“LEY DE APOYO A MADRES JEFAS DE FAMILIA: MI PROPUESTA”
Por Nora Jessica Lagunes JáureguiHace unos días, se
festejó en todo el país, el Día de las Madres. Fecha que sigue en el centro del
debate entre las feministas y los sectores sociales más tradicionales: Que si
es mera mercadotecnia: que menos regalos y flores y, más derechos; que si se
instituyó como medida para contrarrestar al movimiento feminista en 1922; que
la maternidad debe ser feminista; que se debe eliminar a la sobrecarga de
cuidados para las mujeres.
Lo cierto es que, la
fuerza y la fortaleza de las madres sobrepasan barreras, retos y limitaciones
cuando se trata de sacar adelante a sus hijas e hijos, estén solas o en
compañía, siempre entregan, hasta la vida, por sus familias, porque así lo
sienten y porque así, a todas, nos han formado. Pero el desbalance se da cuando
se les endilga toda la sobrecarga de deberes.
Ahora que, pareciera
que el consenso es que, las madres son “seres superdotadas” que todo lo
soportan, que todo resuelven, que todo superan. Madres multi labores, con un
cerebro deslumbrante y capaz de organizar y procesar datos y deberes en
segundos y, como si esto fuera poco, queda claro para muchos sectores que, la apuesta
de la supervivencia y progreso de la humanidad, siempre ha estado sostenida por
esta admirable firmeza inquebrantable de las madres de familia, pero esta
concepción debe cambiar.
Creo que no debemos
confundirnos, ni extraviarnos en los estereotipos sexistas que, a las mujeres,
nos impone una cultura patriarcal desigual, vertical, excluyente, injusta y a
conveniencia que, por un lado, enaltece a las madres de familia, como los
pilares que cimientan el núcleo fundamental de la sociedad y por el otro, las
abusa, las agrede, las invisibiliza y las explota.
Si nuestras ancestras,
si nuestras abuelas sobrevivieron las disparidades y las discriminaciones y
vencieron obstáculos para proteger y crecer a sus familias, en un entorno
profundamente inequitativo y sin derechos y, lo lograron, hoy las madres de
familia que han diversificado sus tareas entre el trabajo, el hogar, las y los
hijos, los cuidados que todavía se les asignan como exclusivos a las mujeres, siguen
padeciendo mismas limitaciones y prejuicios que aquellas grandes mujeres de
antaño.
El acceso al mundo
laboral, competitivo y aun sexista, misógino y machista para las mujeres y más,
para las madres de familia, las ha convertido en agentes productivas y
competitivas que reclaman mismos derechos y paridades, acorde al avance en la
legislación y en la consagración de sus Derechos Humanos, a nivel
constitucional.
Pero transformar las
leyes, en realidades; principios y ejes rectores de planes, presupuestos y
programas institucionales, en beneficios materiales, en respeto y conductas
igualitarias, sigue siendo el gran desafío de nuestros tiempos y para las
Diputadas y los Diputados de la segunda Legislatura paritaria en Veracruz, debe
ser la misión generacional prioritaria en nuestra agenda de trabajo.
Por tanto, legislar con
plena Igualdad entre mujeres y hombres, es nuestra responsabilidad histórica,
para que las políticas públicas, planes, acciones, recursos públicos sean
efectivas herramientas de la justicia, inclusión y paridad a las que las
mujeres, las madres de familia, las hijas e hijos, sobre todo, quienes están en
situación más vulnerable, tienen derecho.
En nuestros tiempos, el empoderamiento
educativo, económico, laboral y en la formación de capacidades de las mujeres
es significativo. Pero hoy, aun estando solas o con apoyo y compañía de sus
cónyuges o parejas, de sus familiares, llevan a cuestas, la sobrecarga de la
responsabilidad de las tareas del hogar y de los cuidados, padecen violencias y
discriminaciones; se enfrentan a las resistencias sociales y culturales contra
su avance.
Cierto es que, las mujeres por diversas
circunstancias, han tenido que asumir obligaciones como jefas de familia, como
proveedoras únicas y responsables de los ingresos y de las labores domésticas y,
al mismo tiempo, tienen que cubrir aspectos afectivos, emocionales y formadores
de hijas e hijos.
Sin embargo y, pese al adelanto y contribución
a la economía de las mujeres madres jefas de familia, ellas siguen siendo
vulnerables. Situación que se grava en las regiones con mayor población
indígena; que impacta contundentemente a las mujeres con discapacidades,
adultas mayores, migrantes, de la diversidad sexual, a las recluidas y, por
supuesto, que afecta enormemente a las niñas, a los niños y adolescentes.
