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sábado, 2 de julio de 2022

Familia, impacto en la sociedad


En el 2022, el 71.1% de las mujeres y el 60.4% de hombres expone que ha vivido bajo una percepción de inseguridad. El porcentaje de la población de dieciocho años de edad y más que experimentó al menos un conflicto o enfrentamiento directo con vecinos, derivado de problemas de convivencia durante el primer trimestre de 2022, según INEGI, fue el 80.9%, es decir, el total de mexicanos que presentó alguna consecuencia, gritos, insultos o groserías.

Ante la realidad que se vive en el país, es claro que está en juego el desarrollo armónico de la sociedad y las buenas relaciones en la convivencia diaria, por ello, es lamentable que ni siquiera entre vecinos se puedan llevar bien, motivo por el cual se identifica una situación que se torna en una problemática.

Lo que está sucediendo en el país, en cada entidad, ciudad y pueblo es derivado de una escasez de valores humanos, éticos, sociales y, por supuesto, cristianos, lo cual trae como consecuencias la falta de una sana convivencia, como lo muestran los datos del INEGI. 

Todos los mexicanos estamos llamados a propiciar relaciones de paz, estabilidad y certeza, con el fin de construir juntos una sociedad para contrarrestar la serie de sucesos que amenaza la estabilidad del país. Por un lado, la inseguridad y la violencia relacionadas con actividades criminales enfrentan a la población a un sin número de personas que pasa por encima de los derechos humanos.

Hay que ser conscientes de que compartimos este mundo; algunos nos relacionamos directamente entre sí. Como seres humanos es casi imposible no relacionarse, todos necesitamos relacionarnos con los demás. ¿Qué se necesita para que se dé una sana convivencia? Creo que es necesario dar paso a la expresión de diferentes pensamientos. La tolerancia y el respeto son algunos valores que se deben fomentar en la familia y, como consecuencia, en la sociedad para conseguir una convivencia pacífica.

Se debe relacionar sin conflictos, evitar problemas comunitarios. Todo ello a través de una convivencia pacífica, en la cual las personas sean capaces de dialogar, trabajar en equipo, socializar, expresarse y resolver problemas, así como contar con la ayuda mutua. 

Sin embargo, en una sociedad individualista y egoísta es complicado tomar acuerdos comunes, aunque es posible favorecer la comunicación, hablar con honestidad y sinceridad, evitando que las emociones se antepongan a la razón. Por ende, es necesario respetar el tiempo del otro; en este sentido, hay mucho que mejorar, tolerar los diferentes gustos y mantener el orden.

Algo que quiero resaltar es la necesidad de pasar tiempo con la familia; el hogar es un ambiente propicio para que se desarrolle “el mayor bien que es el amor”. Ten siempre presente que, en la medida en que los miembros de la familia conviven en el seno familiar, esta convivencia es fundamental para determinar el tipo de relaciones en las cuales se va a involucrar cada miembro. Claro, hay que tener cuidado porque se puede dar un doble discurso de comportamiento. La observación es importante no para fiscalizar, sino para ayudar a un mejor desarrollo integral. 

En la actualidad todos sabemos lo que está pasando en nuestro país en el tema de la inseguridad; ya no hay respeto, a tal extremo de que la Iglesia advierte sobre casos de extorción en diversas diócesis del país, estos hechos se han reportado a través de diversos modus operandi. “Nos preocupa que estos hechos ocurren cada vez de manera más frecuente, por ello invitamos a que puedan informar para que no se dejen engañar” señaló un escrito firmado por Ramón Castro Castro, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

Por tanto, trabajemos en el interior de las familias. Lo que se realice en el seno familiar, seguro estoy, tendrá su impacto en la sociedad.