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado, mediante la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo a través de mecanismos de participación, ya sea directa o indirecta, que confieren legitimidad a los representantes. Democracia es una palabra antigua cuyo significado etimológico conocido por todos es “poder del pueblo”, es decir, “el pueblo pone y el pueblo quita”.
Hoy la democracia en nuestro país engloba una forma de
convivencia social en la que los miembros de ésta pretenden ser libres y
quieren ser iguales. Sus relaciones sociales
son establecidas conforme a mecanismos contractuales que proceden de contratos;
en un sentido estricto, esto significa una forma de gobierno nacional, en donde
supuestamente las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo.
Los demagogos
son aquellos que quieren pensar por el pueblo, pero no dejan pensar al pueblo;
ellos quieren actuar por el pueblo, sin embargo, no dejan actuar a éste y
convierten la palabra pueblo en una expresión vacía. Son ellos quienes
piensan por los pobres, no obstante, no dejan pensar a los pobres. Sus
ideologías son oportunistas y manipuladoras; se quieren convertir en la voz
única y consideran que solamente ellos pueden hacer el bien.
Hoy en
día es necesario desenmascarar la realidad. Estoy analizando el contexto actual
que se está viviendo en México; los gobernantes que han recibido la confianza
ciudadana en una elección deben escuchar las necesidades del pueblo. ¿Qué es lo
que vemos en la modernidad y en un gobierno que lleva ya un compromiso amplio y
que se ha mostrado en sus distintas acciones y pensamientos?, es decir, ¿cómo
se ha conducido frente a nosotros los ciudadanos?
Tenemos
un gobierno que prometió mucho creando expectativas desproporcionadas. Es fácil
prometer; estamos ante un gobierno que prometió mucho, pero la realidad es
distinta. Un gobierno que habla mucho y no escucha nada no sabe escuchar, no
quiere escuchar. Es un gobierno que no sabe escuchar porque reacciona con una
reprimenda, lleno de resentimientos que se convierten en odio y venganza para
quienes no lo segundan. Todo esto constituye a un gobierno que culpa al pasado
de todos los males y se siente víctima de todo. ¡La realidad de México la
conocemos todos!
No hay una democracia
pura. La democracia abre el horizonte utópico del pensamiento desde el
ejercicio experimental y racional que procura construir el ideal de una
sociedad reconciliada con lo que, en nuestro México, aún se encuentra lejos para
lograr ese proceso de reconciliación. La reconciliación supone recobrar las
relaciones y esto implica un acercamiento. Considero que es necesario recobrar
las relaciones voluntarias de las partes en conflicto, que se deben buscar puntos
de acuerdos, sin obligar a ninguna de las partes; me refiero, específicamente,
al conflicto que se ha presentado entre AMLO, su bancada y el INE, con respecto
el tema de la revocación de mandato.
“El pueblo pone y el pueblo quita” era una
de las frases que le gustaba repetir a AMLO en su campaña hacia la presidencia
de la república, la cual ha continuado desde su toma de posesión hasta la mitad
de su mandato. Cada día en las “mañaneras” él continúa con este quehacer
político, al cual quiero denominar “campaña permanente hacia el 2024”.
La utopía de la democracia se describe como
un mundo ideal, una sociedad futura imaginaria. Su condicionamiento se da
mediante una visión fantástica de dicha sociedad y al aspirar una
transformación. Esto lleva a muchos protagonismos y a justificar la combinación
de la democracia-demagogia. Cualquier referencia con lo que se está viviendo en
México y en Latinoamérica no es una coincidencia, es un proyecto en el orden
mundial.
En el centro del debate se encuentra la cuestión
mediante la cual nos preguntamos lo siguiente: ¿con la figura de revocación de
mandato gana el ciudadano o gana el populismo del presidente? Desde mi punto de
vista, gana el populismo del presidente, pero pierde la democracia.
ruan-62@hotmail.com