Veamos las cifras: Acorde al CONEVAL, las
madres jefas de familia o jefas de hogar, hoy se encuentran en condiciones de
privación. Persisten las desventajas contra las mujeres y sus hogares, porque
todavía existe una participación limitada en el mercado laboral, con empleos
precarios, con ínfimos ingresos y buscando opciones en la economía informal que
poco resuelven su situación y que las hunden más en la pobreza y en las
desigualdades sociales, culturales y económicas que, en la realidad de sus
vidas, las siguen lacerando.
En Veracruz, de los 2 millones 390 mil 726
hogares recientemente censados, en el 34% de éstos, las mujeres son jefas de
familia. A nivel nacional, Veracruz es el tercer estado con mayor proporción de
hogares dirigidos por mujeres. En otras palabras, de
cada 100 hogares censales, 66 son dirigidos por un hombre y 34 por una mujer.
Esta realidad, reclama de los gobiernos,
estatal y municipales y de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, apoyar
a las madres jefas de familia que solas, sin respaldo, sin recursos suficientes,
están luchando por la alimentación, la educación, la salud y el pleno
desenvolvimiento de sus hijas e hijos. Respaldarlas efectivamente, porque así
lo mandatan nuestras leyes, como la Ley estatal para la Igualdad entre Mujeres
y Hombres que, en el artículo 2, establece: “el
logro de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres deberá hacerse a
través de la ejecución de políticas públicas que contengan acciones afirmativas
a favor de las mujeres”.
Una de estas acciones es precisamente dar apoyo
a mujeres que son madres, que están solas, divorciadas, viudas, casadas o
separadas en trámite de disolución de su vínculo matrimonial y que no tienen
ingresos fijos mensuales, ni superiores a los treinta salarios mínimos vigentes;
que están probadamente, a la caza desesperada de un empleo, porque la pandemia
se los quitó por ejemplo y que, en resumen, no tienen certezas económicas del
futuro para sus familias.
A estas mujeres madres de familia, admirables,
fuertes, valientes; columnas de sus familias; arquitectas de la sociedad;
garantes de la supervivencia de la humanidad, las solas y proveedoras únicas,
angustiadas por el día a día, los gobiernos no deben jamás abandonarlas, ni
ignorarlas; menos exprimirlas por aquella, su legendaria fuerza y resistencia
para salir avante, sin la mano de nadie.
Estas madres jefas de familia no deben ser las
heroínas de su propia historia, ardua y sinuosa en la soledad y en la
desprotección institucional, con sus hijas e hijos que necesitan lo básico y
vital, para ser ciudadanas y ciudadanos líderes de Veracruz, que les requiere
urgentemente, para crecer y reponerse de todas las crisis que hoy padecemos.
El Gobierno estatal, los municipales y los
Poderes públicos tienen el deber de apoyar, proteger e impulsar el desarrollo
personal y productivo de las madres jefas de familia que hoy, tienen que asumir
la responsabilidad total y única, de sus hijas e hijos menores de edad.
Por todas estas razones, hace unos días
presenté una iniciativa de “Ley de apoyo a madres jefas de familia para
Veracruz”, que se propone mejorar la situación social de las mujeres jefas de
familia y de sus hijas e hijos, a través del otorgamiento de un apoyo económico
bimestral, implementado por el DIF estatal, con la participación de
otras dependencias de la administración pública estatal y de las autoridades
municipales.
Esta iniciativa de Ley busca hacer valer el
artículo 1 Constitucional y responder ante la grave situación económica de
miles de madres jefas de familia en situación de vulnerabilidad que, de un día
a otro, confrontan una cascada de deberes, pagos, necesidades y que no tienen
con qué ampararse ni proveer a las y los suyos.
Estoy convencida que la aprobación y creación
de esta Ley es una inversión inteligente en el presente, para el futuro. Un
gran espaldarazo a las madres jefas de familia de Veracruz que, cimientan
hogares, que forjan a los hombres y mujeres que seguirán construyendo y aportando
a sus comunidades y a la entidad.
Es una apuesta de ganar-ganar porque con este
apoyo bimestral, estaremos abonando al desarrollo sostenible, al bienestar y a
la vida con dignidad humana de las familias monoparentales de Veracruz, donde
una madre sola y sus hijas e hijos, tiene derecho a ser respaldada por el
Estado, por las leyes y por los principios y derechos fundamentales que hoy, ya
las protegen.
Apoyar a las madres jefas de familia es también
fortalecer a nuestra sociedad como una más igualitaria, justa e incluyente y,
más allá, es ratificarles a ellas, nuestro compromiso en los hechos de que,
frente a los desafíos y desesperanzas que enfrentan, no están solas.
Si
una escritora alguna vez señaló que, “La fuerza de una madre es más grande
que las leyes de la naturaleza”, la fuerza y obligación de apoyo del
Estado, es aún mayor.